"Fue muy difícil perderle tan pronto, no solo para mí, pero eso me ha enseñado que el amor y el signfiicado de una vida no se puede medir en tiempo. La luz de mi padre lucirá en nuestros corazones para siempre", ha destacado su hija Alba Flores, anfitriona del evento.
Bajo el nombre de una de sus grandes canciones, 'Arriba los corazones', ha sido el primer concierto homenaje oficial, respaldado por su familia y en la ciudad que lo vio nacer, concretamente en el Palacio Vistalegre, que con el aforo agotado ha acogido a unas 8.000 personas.
La fecha parece azarosa en cualquier caso, al no coincidir con ningún aniversario redondo más que el del centenario del nacimiento de su progenitora, la inmortal Lola Flores. Su hijo habría cumplido en 2023 los 62 años de no haber fallecido un 30 de mayo de 1995, apenas dos semanas después del mazazo que supuso para él la muerte de su madre a causa del cáncer.
Detrás dejó un legado artístico propio de calado entre aires flamencos, baladas de piano y rock, ya fuese para sí o para otros artistas como su hermana Rosario, y en un tiempo relativamente corto de producción, de 1980 a 1995, con un paréntesis de 6 años marcado por el desánimo y la heroína antes de renacer de nuevo vital y musicalmente con su último disco, 'Cosas mías' (1994).
Con la producción musical y dirección artística de Carlos Narea y la dirección musical de Fernando Illán, su restitución al presente musical por fin ha tenido lugar y lo ha hecho con un propósito benéfico para Greenpeace, un destino muy oportuno para quien se definía hace ya más de tres décadas como un ecologista.
Con un considerable retraso de casi media hora, a la espera de que todo el público accediera a las instalaciones, el evento ha arrancado al ritmo de 'Arriba los corazones' interpretado por una nutrida orquesta de 8 miembros, tres coristas y la voz de Alba Flores, la polifácética y talentosa hija del homenajeado.
"No sabéis lo emocionante que es ver este sitio lleno de gente para cantar las canciones de mi padre, lo que se siente al ver que Antonio Flores sigue siendo tan querido y estando presente para tantas personas", ha proclamado orgullosa.
Allí ha dejado claras las coordenadas: "mucho más que un concierto, esto era un ritual" para "celebrar la vida y obra" del artista a manos de "amigos, familia y admiradores": "Y os aseguro que cada versión de cada canción es una ofrenda de amor para mi padre", ha rematado.
La primera de ellas ha llegado con Víctor Manuel, que ha cantado 'Isla de Palma' como si fuese parte de su repertorio habitual, y de ahí se ha producido el salto generacional a otro cantautor, Andrés Suárez, con 'El indio', apodo por el que a menudo se referían sus allegados al racial y melenudo Flores.
Otros temas que han sonado son 'En mi habitación' (con la guitarra de Raimundo Amador y la voz de Guillermo Furiase, sobrino de Antonio) y 'Abril' (con Chonchi Heredia).
"Es un honor muy grande poder estar aquí honrando a un maestro. Yo cuando quiero aprender de sensibilidad lo miro a él, a Enrique Urquijo y a Antonio Vega", ha dicho Rozalén tras interpretar 'No puedo enamorarme' y enumerar a algunos de sus "maestros" desaparecidos.
Entre La Mari de Chambao (suya ha sido 'La gaviota') y Sole Giménez (que ha llenado de swing 'Sabor, sabor'), para Vanesa Martín ha ido una de las joyas del repertorio, 'Siete vidas', que la malagueña ha tamizado con su singular color de voz y su guitarra en clave íntima.
Pese a la baja de última hora de Los Secretos y Miguel Ríos por un catarro, ha habido muchos más nombres conocidos sobre el escenario como los de El Kanka y Maui ('Ese beso'), David Summers ('Cuerpo de mujer'), Burning ('Tan solo rocanrol') o un Melendi que ha puesto en pie a todo el público (con el 'Pongamos que hablo de Madrid').
El tramo final y el más emotivo ha sido territorio puramente familiar con la vuelta de Alba Flores al escenario (que ha agradecido a su madre, Ana Villa, "el cuidar siempre del legado" de su padre) y con la aparición de las hermanísimas, Rosario y Lolita Flores, que han compartido 'Qué bonito'.
Justo antes otro de los momentos más brillantes llegaba con los "primos" del clan Carmona, con Antonio Carmona al frente, que han revigorizado 'Escucha Primo' y 'Alba', mientras la destinataria oficial de esta segunda canción ha preferido recuperar lo que fue "un bálsamo" para ella en ausencia de su padre, 'La estrella'.
"Ustedes saben que yo estoy mala, pero no podía faltar. Como el dolor sigue dentro, ahí va como pueda 'La espina'", ha confesado Lolita, en lucha contra las lágrimas y su afonía.
Le ha tomado el relevo la pequeña de los Flores, Rosario, que se ha reservado quizás la más esperada de todas las canciones, ese 'No dudaría' que su hermano incluyó en su debut en 1980 como un alegato contra la violencia.
Y cuando todos los artistas se les han unido en el remate final, aún resonaban sus palabras: "Hoy me arrodillo aquí ante mi hermano y todos vosotros, ¡que viva la música, los magos y los poetas como Antonio Flores, que vivirán para siempre!".