Tras cancelar a última hora su actuación en 2017 por estar embarazada, la sombra de la cantante planeaba estos días por Indio (California, EE.UU.) entre gigantesca expectación, pero los nervios de los fans tuvieron premio en una noche para el recuerdo en la que, como guinda ideal, Beyoncé contó con su marido Jay-Z como invitado y además se reunió con sus excompañeras de Destiny's Child.
Pasadas las once de la noche, y con la explanada del escenario principal de Coachella hasta arriba de fans, apareció Beyoncé vestida de diosa egipcia y desfilando ante sus bailarines y un nutrido grupo de vientos y percusión, al estilo de las bandas universitarias de EE.UU.
Con una grada montada sobre el escenario y un show tremendo más propio de una gira en solitario que de una parada en un festival, Beyoncé arrancó por todo lo alto soltando de primeras Crazy in Love, Formation y Sorry. Combinando R&B, rap, soul, rock y todo lo que se le pusiera al alcance, el de Beyoncé fue también un concierto de feminismo, sexualidad y reivindicación afroamericana.
“Gracias por dejarme ser la primera mujer negra en ser cabeza de cartel en Coachella”, dijo la artista en una actuación sin descanso que enlazaba canciones con coreografías milimétricas, fragmentos teatrales y recursos visuales de todo tipo.
Tras el aire latino y tropical de Mi Gente y Hold Up, Beyoncé invitó a su esposo Jay-Z para Déjà Vu antes de que se materializara el esperado reencuentro de Destiny's Child e interpretaran juntas canciones como Say My Name.
“¿Tenemos alguna mujer soltera aquí?”, gritó Beyoncé segundos antes de atacar Single Ladies y cerrar su concierto de casi dos horas entre fuegos artificiales con Love on Top.
En un estilo completamente opuesto, David Byrne dio uno de los conciertos más indescriptibles y sobresalientes del Coachella al presentarse de forma “hamletiana”: se sentó frente a una mesa, lo único que había en el escenario, y se puso a filosofar con un cerebro en la mano. Pero todo se trataba de una treta, ya que en la segunda canción saltaron una decena de músicos, de los cuales la mitad eran percusionistas, y que llevaban sus instrumentos atados al cuello, también el teclista.
Con esta banda con pintas de charanga u orquesta ambulante, que acabaría siendo uno de los grupos de acompañamiento más precisos y extraordinarios del festival, el excantante de Talking Heads dio rienda suelta a una impresionante demostración de pop vanguardista adornado con ritmos africanos. Irónico y travieso, sin dejar de bailar de manera estrambótica y refiriéndose al público como “las gentes del desierto”, Byrne unió canciones recientes como Everybody's Coming to My House con éxitos inolvidables como This Must Be The Place.
Ilusionadas por jugar en casa, ya que no solo son de Los Ángeles sino que lo subrayan con orgullo a cada paso que dan, las tres hermanas que componen HAIM se comieron el escenario principal con lo más parecido a rock épico y de estadio que verá este año el Coachella. Entregadísimas y perfectamente compenetradas, HAIM hicieron vibrar al público californiano con temas deudores del rock de los 70 y los 80 como Falling o Don't Save Me.
Y en la variedad estuvo el gusto: el estadounidense Tyler the Creator aportó una ración de rap multitudinario, las suecas First Aid Kit mostraron su enorme amor por el folk y el contry, los ingleses alt-J ofrecieron su pop preciosista de voces cristalinas y giros inesperados, y los canadienses Alvvays se encargaron del “indie” con melodías luminosas y la dosis justa de ruido. Y en una programación tan atiborrada, con siete escenarios compitiendo por el favor del público en todo momento, los rockeros japoneses X-Japan se tomaron con ironía que su concierto era a la misma hora que el de Beyoncé y contrataron una avioneta que sobrevoló el Empire Club Polo para informar de cuándo y dónde iban a actuar.
El primer fin de semana del Coachella, dado que del 20 al 22 de abril se repetirá exactamente la misma programación de estos días, se cerrará en la noche del domingo con actuaciones destacadas como las de Eminem, Cardi B, Miguel, Kamasi Washington o John Maus.