Cargando...
En marzo del año 2008, ABC publicaba la noticia “Joven percusionista estudiará en Brasil”. Hablaba sobre Gonzalo Resquín, quien viajaba para estudiar en el Conservatorio Dramático y Musical Dr. Carlos de Campos de Tatuí, en São Paulo, considerado uno de los mejores de Latinoamérica. Allí ya había otros paraguayos, entre ellos el músico Pedro Martínez, quien también es parte de su historia.
Lea más: MilkShake será parte del Lollapalooza Argentina, que tendrá a Olivia Rodrigo y Justin Timberlake
Según Gonzalo, cuando iban a empezar a grabar el álbum de Pedro Martínez Trío, “Sonidos del Sur” (2013), donde buscaban profundizar más elementos de la música paraguaya, “nos vimos con la dificultad de que no habían materiales escritos ni históricos, o habían muy pocos”, comenzó contando Resquín en conversación con ABC.
En ese entonces Gonzalo también ya venía de experiencias tocando con La Secreta, Charlie Nutela o el Karpetrío. Hoy, mucho tiempo después, sigue en el proyecto de Pedro Martínez, cumplirá diez años con LaNuestra y también dirige la academia de batería Druma, junto a Diego Riveros.
Así, todo para él siempre giró en torno a la inquietud de escribir y ser parte de la historia de la batería en Paraguay, por el deseo de dejar un aporte e incentivar al conocimiento. En pandemia se decide a empezar con un libro que al comienzo iba a ser un método práctico sobre la batería en Paraguay, pero Gonzalo quería incluir algunos datos históricos. “Ahí me dí cuenta que iba a necesitar contexto”, indicó, y al poco tiempo ya estaba investigando en archivos, diarios y haciendo entrevistas.
La pregunta “¿Cuándo vino la primera batería a Paraguay” fue un disparador, por lo que su proceso le llevó tiempo. “Logré encontrar un montón de información que respalda lo que está en el libro, desde fotografías, artículos, pero costó encontrar”, refirió también acerca de lo poco que está documentado sobre ciertos temas específicos.
Una figura “clave” en su investigación fue “Bernardo Vázquez, hijo de Nene Vázquez, del Conjunto Vázquez, que nos dio el dato más antiguo que conseguimos, de que probablemente la primera batería que llegó al Paraguay fue en 1937. Antes de tener esa información, estaba casi afirmando que la batería llegó en 1943 porque tenía otro dato de Neneco Norton y Rudy Heyn, de cuando también llegó la guitarra eléctrica. Pero cuando consigo la información de este señor Vázquez cambia todo”, dijo.
Otra voz importante para el libro fue Luis Álvarez, explicó Resquín, destacando la figura de su padre Lorenzo, “una figura súper clave en la batería de la música paraguaya, pero que ya había fallecido”. Así también entrevistó a Riolo Alvarenga, Toti Morel, Oswal González, entre otros, plasmando finalmente muchos datos obtenidos luego de las conversaciones.
Asimismo, destacó que tanto Pedro Martínez como el baterista Seba Ramírez lo ayudaron haciendo revisiones, en la parte investigativa y en las partituras, respectivamente. “Consulté un montón, súper empíricamente igual, y un investigador me puede criticar, pero era lo mejor que podía hacer para no dejar pasar la oportunidad”, reconoció el músico.
El proceso
El artista contó también que además de ir añadiendo datos a su trabajo, fue aprendiendo durante el proceso, así como saber cuándo decidir terminar la obra, “así como un disco”. No obstante, señaló que le encantaría que alguien continúe con esta línea investigativa o bien, seguir él en el futuro. “Por ejemplo la parte histórica de los Peteke Peteke es fascinante, pero mi investigación se basó en lo que ya existía, pero se podría escarbar mucho más para saber los orígenes reales, influencias más directas, me quedé con las ganas”, expresó.
Otro descubrimiento interesante, según afirmó, fue haber notado que la polca electrónica fue “como el momento de oro de la música paraguaya tocada ya con instrumentos eléctricos, y en esa primera época de la cual se habla es donde el protagonista es Lorenzo Álvarez o Los Hidalgo, desde los 60 a mediados de los 70″.
