Los Pet Shop Boys y Blur, dos bandas míticas de la música británica, fueron hoy los platos fuertes de la segunda y última jornada del festival de origen español.
Los primeros regresaron al país sudamericano después de varios años, e hicieron vibrar al ritmo de su ‘synthpop’ a todo el Parque Sarmiento.
Al ritmo de canciones como Go West, Always on My Mind, Domino Dancing o It’s a Sin, y con un despliegue visual que hacía de máquina del tiempo a través de distintas épocas, el grupo llevó su estética y su estilo ochentero hasta el corazón del barrio de Saavedra.
El dúo, formado por Neil Tennant y Chris Lowe, incluso hizo hueco a canciones míticas como Can’t Take My Eyes From You de Frankie Valli y Where The Streets Have No Name de los irlandeses U2, que sonaron juntas y con unas pinceladas propias que devolvieron a los oyentes a ese ambiente de hace décadas donde se rompió con todos los convencionalismos a través de la manera de cantar, vestir, expresarse y de pensar.
Tras una pausa justo al final del concierto, la banda británica presentó su traca final con la indumentaria que los caracterizó durante años: los trajes negros. Tennan, emocionado, esperó a que sonara su tema más conocido, West End Girls, un himno de la música ‘dance’ y del ‘electropop’ que tuvo un retoque pacifista y actual en forma de guiño a la guerra de Ucrania, que enfrenta al país europeo con Rusia desde hace más de un año.
Las palabras de una parte de la letra que hablan del Lago Lemán y de Finlandia, cambiaron a “desde Mariúpol a la estación de Kiev”, en referencia a la capital ucraniana y a una de las ciudades que vivió uno de los asedios más cruentos por parte de las tropas rusas en los primeros compases del conflicto.
Tras esto, la banda cerró su ‘show’ con su sencillo Being Boring, tras el cual, el intérprete de 69 años agradeció a todos por “venir a su Dreamworld”, nombre que recibe la gira que conmemora sus exitosa carrera desde el año pasado.
Blur, la terna fórmula del éxito
Los segundos apostaron por un espectáculo mucho más interactivo con el público.
Los de Blur, que mantuvieron en los noventa un disputa memorable por el centro de la escena musical inglesa con el grupo Oasis, interpretaron algunos de los temas centrales de sus álbumes para un público entregado desde el principio al carisma de su líder, Damon Albarn.
Los londinenses, que iniciaron su carrera artística a finales de la década de los ochenta, concitaron a un público verdaderamente intergeneracional que vibró desde el principio con los ruidosos rasgueos de guitarra de Graham Coxon y la voz arrastrada de Albarn.
Antes del concierto, Joaquín, un joven de 24 años reconoció a EFE que no es fanático de Blur desde hace muchos años. “Cuatro o cinco como mucho”, calcula.
Para él y para el resto de los seguidores argentinos de la banda, la noche comenzó con The Ballad, St. Charles Square, Popscene, Barbaric y Beetlebum, que sonó intensamente con Albarn revoloteando en las primeras filas de la pista.
El vocalista, sorprendido por la pasión con la que fue recibido por el público argentino, dedicó esta última canción a los asistentes.
“Argentina, los amo”, dijo una de las veces que se dirigió a ellos. En otra ocasión, tiró de ironía y se refirió a las “buenas relaciones entre Argentina y el Reino Unido”, que mantienen desde hace décadas un enconado conflicto diplomático por el control del archipiélago de las Islas Malvinas y de otros territorios insulares al sur del océano Atlántico.
“No hablemos de política esta noche. Sólo de amor”, sentenció finalmente el artista.
En lo estrictamente musical, la velada continuó con Trimm Trabb y Goodbye Alert, antes de enfilar la segunda mitad del concierto con Coffee & TV, que estuvo precedida por un momento de comunión con un grupo de aficionados locales de la banda.
Poco después, se subió al escenario Daniela, una joven que tuvo la oportunidad de cantar con su ídolo la romántica To the End.
Blur siguió interpretando muestras de su característico ‘Britpop’, el polémico estilo con el que el Reino Unido intentó dominar el globo a finales del siglo pasado, y que terminó estancándose.
Sin embargo, algunos himnos de aquella época gamberra y desinhibida siguen siendo hoy verdaderos himnos. Así, irrumpieron la batería y los rítmicos gritos de Song 2, la más famosa de las canciones de Blur, que puso a botar al público y levantó un mar de pantallas móviles.
Ya para terminar, Albarn y los suyos siguieron dando lecciones de rock británico con algunos clásicos como The Universal y composiciones nuevas como The Irreversible, antes del cierre final con una grabación de Le Temps de l’amour de la francesa Françoise Hardy como hilo musical durante los saludos.
Con los estilos opuestos de Pet Shop Boy y de Blur, culminó este domingo la segunda edición del festival Primavera Sound en Buenos Aires, al que asistieron en total unas 120.000 personas a lo largo de todo el fin de semana.
Esta vez, y con un marcado acento ‘british’, al Primavera sólo le faltaron el té a las cinco de la tarde, un grave cambio de guardia y la silueta sempiterna del Big Ben para que Buenos Aires terminase convertida en la flemática y neblinosa Londres.