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No Te Va Gustar vino esta vez en el marco de una gira con la que vienen celebrando sus 30 años de carrera. Años en los fueron lanzando disco tras disco y con ellos han construido un sólido camino musical. Sus seguidores han transitado con ellos paso a paso, apropiándose también de las músicas, que para muchos son bálsamo y sanación.
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Eso se pudo notar anoche en el SND Arena que, para la ocasión, estuvo lleno. La gente, ansiosa, aplaudiendo a la espera del ingreso del grupo, que siempre recibe estas cálidas bienvenidas del país hermano. Y habiendo pasado media hora de lo pactado (21:30) ingresó Emiliano Brancciari, voz y guitarra, seguido de sus compañeros, desatando automáticamente el delirio al son de “Déjame bailar”, como dejando en evidencia cuáles serían las intenciones de la noche: sentirlo todo a pleno y explotar de felicidad.
De ahí en seguidilla vinieron “Nada para ver”, “A las nueve”, “Cero a la izquierda” y “Comodín”, en oleadas de frenesí, generadas por la impecable banda que conforma Emi junto a Martín Gil (trompeta), Denis Ramos (trombón), Mauricio Ortiz (saxo), Diego Bartaburu (batería), Pablo Coniberti (guitarra), Guzmán Silveira (bajo) y Francisco Nasser (teclados).
Luego de saludar y agradecer al maravilloso público, Brancciari afirmó que esta noche se daría “probablemente el show más largo” de todos los que habían dado aquí. “Vamos a hacer canciones que no solemos hacer mucho”, afirmó, en relación a que esto se trataba de un recuento por sus 30 años de carrera. Y fue así que el setlis fue como sacar un álbum de fotos familiares y revisarlas así, en familia, porque la línea de tiempo era recorrida de todas las formas, yendo un poco hacia atrás, volviendo al presente o regresando a ese momento donde todo empezó.
Y así, al son de temas como “Ángel con campera”, “Verte reír”, “Más mejor”, la banda sacaba a relucir su eclecticidad sonora y, al mismo tiempo, la gente también viajaba sobre estos sonidos a sus propios recuerdos personales, esos recuerdos que han sido siempre acompañados por las canciones de la banda.
En un ritmo desenfrenado, casi sin parar, apenas para un respiro, sonó también “Arde” y Emiliano celebró el incisivo solo de guitarra de Pablo, a quien destacó que es hijo de paraguayos. La arenga no se hizo esperar y el orgullo era aún más grande, pues la gente sentía al grupo cada vez más parte de su ser.
Llegó luego “La única voz”, una canción que Emiliano escribió a su madre, y “No te imaginás”. La lista continuó con “Cómo brillaba”, “El camino más largo” y en un momento el cantante se calzó la guitarra acústica para las canciones más íntimas y de los momentos de altos picos emocionales. Así llegaron “Memorias del olvido”, “De nada sirve” y “No necesito nada”, con el público (en todo momento) cantando tan fuerte que hasta sobrepasaban a Emiliano.
“Ese maldito momento” y “Clara” también fueron parte de la extensa lista de canciones que la gente recibía sin cansarse, al contrario, tomándolas como combustible para seguir, porque eso representan para muchos las canciones del grupo: la energía del motor para continuar en un mundo a veces cruel.
Como una montaña rusa, todo acontecía en este lugar, las emociones sobrevolaban por los aires. Parejas o amigos que cantaban abrazados, algunas personas quietas, con sus lágrimas siendo iluminadas por las luces del escenario, otros saltando y revoleando remeras. Así de diverso es un show de este grupo, que arremetió con más hits como “Los villanos”, “Pensar”, “Prendido fuego”, “Al vacío”, “Venganza”, “Chau”, “Tan lejos”, “Te voy a llevar”, “No hay dolor”, “Con el viento” y “Fuera de control”.
Tras abandonar el escenario en ese amague que es como un acuerdo tácito de que volverán, esperaron un tiempo hasta regresar con el “bis” más potente. En un momento, los instrumentos musicales devinieron en armas pero de esas que no hacen daño, por el contrario, que unen todas la partes quebradas. Porque en ese momento, en esas dos horas y media, la gente también expresó felicidad llorando.
“La rama”, “Paranoia”, “Llueve tranquilo”, “Josefina”, “El error” y “No era cierto” fueron las canciones con las que atravesaron el umbral de la recta final, dejando al público extasiado. La gente salía así, flotando, cantando y recordando momentos del show, uno que irá directo a ese álbum de fotos construido en conjunto con la banda.