Coachella celebra 20 años como meca hípster

LOS ÁNGELES. Dos décadas de música y placeres hípster de todo tipo han marcado la historia de Coachella, uno de los festivales más importantes del mundo y que este viernes comienza su nueva edición con estrellas como Ariana Grande.

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El Empire Polo Club de Indio (California) se convertirá durante dos fines de semana consecutivos (del 12 al 14 y del 19 al 21 de abril) en la meca de lo “cool” no solo por una oferta de conciertos muy variada y de alta calidad sino también por la promesa de unos días de diversión, gastronomía de calidad y tendencias de moda en pleno desierto de California.

Siguiendo el camino que abrieron en Coachella enormes figuras del pop como Lady Gaga y Beyoncé, Ariana Grande será el máximo reclamo de un cartel en el que la escoltan con mayúsculas Childish Gambino, que es el alias de rap y R&B del actor Donald Glover, y la psicodelia contemporánea de Tame Impala.

A partir de ahí, la inabarcable oferta de Coachella incluye a nombres muy destacados y para todos los gustos como Janelle Monáe, The 1975, Diplo, Kacey Musgraves, Weezer, Aphex Twin, Billie Eilish, Khalid, CHVRCHES, Blood Orange, Four Tet, Christine and the Queens, Mac DeMarco, Wiz Khalifa y Unknown Mortal Orchestra.

Una de las grandes novedades de esta edición es su apuesta decidida por la música latina con una notable representación hispana de reguetón, trap, rock, fusión, género norteño, electropop, R&B y cumbia, entre otros estilos.

Con J Balvin, Rosalía y Bad Bunny como principales referentes, la lista de artistas que llevarán el sabor hispano al festival incluye también a Mon Laferte, Javiera Mena, Los Tucanes de Tijuana, Sabrina Claudio, Tomasa del Real, Las Robertas, Chon, Ocho Ojos, Cola Boyy, Hurray for the Riff Raff y The Red Pears.

Escrutando el cartel se pueden encontrar también algunas curiosidades como la participación de Idris Elba como DJ y la actuación de un hijo ilustre de Hollywood como Jaden Smith, cuyos padres son Will Smith y Jada Pinkett Smith.

El K-pop, un fenómeno que ha alcanzado categoría mundial desde Corea del Sur, contará con unas embajadoras de renombre en el evento de la mano de BLACKPINK.

No serán las únicas en llegar de lugares remotos, ya que la organización también contrató a sus compatriotas Hyukoh y Jambinai y a las japonesas Perfume.

Más allá del gusto alternativo por el pop, el rock, la electrónica, el rap o el R&B que caracteriza a este festival, Coachella también ofrecerá algunas desviaciones de su estilo tradicional como el calipso de Calypso Rose y el ska-punk de The Interrupters.

La mala noticia de última hora en la programación la protagonizó Solange, quien canceló el domingo su actuación y no podrá así seguir los pasos de su hermana Beyoncé, que en 2018 dio uno de los conciertos más memorables de los 20 años de Coachella.

Y la buena, aunque solo para el segundo fin de semana, será la participación de Kanye West, que sonó como cabeza de cartel del festival, con un espectáculo especial e inspirado en las misas de góspel.

Los abonos más sencillos de tres días para el primer fin de semana de Coachella, a un precio de 429 dólares, se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta en enero.

Al margen de la faceta musical de Coachella, los asistentes podrán disfrutar de un sinfín de actividades de gastronomía, arte, moda y tecnología.

Y un año más, se espera que numerosas estrellas de Hollywood y del mundo del espectáculo se cuelen entre el público de un festival en el que el glamour y las tendencias son casi tan importantes como la música.

Por último, la cuenta atrás de Coachella, que este año implantará nuevos mecanismos para luchar contra el acoso sexual, aparece marcada por la tragedia después de que un empleado muriera el sábado pasado en el recinto al caerse mientras trabajaba en los preparativos.

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