Anitta, la reina del funk

Anitta empezó a hacerse un nombre en los bailes funk de los suburbios de Río de Janeiro y, con solo 25 años, es ya la reina del pop de Brasil.

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RÍO DE JANEIRO (AFP). Su ambición ahora es comerse el mundo y tiene una arma letal: su sexto sentido para el marketing. El meteórico ascenso de esta menuda y voluptuosa brasileña nacida en la humilde barriada de Honorio Gurgel no ha sido un cuento de hadas, sino una historia forjada con estrategias de negocio muy bien pensadas y la ayuda de las redes sociales.

Camaleónica, Anitta compartió escenario en los Juegos Olímpicos con Caetano Veloso y Gilberto Gil cantando una delicada samba para luego convertirse en una ‘femme fatal’ de la favela en su viral “Vai, malandra” (Dale, malandra) y, sin despeinarse, sacar su lado más romántico en la balada “Will I see you”.

Nadie tiene las ideas más claras que ella: Anitta es su propia agente desde los 21 y razona como una mujer de negocios, que decidió aprender inglés y español y estudiar minuciosamente la escena musical para triunfar.

“Una artista tiene que saber quién es, ser coherente en la construcción de su carrera”, afirma la cantante en una entrevista con la AFP en su lujosa casa en Barra de Tijuca, la “Miami Beach” de Rio.

¿Su clave del éxito? “Intentar hacer todo de la forma más diferente posible”, asegura. “Siempre apuesto al alto riesgo, a la novedad. Desde un ritmo, un look o un discurso”, asegura.

Mujer poderosa

Larissa Machado comenzó a cantar de pequeña en la iglesia que frecuentaba su familia. A los 17 años, fue descubierta por un productor que vio un vídeo suyo en Youtube y empezó a cantar de madrugada en bailes funk, el sonido mezcla de rap y pop típico de las favelas.

La fama le llegó hace cinco años con hits como “Meiga e Abusada” (Dulce y rebelde) o “Show das Poderosas” y despegó con “Bang” (2015), que ha sido visto 343 millones de veces en Youtube.

El físico es también un aliado de la estrella. Lo ha ido puliendo con varias cirugías, para afinar su nariz o para hacer más carnosos sus labios, y en “Vai, malandra” lo contoneó con un minúsculo bikini hecho con cinta adhesiva, pero al mismo tiempo sin esconder su celulitis.

El empoderamiento de la mujer, el amor o el erotismo están presentes en sus canciones, que se escuchan tanto en los barrios pobres como en los clubs más chics de Brasil.

Pero Anitta, que comparte su día a día con millones de seguidores en las redes sociales, no se siente cómoda con la etiqueta feminista. “Yo levanto la bandera la igualdad de derechos (...) No me gusta ser confundida con aquellas que, para elevar a la mujer, rebajan al hombre”, asegura la artista.

El mercado en español

 Brasil es el mercado más grande de América Latina, pero eso no es suficiente para Anitta. Aunque el inglés es el “idioma universal” y lo ha explotado en colaboraciones con el estadounidense Poo Bear, la rapera australiana Iggy Azalea o el DJ sueco Alesso, la brasileña se dio cuenta rápidamente de que el español “tenía números muy grandes, equivalentes al consumo de lengua inglesa” y no solo en los países vecinos de América Latina. Así que se pasó dos años “preguntando en las calles, en las discotecas y en los lugares populares” en España, Estados Unidos y México para sentir las tendencias del mercado.

Y grabó canciones en la lengua de Cervantes como su celebrada “Paradinha”, “Si o no” con el colombiano Maluma o “Downtown” con J Balvin.

“Cuando me di cuenta de que el español sería la próxima tendencia, comencé a pensar como conseguiría hacer que el mercado latino volviera a Brasil”, como hicieron años atrás Ricky Martin o Alejandro Sanz, recuerda.

El año pasado, Anitta cantó en el “Tonight Show” de Jimmy Fallon en la cadena estadounidense NBC y, antes de ir al Rock in Rio de Lisboa y presentarse en París y Londres próximamente, se robó la escena este mes en unas charlas organizadas por Harvard con líderes brasileños.

“Yo pensaba que iba a llegar a donde quería en Brasil con unos treinta y poco años. Pero cuando cumplí los 22 ya estaba súper bien. Me gustan los desafíos y pensé, ‘quiero hacer algo nuevo’ y fui a investigar el mercado internacional”, explicó Anitta en la prestigiosa universidad estadounidense.

Momentos de diva

 Considerada la décima artista del planeta más relevante en las redes sociales, con 28 millones de seguidores en Instagram, según la revista Billaboard, la revista Vogue la entronó también entre las 100 personalidades más influyentes y creativas del mundo.

Su casa de tres pisos rodeada de palmeras, con yacuzzi y piscina podría entrar en un cliché de estrella pop. Su ejército de asistentes también. Pero Anitta dice que mantiene “los pies en el suelo”.

“Puede que hasta tenga mis momentos de diva, pero no quiero ser vista como intocable”, dice esta admiradora de Beyoncé, Rihanna y Mariah Carey. Evidente es que este pequeño cuerpo de 1,62 metros desborda confianza.

“Todos los sueños que tenía, ya los conquisté”, afirma Anitta. “Quería demostrar que era posible hacer lo que todo el mundo decía que era imposible”.

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