También recurrió a trabajos como del músico paraguayo Miguel Antar, residente actualmente en Brasil. En ese sentido, destacó la gran herramienta que es internet, porque hoy en día se puede tener a mano información y también uno puede comunicarse de forma directa con alguien en cualquier lugar del mundo.
Asimismo, sumó: “No tengo ningún problema en admitir que usé inteligencia artificial como herramienta para armar cronologías, descartar nombres repetidos, mejorar la calidad de las fotos”, dijo sobre cómo se ayudó de la herramienta, en base a la información que ya tenía recolectada.
Sonido paraguayo
Gonzalo afirma, luego de su identificación, que “totalmente” hay un sonido paraguayo en la batería. “Se diferencia pero brutalmente, por ejemplo, de grabaciones de batería tocando chamamé, que también hay poquísimo”.
En ese sentido, indicó que “para lograr ese sonido hay que ir hasta la polca electrónica, o antes y durante. Después existen las fusiones que yo llamo polca moderna y tiene un sonido muy particular y diferente a lo que hace Aca Seca Trío o Luis Salinas (de Argentina), al escuchar propuestas de Lobito Martínez, Palito Miranda, Pedro Martínez, Juanjo Corbalán, Joaju. Hay una sonoridad muy paraguaya. En el rock también, de hecho hay un capítulo del rock y la polca rock, que tienen elementos sutiles que si los hacés es paraguayo y ya no es argentino ni brasileño”.
Contó también que hubo capítulos difíciles e incluso uno que quedó abierto, que es el que habla de rasguido doble, uno de los tres géneros nacionales junto a la polca y la guarania. “Es muy difícil con el material que hay grabado diferenciar del argentino y brasileño, porque es un ritmo regional. En batería más difícil, casi no hay registro o lo poco que hay suena a regional, es difícil que digas: es paraguayo. Costó saber el límite, falta investigar y seguir haciendo. Con Pedro Martínez grabamos un rasguido doble y no teníamos una buena referencia y empezamos a hacer esa investigación”.
Para Gonzalo “hay aún trabajo por hacer y las propuestas modernas van a ir marcando todavía el camino de la identidad nacional”.
Un libro para todos
“No me siento un escritor para nada”, dijo con mucha modestia el músico, quien vio en esto la oportunidad de dar su granito de arena. “Leí e investigué mucho, y creo que logramos un resultado muy lindo. Soy muy perfeccionista y tardé meses, pero estoy demasiado satisfecho del trabajo”, reconoció.
En esa línea, mencionó que le encantaría que el trabajo sirva de inspiración y motivación a los estudiantes, para ser más curiosos y creativos. “Que empecemos a saber: así se toca la música paraguaya y no solo hay tres patrones, porque ir más allá va a dar lenguaje. Busco mostrar cómo se hacía y se hace, esperando que puedan proponer algo nuevo, porque finalmente se trata de eso, la música paraguaya tiene que seguir evolucionando, lejos de estancarse, pero para poder hacer eso está bueno comprender y conocer la raíz, para poder proponer algo nuevo, que es re necesario.
Para entendernos, hay que “ir hasta la raíz”. “Lo que uno hace tiene que sonar a raíz, tiene que decir que sos de ese lugar, y luego se puede intentar romper eso y hacer algo más universal, pero insisto, para proponer algo más universal, como decía Hermeto Pascoal, necesitamos ir a la raíz. Entender el lenguaje, escuchar mucha música, ojalá sirva para eso”.
Deseó también que “hayan muchos libros y más profundos. “Ojalá que alguien diga: re mal está esto, esta es la verdad. Me encantaría leer eso, que comience el debate”, cerró entre risas y con mucha felicidad.
La presentación
La presentación estará a cargo de Natalia Alvarenga, actriz y directora de Diversidad Cultural de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC). Ella introducirá a los asistentes al universo del libro, seguido de un espacio donde el autor compartirá detalles y anécdotas del proceso creativo. Luego de la presentación, los asistentes podrán disfrutar de un concierto en vivo a cargo del grupo Joaju.
El evento es de acceso libre y gratuito, y contará con un espacio posterior para saludos, fotos, firma de libros, y un brindis para todos los presentes.