Calvin Harris revalida en Chile su trono en el olimpo electropop

SANTIAGO. Son muchos los disc jockeys que han tocado el cielo, pero pocos llevan tanto tiempo instalados en el olimpo de la electrónica como Calvin Harris, quien este domingo en Chile revalidó su posición en el trono tras pinchar sus mejores temas.

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Un mar de globos de colores, palos de espuma fluorescentes y niños subidos a hombros de sus padres se agitaban ansiosos a la espera de la entrada del conocido como el “Rey del Electropop”, que ayer acudió a su cita en el hiperpuntual Lollapalooza con quince minutos de retraso.

El Dj, cantante y productor discográfico escocés, cuya verdadera identidad es Adam Richard Wiles, saltó a la fama en 2007 tras la publicación de su álbum debut I Created Disco que le catapultó a las pistas de baile de todos los clubs planetarios con sus temas electroclash de influencia ochentera.

“Santiago I wanna see you jump up right now!”, gritó Harris con una voz sorprendentemente gutural al aparecer sobre la descomunal cabina desde donde, uno tras otro, lanzó los hits con los que se ha convertido en el Dj mejor pagado del planeta.

Desde ése gran “altar” de la electrónica, la pequeña silueta del escocés fue el epicentro de unas espectaculares proyecciones caleidoscópicas, catedrales resplandecientes y fuegos de artificio que aumentaron la embriaguez de la masa poseída por las intensas vibraciones de los “subwoofers”.

Con las primeras notas de la envolvente Blame, una ingente cantidad de pantallitas relucientes apuntaron sus objetivos hacia el cielo para registrar el espectáculo de rayos láser a todo color que durante unos minutos seccionaron el oscuro horizonte.

La superestrella del EDM, que ha sabido combinar su talentosa capacidad compositiva con una brillante estrategia de marketing, hizo palpitar al público con temas tan bailables como Feel so close o We found love.

Al ritmo de la melodía angelical de Ellie Goulding, el single Outside desató un desenfrenado oleaje de melenas adolescentes cuya silueta se recortó contra las refulgentes pantallas del escenario.

Pero la verdadera eclosión eufórica se la llevó Summer, cuyo gancho llevaba meses irremediablemente afianzado entre las neuronas de todos los espectadores, que después de una hora y cuarto de concierto, alcanzaron el clímax con una ovacionada lluvia de confetis.

Con la actuación de este domingo el Bill Gates de los platos inyectó toneladas de cafeína a una entregada audiencia que, a pesar de vislumbrar el final del festival, parecía dispuesta a seguir encendiendo durante horas la apacible noche santiaguina. 

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