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Cerca de las 21:00 ingresaron al escenario Jennifer Hicks, Miguel Narváez y el guitarrista Esteban Romero, con la frescura que caracteriza a esta propuesta. En una parte bien acústica y donde las voces y hasta los silencios cobraron protagonismo hicieron “Ymaitéma piko”, “Barquito” y “Pajarito”, estos dos últimos temas nuevos, que arrojan pensamientos sobre la migración, la crecida del río y el desplazamiento de la gente.
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“Luna”, “Aju nderendápe” y “Aire de campo” sonaron ya con la presencia de la bandita koyguá: Julieta Morel (batería), Paula Rodríguez (bajo), Mar Pérez (trompeta), José Cabrera (clarinete) y Diana Quiñónez (trombón) a pleno y a puro brillo. La gente, en tanto, aplaudía con energía y alentaba a esta propuesta nacional que estaba más que a la altura de la ocasión.
La Orquesta Únicos, creada para esta oportunidad con integrantes de orquestas nacionales, bajo la dirección de José Ariel Ramírez, ingresó para acompañar en “Desapego” y “Swing guaraní” en lo que fue no solo un homenaje a nuestras raíces y tradiciones (algo que se hace evidente en su estética y visual) sino que un concierto donde el dúo de Hicks-Narváez está demostrando para dónde va su nueva propuesta, también hacia ese estado de reflexión sobre las cosas que nos rodean.
Aznar es su propia orquesta
A tan solo unos minutos de las 22:00, con la simpleza que lo caracteriza ingresó caminando al escenario Pedro Aznar. Insisto en su sencillez, ya que su ser artístico sobrepasa cualquier otra parafernalia que con él no es necesaria. Su arte conmueve desde el primer segundo en que empieza a tejer las notas para dar vida a canciones.
Este concierto fue un tejido mucho más grande, dispuesto a arroparnos, ya que, en un tiempo que quedó con sabor a corto, supo coser todos los puntos de su trayectoria musical, comenzando con “Tu amor”, clásico del mismo Aznar y Charly García del álbum que grabaron juntos llamado “Tango 4″.
La nostalgia, la belleza, los aplausos y un coro en susurro de la gente empezaban a sobrevolar el teatro y a conjugarse con el encantamiento de Aznar, quien tomó una guitarra acústica de 12 cuerdas para entregar “Lina de luto”, de su álbum solista “Quebrado”, que enganchó con “A cada hombre, a cada mujer” del álbum “Serú ‘92″, de Serú Girán, publicado en 1992.
El recorrido era así, iba y venía saltando en el tiempo desde atrás hacia adelante, para luego volver al pasado y nuevamente a entregar un poco de actualidad, pero sobre todo para mostrar todas las facetas emocionales y musicales de Pedro, que con esto también demostraba que su talento es desbordante y puede dotar a sus dones de mucha sensibilidad, algo necesario y que abraza.
Tras aplausos, gritos y expresiones de amor de un público que estaba envuelto en fascinación, Pedro afirmó que era un placer enorme volver y que también esperaba que no pase “tantísimo”, pues la última que vino fue en 2011. Confirmó que este sería un recorrido por su discografía y su nuevo obra, para presentar justamente un tema del nuevo disco. Así sonó “Un simple abrazo” que nació de un poema de Víctor Heredia.
Subrayando el abrazo, Aznar explicó que la canción hablaba sobre eso que anuló la pandemia, la necesidad del contacto, de la cercanía, de abrazarnos. Siguiendo la presentación de sus nuevas obras hizo “Tu corazón”, entre cambio y cambio de guitarras, denotando también la impecable sincronización con su equipo en escenario para que el concierto sea extremadamente fluido.
Siguiendo con su generosa oferta de canciones, contó que hubo un tiempo en que se “internó” en una especie de retiro, cerca del mar y en pleno invierno, donde se propuso el desafío de componer una canción por día, y en ese momento le llegaron a salir incluso más canciones por día. Contó que fue un proceso muy inspirador y que salió por ende música muy feliz. No obstante, en ese momento mostraría justamente lo opuesto que también salió. Así, esta vez sentado al piano eléctrico, sonó “Rencor” (”Ahora”, 2012) y su versión en español “Ya no hay forma de pedir perdón” del clásico de Elton John.
