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José Mongelós dio un show con el que confirma que todos sus caminos artísticos confluyen en la pasión con la que hace las cosas. En los escenarios ya lo hemos visto de traje elegante y cantando famosas piezas operísticas o también en ropa de calle o como un guaraní, interpretando obras contemporáneas. Esto ha demostrado que el artista no solo no se cierra, sino que busca evolucionar en cuando a pisada artística se refiere.
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En ese sentido, anoche ofreció un verdadero espectáculo donde se corrió de la formalidad de la ópera para hacerse cargo de una personalidad completamente disruptiva en su carrera. Con “Not Opera” el artista le puso la firma al hecho de demostrar que tiene toda la pasta para ser también una gran figura pop.
Todo esto sumado al hecho de que se esmeró en presentar un show digno de esa estrella pop, así como esos que vemos en entregas de premios o en giras de reconocidos artistas de fama mundial. Los músicos que lo acompañaban estaban distribuidos en diferentes tarimas y había piano, bajo, guitarra, batería, vientos y coristas. Todos en cuidados vestuarios del mismo color, siendo parte de un atractivo cuadro iluminado con muchas lámparas colgando del techo y en desniveles. A todo esto se sumaron también bailarines que entraban y salían en diferentes momentos.
Traspirando música
Enfundado con una capa y prendas negras, que contrastaban con un brillante arreglo de joyas que adornaban su pecho, José Mongelós hizo del escenario del Teatro Municipal una fiesta donde, además, se pegó el lujo de demostrar que su versatilidad lo llevó a pasear cómodamente por canciones de diferentes estilos, que en sus versiones originales son interpretadas por artistas que cuentan con diferentes registros y tesituras vocales. Además, no es menor salir airoso del desafío de pasar por tantos estilos como pop, rock, baladas, tango, ranchera y más, sin tropezar en el intento.
El artista encontró una voz propia para todas estas canciones que también han significado un recorrido emocional, ya que si fue intencional la forma en que estuvieron divididos los segmentos, logró un placentero sube y baja de emociones, desde la potencia en la introducción con obras como “Flowers”, “Set fire to the rain” y “I will survive”, “Feeling good” y “Zombie”, pasando por el romance de “All the way”, “Moon river”, “Can’t help falling in love” y “Fly me to the moon”.
El recorrido también atravesó un dramatismo justo que Mongelós supo plasmar en “Alfonsina y el mar”, “Contigo aprendí”, “La incondicional”, “Tu falta de querer”, “Todo cambió” y “I have nothing”, y toda la dulzura y potencia de tangos como “Nada” y “Balada para un loco”.
El final se dio con “Vivir así es morir de amor”, siendo exigido un bis que cumplió por todo lo alto con “Like a virgin” y “I kissed a boy”. Pero el maravilloso final se dio con José en la punta del escenario, en penumbras, cantando con el público “Recuerdo de Ypacaraí”, como un homenaje a su país de origen que lo ha visto volar por el mundo para volver a traer aquí la persona artística que es hoy y que ojalá nunca deje de crecer.