Diez años sin la reina de la salsa

La poderosa voz que inmortalizó el inconfundible grito de “¡Azúcar!”, símbolo de la salsa cubana, calló para siempre hace diez años, dejando huérfano al género musical de una de sus mayores artistas: la inimitable Celia Cruz.

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Conocida como “La Reina de la Salsa”, Cruz hizo bailar al mundo con sus vestidos de colores alegres, el dinámico contoneo de caderas característico de la música latina, y pegadizos temas que en parte versionó, desde el mambo de Tito Puente “Oye cómo va” a la canción popular cubana “Guantanamera”.

Nacida Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso, en su trayectoria obtuvo siete premios Grammy y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en 1987, a lo largo de una carrera en la que también internacionalizó melodías propias, como “La negra tiene tumbao”, “Quimbara” o “La vida es un carnaval”.

Celia Cruz jamás reveló en vida su edad real ante los medios, por lo que son muchos los que divergen al fechar su nacimiento en 1920, 1924 o 1925; años que precedieron a una infancia en La Habana con sus padres, hermanos y primos, quienes conformaban una familia cuyas raíces descansaban en antepasados afrocubanos.

En una entrevista a The New York Times, la cantante confesó que su intención inicial era ser “madre, profesora y ama de casa”, aunque descartó este método de vida en 1950, cuando se convirtió en la líder del grupo La Sonora Matancera y dio comienzo oficial a su carrera en el mundo de la música.

Diez años después, el grupo al completo abandonó Cuba, tras el ascenso al poder de Fidel Castro, y en 1962 Cruz se casó con uno de los trompetistas de la banda Pedro Knight, iniciando un matrimonio que duró 41 años, hasta la muerte de la célebre cantante.

Una anécdota recurrente, recogida en sitios web y en libros infantiles sobre la vida de Celia Cruz, narra un día en el que la artista tomaba café en un restaurante y el camarero le preguntó si quería azúcar: “¿Azúcar? ¿Cómo puede preguntarme eso? ¡Soy cubana! Sí, ¡con azúcar!”, en un particular arrebato que sentaría las bases de su grito más famoso.

Otro de los íconos referentes que Celia Cruz popularizó fueron sus zapatos, de tacón invertido, de los que tenía más de 60 pares creados exclusivamente para ella, y que con el tiempo su fama ha propiciado que los rescaten personalidades como Lady Gaga.

La Sonora Matancera, ya asentada en Estados Unidos, se mantuvo durante quince años hasta su disolución en 1965, fecha en la que Celia asumió su carrera como solista y su marido desempeñó el papel de representante, como nuevo paso en una trayectoria que contaría con más de 70 discos grabados.

El séptimo arte ha incluido en más de 30 películas alguna canción de Celia Cruz, en cintas de temática musical, hispanoamericana o sobre mafias latinas, como “Los reyes del mambo tocan canciones de amor”, “Atrapado por su pasado”, “Amores perros”, “Sangre y vino” o “Blue in the face”.

Tras 50 años ininterrumpidos de trabajo musical, truncados en 2003 con su muerte y entierro en el Bronx, los homenajes y gestos de recuerdo a la cantante se multiplicaron, en especial en Estados Unidos, que renombró una calle de Miami en su honor y levantó una placa con su nombre entre las banderas estadounidense y cubana del Ayuntamiento de Union City, en Nueva Jersey.

Además, “La Guarachera del mundo” fue protagonista en 2011 de la tirada conmemorativa de sellos estadounidenses “Leyendas de la Música Cubana”, junto a Tito Puente, Carmen Miranda, Selena y Carlos Gardel.

Celia Cruz pasó de cantante a leyenda el 16 de julio de 2003, en una semana negra para la salsa cubana que también arrebató al mundo dos días antes las cadencias musicales de los llorados Tito Duarte y Compay Segundo.

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