Despertar la consciencia
Continuando con obras del nuevo disco, que es un trabajo donde Pedro toca temas muy variados pero atravesados por la necesidad de abrir los ojos sobre los problemas que afectan al mundo y a las sociedades, interpretó la obra “Corpoland”, que interpela (sin dejar nada entre líneas) a las grandes corporaciones, a los gobiernos copados por “megamillonarios” y a los medios de comunicación manipuladores.
En este momento se acompañó de su bajo Music Man Stingray y una loopera (máquina para grabar y reproducir en vivo). En este pasaje se pudo apreciar con relevancia la pericia de Pedro para desatar su talento de una forma asombrosa, creando melodías, cantando y entregando solos virtuosos pero con alma, mientras su voz también sonaba a través de un filtro robótico, como un guiño a este mundo tecnológico y de corporaciones que buscan robarnos el brillo (y dinero).
“Fugu”, también de “Quebrado”, siguió haciendo crecer el repertorio, en tanto Pedro domaba una Fender Telecaster naranja, creando profundos pasajes sonoros y texturas que se superponían, mientras nos cantaba su metáfora de vivir la vida corriendo riesgos, pensando en el pez globo o fugu, que en algunos lugares se come pero representa un riesgo ingerirlo.
De esta espiral rockera, por definir el estado de alguna manera, pasamos a esa otra vena de Pedro, la folclórica, cuando agarró una guitarra para conmover hasta lo más profundo con “Zamba para olvidar” y “Canción de otoño”, en tanto sus dedos hacía florecer arpegios de infinitos colores y su voz nítida, limpia y afinada crecía por todos lados.
Tomó luego una mandolina para hacer una canción con aires celta, del nuevo álbum, llamada “Mientras”, donde también utilizó una pedalera de bajos, sacando a relucir toda su genialidad tanto en lo musical, en lo interpretativo, compositivo y lírico.
Hacia la recta final hizo varias versiones, entre nuevas y aquellos homenajes a otros artistas, que lo ponen en ese humilde lugar de admirar obras de otros pero darle también su impronta, que es a la vez su propio tributo. Llegaron así “Todo de mí” (en español de “All of me” de John Legend), “Strawberry Fields Forever”, de The Beatles, y “A primera vista”, del brasileño Chico César.
Para el último tema citado ingresaron Jenni y Migue, los Purahéi Soul, para sorprender, compartir y emocionar, haciendo presente ese abrazo musical más allá de cualquier simbología o concepto, de que en el disfrute del arte y en esa comunión que se da en un concierto somos todos iguales ante el despertar de la sensibilidad.
El poprock noventoso se materializó para cerrar con “Mientes”, en otra suerte de agradecimiento a Charly García, aquella época y las creaciones que atravesaron a varias generaciones que hoy disfrutaban también de estar presentes en este show.
Aznar saludó con las manos al aire y luego puestas al corazón, haciendo una reverencia al público para después salir de escena. Pero las luces aún apagadas servían para que la gente pueda insistir en otra canción más, algo que sacie esas ganas de seguir viéndolo en todo su esplendor.
Lentamente Pedro volvió al escenario y pidió silencio poniendo un dedo sobre sus labios. Con el poder solo de su voz, poniéndose bien al borde del escenario, entonó a capela “Quebrado” invitando también a la gente a acompañarlo en ese canto sereno y sin artilugios, con solo la voz para emocionar. Finalmente Aznar invitó la Orquesta Únicos para cerrar con un bis en “Ya no hay forma de pedir perdón”.
Con esta primera fecha del festival Únicos, nos encontramos nadando en las canciones con sentido de Purahéi Soul y con las obras amplias de Pedro Aznar, cual mapamundi de sentires, deseos y necesidades.
Ambos encuentran en la música un terreno fértil para hablarnos de cosas urgentes e intervienen con sus recursos y desde sus miradas. Miradas que son tanto valientes como vulnerables, porque se reconocen con defectos pero se saben totalmente conscientes y responsables de la parte que les toca en el mundo. En su caso, movilizar a través de la música y ser mensajeros de la necesidad de honestidad, compasión y ternura para salvarnos, al menos en este presente, como humanidad.
Una sugerencia para la próxima fecha de este ciclo, la puntualidad, algo que de cumplirse haría totalmente más placentera la experiencia.