No obstante, Joan Manuel Serrat también tiene claro que “dejar los escenarios no representa dejar de ser artista, de componer o de cantar” y que tampoco le impide seguir escribiendo y componiendo, aunque no con la intensidad de hace años.
"He dejado los escenarios, y no para componer o escribir más, lo he dejado para encontrarme a mí más en todos los aspectos, para aprovechar el tiempo que pueda quedarme y hacer alguna de las cosas que no solo me dan vueltas en la cabeza, sino que la vida me va descubriendo", ha subrayado.
El autor de ‘Mediterráneo’ y ‘Penélope’ está en Oviedo (norte), donde el viernes recogerá el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024, otorgado por un jurado que reconoce una trayectoria artística “que trasciende la música y se hace referente cívico” en la que ha aunado el arte de la poesía y la música “al servicio de la tolerancia y los valores compartidos”.
Pasión por el Mediterráneo
Con más de 500 canciones y 40 discos a cuestas, ha reconocido que, aunque lo hace con el mismo rigor, ahora escribe cuando el cuerpo se lo pide, porque le hace “más caso al cuerpo, que es muy listo”.
Serrat, que ha puesto música a los versos de grandes poetas en español, como Antonio Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda o Mario Benedetti, tiene claro que “el ritmo ha ganado la batalla absolutamente a la melodía” en la música con mayor difusión en este momento.
“No soy enemigo del hip hop o del reguetón, que son el resultado de una serie de movimientos, de unas formas nuevas, dentro de lo cual hay de todo”, ha añadido el cantautor catalán, que ha reconocido que en el panorama musical actual, si uno se preocupa de sacar lo que hay dentro, puede aún encontrar “cosas interesantes y otras totalmente banales porque está todo mezclado”.
“Mediterráneo”, considerada como una de las mejores canciones en español de todos los tiempos, sigue siendo “absolutamente válida” para Serrat hoy en día.
El Mediterráneo ahora es un mar contaminado y degradado, pero también un mar que, de ser un puente entre culturas, se ha convertido en un “sarcófago inmenso” en el que se van depositando las vidas y sueños de miles de personas que se ven obligadas a migrar.
No obstante, Serrat no puede “dejar de amarlo y sentirlo” como el lugar de su niñez, con el que mantiene una “relación franca, dolorosa, pero llena de amor” en un territorio con el que dice sentirse “tremendamente identificado”.