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NUEVA YORK, 28 Oct 2017 (AFP). Leonard Bernstein era dramático en el escenario, audaz fuera de él y, a diferencia de muchos otros, exitoso en hacer de la música clásica un género accesible. Pero, aunque Bernstein difícilmente necesite ser rescatado del olvido, su trabajo rara vez se considera en su totalidad.
Ante el centenario de su nacimiento el próximo año, la Filarmónica de Nueva York -donde fue director musical entre 1958 y 1969- está organizando un festival que explora sus facetas de compositor, director de orquesta y figura pública.
El festival incluirá, por supuesto, “West Side Story”, su musical de Broadway cuyas canciones han ingresado al cancionero popular estadounidense. Pero también se exhibirán sus obras de orquesta, incluidas tres sinfonías.
El prestigioso violinista estadounidense Joshua Bell, que interpreta “Serenade (after Plato’s ’Symposium’)” de Bernstein, definió al director como un “dios musical” que se convirtió en uno de los primeros músicos clásicos estadounidenses en ganarse el respeto en Europa.
Como director de orquesta fue “increíblemente demostrativo y emocional de una manera que no se había visto antes, pero también muy honesto y nunca pretencioso”, dijo Bell a la AFP.
Asimismo, como compositor trabajaba “con el corazón en la mano”, añadió Bell, señalando que Bernstein estaba especialmente orgulloso de “Serenade”, que reflexiona sobre el significado del amor con una instrumentación inusual de un violín dominante y percusión diversa. “Estoy adivinando, pero supongo que no quería ser conocido solo como compositor de Broadway, porque era mucho más que eso”, reflexionó Bell.
El festival, que irá hasta el 14 de noviembre, incluye una exposición sobre la figura de Bernstein, quien murió en 1990. Para muchos en los 1960, Bernstein, nacido en Lawrence, Massachusetts, se convirtió en la quintaescencia del neoyorquino, y utilizó su plataforma para expresarse políticamente, especialmente al defender la igualdad racial.
Leonard Slatkin, uno de sus pupilos, dirigirá entre otras obras su “Sinfonía Kaddish”, basada en la oración hebrea por los muertos; y “Don Quijote”, de Richard Strauss, que un Bernstein de 25 años condujo en su debut de 1943 en la Filarmónica.
Slatkin, director musical de la Orquesta Sinfónica de Detroit y de la Orquesta Nacional de Lyon, dijo que para los directores estadounidenses exitosos, Bernstein es un “padre espiritual”. Y afirmó que con su fama abrió nuevos caminos.
Cuando la televisión se hizo universal, el director aprovechó la pantalla chica y su personalidad para llevar la música clásica a un público nacional. “Si miras un video de él dirigiendo y le quitas el sonido, en cinco segundos sabes qué pieza estaba dirigiendo”, aseguró Slatkin. “Tenía esta rara habilidad para mostrar la música a través de sus gestos, su lenguaje corporal y su rostro”, agregó.
Bernstein se destaca como compositor por el rango de sus influencias, sin temor a fusionar jazz y música popular, incluso mientras permaneció anclado en el mundo clásico. El pianista de jazz japonés Makoto Ozone tocará un solo en “Symphony No. 2 ’The Age of Anxiety’” de Bernstein y “Rhapsody in Blue”, la pieza de fusión de jazz de George Gershwin de 1924 que Bernstein defendió como director de orquesta.
Ozone opinó que era único entre los compositores clásicos en la comprensión de los ritmos de jazz. “En el jazz tienes que sentir el ritmo, el pulso, ese reloj interno constante que tienes en tu cuerpo”, dijo Ozone. En el mundo clásico, “creo que las piezas de Bernstein son las únicas que tienen ese elemento”, añadió. Para Slatkin, si Bernstein estuviera por aquí hoy, sería igual de prominente. “Lo verías por todo internet, simplemente lo sabes”, dijo con una sonrisa.