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Un total de 145 obras conforman la compilación que Bruno Muñoz pone a consideración tanto de estudiantes, docentes, aficionados a la música, con el libro “Música popular instrumental y jazz del Paraguay”, un trabajo que le llevó dos años de tiempo realizar.
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“Esto nace un poco por la necesidad de contar con un compilado de esta naturaleza dentro del estilo, que sería música popular, instrumental y jazz”, explicó Muñoz en una conversación con ABC. Él es docente en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad de Asunción y pasó también por el Conservatorio Nacional de Música, donde enseñó por 16 años.
Detalló que es profesor de “Laboratorio de experimentación musical” y junto con sus alumnos estudian obras de todos los países. “Empezamos a transcribir las obras nacionales y a tocar para darle un poco más de relevancia también a lo nuestro, por eso surge la idea de contar con un material que sea también didáctico”, indicó.
El músico recordó que ideas como esta ya habían sobrevolado la escena hace tiempo. Rememoró que el guitarrista José Villamayor hace más de 15 años tuvo la intención de empezar el trabajo pero no obtuvo fondos, y por otro lado el guitarrista argentino radicado en Paraguay, Gustavo Viera, abrió una página de Facebook para que todos contribuyan con sus partituras, en un deseo de empezar esa gran recopilación.
“Me propuse a seguir con todo eso. De hecho por respeto le comenté a José que quería desarrollar la idea y me dijo que no había problema. Empecé a trabajar en ello y fue un trabajo de dos años entre intercambio de mensajes, correos electrónicos, videollamadas”, explicó el músico, quien recibía las diferentes partituras en el formato que cada creador la tenía.
Cuando empezó a enfrentarse a la titánica tarea de recopilar y seleccionar, se dio cuenta que no sería fácil y tenía que elegir de forma personal. “Iba pidiendo a los muchachos y a las chicas sus músicas e iba entresacando las que personalmente me parecían que iban a estar buenas para el libro”, dijo, recordando que tenía a veces hasta 30 temas de un solo artista.
“Llegó un momento en el proceso después de dos años en que ya estaba medio cansado, porque era un proceso de nunca acabar. A la par que hacía la gente se iba enterando. Y era un trabajo largo porque quería que sea un libro práctico, utilizable, legible, que estén todos los acordes en tamaños para que se lean tranquilamente, bien separados los compases, la forma y estructura del tema bien definidos, porque algunos temas estaban pelados, veías la música y está solo la música, pero en la partitura a veces uno se guía por signos, algo que se llama letras de ensayo”, explicó.
De hecho recordó una anécdota, cuando quiso incluir obras de Kuky Rey, quien no manejaba la tecnología y tampoco tenías escritas las partes de sus obras, entonces le pidió que vaya a su casa, le regaló su disco y le dijo: “Tomá el disco, pibe, corregí con el disco”.
Un abanico sonoro muy amplio
Pero como toda cosa buena que trae un proceso, a Muñoz este recorrido le sirvió para notar aún más la diversidad sonora con la que estos creadores compusieron. Desde Kuky Rey, Carlos Schvartzman, Remigio Pereira, Carlos Centurión, Toti Morel o Rolando Chaparro, pasando por la generación de Orlando Bonzi, Pier Paolo Pappalardo, Ariel Burgos, hasta la generación actual que incluye al autor junto a otros como Giovanni Primerano, Víctor S. Morel, Magno Morel, Víctor Scura, entre muchos otros.
“La música de Kuky, por ejemplo, es música en 6x8. Él las concibió, creo, como canciones con las que se podría improvisar también. De su generación Carlos Schvartzman tiene cosas en 6x8 pero con algo más de swing; Rolando Chaparro que tiene obras hermosas con letras muy interesantes. Después hay una generación de gente joven que explora el 6x8 pero con una estética actual. Pero hay bastante diversidad y variedad de estilos, porque cada compositor tiene un abanico de sonoridades que utiliza para componer”, reconoció.
En ese sentido, al ver pasar tantas hojas de partituras y escuchar tanta música, Bruno Muñoz afirmó: “Noto mucha energía en la música, mucho fuego en las composiciones, no voy a decir pocas baladas, pocas guaranias, poca música lenta, pero veo mucho fuego y eso es lo que siento. Pienso en nosotros, y me veo reflejado a la hora de tocar afuera, y me doy cuenta que la mayoría de las composiciones que tocamos son un poco siempre para arriba. No digo que sea una característica de la música paraguaya, sino que en este libro podría notar eso: mucha energía en los sonidos”.
“No me considero un estudioso de la música paraguaya, pero hay varios libros que quiero leer y este trabajo que hice tiene sus consecuencias”, dijo entre risas el autor, pero entregó un pensamiento muy personal. Recordó al baterista argentino Pipi Piazzolla, que en una entrevista respondió que con su grupo hacían jazz argentino, por más de que sea una “fusión” entre jazz, tango y otros condimentos. “Entonces a mí me gusta llamarle a esto jazz paraguayo”.
En ese sentido, explicó que “varias obras fueron concebidas estrictamente como canciones, no fueron concebidas para improvisar, pero siempre hay ventanas donde se puede agregar ese condimento que es la improvisación”.
Asimismo, afirmó que le entusiasma la idea de que este libro sea un disparador para futuras investigaciones. “Creo que es una herramienta muy importante no solamente para el intérprete sino para gente que quiera realizar investigaciones y estudios”, dijo con orgullo el músico, quien actualmente ve una movida de música en Paraguay muy interesante y que incluso sueña con replicar este libro pero en la música rock y pop del país.
El libro, que fue realizado con el apoyo de Amigos del Jazz y la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (Dinapi) se puede conseguir contactando directamente con el autor al número (0961)196816. También lo pueden adquirir acercándose a Táva Comedor (México 453 e/ 25 de Mayo y Cerro Corá).
Cabe mencionar que el libro de Muñoz había sido seleccionado como proyecto a ser impulsado también por los Fondos Culturales de la Municipalidad de Asunción (Focma), pero él también forma parte del grupo de artistas que aún sigue esperando el desembolso de dichos fondos.