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Desde aquel año hasta la actualidad pasó mucho también para el mismo Pedro Aznar, que continuó su recorrido musical con la creación de una vasta obra que representa su ecléctico mundo creativo, y también, como todos, fue atravesado por la pandemia.
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Un poco antes de aquel suceso y después en medio de eso empezó a gestarse su último álbum llamado “El mundo no se hizo en dos días” del cual sonarán canciones en este concierto, como también obras de sus anteriores discos como solista como “Ahora”, “Contraluz”, “Quebrado”, “Flor y raíz” y quizás alguna perlita de su época en Serú Girán.
Para él es importante poder mostrar a la gente este último trabajo que definió como su disco “más personal” y donde habla de “la crisis ambiental mundial, la desidia e inercia de los gobiernos al respecto, la necesidad de cambiar la matriz energética de los combustibles fósiles a las fuentes renovables, la creciente prepotencia y manipulación de las democracias por las megacorporaciones, el amor personal con sus cielos e infiernos, el amor y el cuidado de toda la vida con la que compartimos este viaje y una mirada crítica sobre la cosificación de la mujer y la banalización de lo erótico, convirtiéndolo en un artículo a la venta más”.
Todo eso a través de una mirada diversa en cuanto a lo musical, ya que en 19 canciones originales más una adaptación al castellano de una balada de John Legend, “Todo de mí”, estilísticamente abarca un terreno amplio que va desde rock, soul y jazz a balada, folk, neobarroco, clásico, trap y reggaeton. Acerca de todo ello y más, nos habla en esta entrevista para ABC.
-¿Cómo fue el trabajo para este último álbum?
-Las primeras cuatro o cinco canciones las escribí en 2018 y después es un disco generoso en cantidad de material, son 20 canciones. Las demás las escribí dentro de la pandemia. Fue un momento que usé casi como un retiro creativo. Usé mucho mi trabajo como escritor y compositor de alguna manera para atravesar, porque lo único que había era una gran tecla de pausa y la manera de conservar la sensación de sentido era volcarme a lo que a mí más me mueve y me conmueve que es el trabajo creativo.
-¿Ese componente lúdico del acto creativo existió igual a pesar del contexto?
-Lo lúdico no solo se mantuvo, diría que se enfatizó porque a medida que fui componiendo iba haciendo anotaciones de ideas, pequeñas cositas, ideas de letras o títulos o ritmos o lo que fuera que iba saliendo y cuando me senté a completar esas ideas para convertirlas en canciones completas fue casi como colaborar con un colega, porque en muchos casos me había olvidado de esas ideas, no recordaba qué eran, porque las completé en algunos casos dos o tres años más tarde. Eso involucra un proceso lúdico, además de que muchas ideas para las canciones vinieron en sueños, entonces ahí hay un factor intuitivo o hasta inconsciente que estuvo jugándose que creo que enfatizó esa cosa de juego y de entregarse a la experiencia más que tratar de dominarla.
-Pensando en la introspección, porque al comienzo de una carrera quizás es todo más visceral. ¿identificás cuándo empezó en tu vida lo de revisarse a nivel personal para entender lo que querías hacer a nivel artístico?
-Sí, sin dudas eso es importantísimo pero yo creo que crece con la madurez. Si bien hay gente que tiene instintivamente algo de eso desde que es muy joven, porque hay músicos que han hecho obras perdurables y obras de una madurez asombrosa a los 24 o 25 años, yo creo que a mí me llevó más tiempo encontrar mi lenguaje, profundizarlo y pasar a tener esa sabiduría artística de la que hablabas. Entender que mi obra no solo está construida por la pasión sino sobre un autoconocimiento profundo me llevó un trabajo importante de mucho tiempo, el cual por supuesto celebro y agradezco porque me convirtió en otra persona. Uno va mutando a lo largo de la vida, no es el mismo a los 20 que a los 30 o los 40 y así. Me quedo mucho más con la versión de ahora 5.0 que con la de antes.
-También pienso que eso depende del contexto de cada uno, social, económico, emocional y mental.
-Exacto. Y yo creo que no solamente va para adentro, sino también con el tiempo y con la madurez viene una apertura hacia el afuera que te hace ver lo que te rodea y la sociedad en la que estás plantado, como una extensión de tu propia familia, digamos, donde todo lo que pasa en el mundo te atañe, no estás afuera de eso, estás adentro. Creo que de eso se nutre la obra de un artista, la mirada hacia adentro y hacia afuera.
-Hablando de eso que decís, que somos como una familia universal, pienso en la pandemia que nos atravesó a nivel mundial ¿A partir de eso encontrás que en la sociedad hay como una falta de preocupación por nuestra cuota de responsabilidad?
-Sí es verdad, un poco pasa eso. La pandemia como bien decís fue una primera instancia de algo que nos pasó absolutamente a todos en el mundo y debió haber sido una advertencia, un llamado de atención muy importante para que nos diéramos cuenta de que verdaderamente estamos todos conectados y que el destino de todos impacta en el destino de todos. Sin embargo, yo creo que si bien una parte del mundo lo entendió y ahora actúa en consecuencia de ese aprendizaje, por otro lado a nivel de los gobiernos y de los bloques de países, de la geopolítica, creo que no se entendió y se sigue en una carrera competitiva para ver quién gana, quién junta más juguetes antes de morirse, la vieja torpeza de la ambición del hombre. Ahora tenemos dos problemas más entre manos que nos van a afectar absolutamente a todos que son el cambio climático y el desarrollo de las tecnologías exponenciales, de la inteligencia artificial, la robótica. Son problemas que tenemos ya y que también involucran a todo el planeta y yo creo que no se están tomando medidas ni con la celeridad ni con el conocimiento de causa necesario.
-En ese sentido te ví involucrado defendiendo la explotación petrolera en Mar del Plata. Como artista ¿es una decisión personal o creés que cada uno debería jugarse un poco más por algo fuera de lo meramente artístico?
-Yo por lo menos lo siento como una responsabilidad personal que incluso va más allá de lo artístico. Como artista por supuesto me siento interpelado por lo que pasa y siento que una obra interesante es una obra que ahonda en la mirada interior y exterior, volviendo a lo que hablábamos antes. Una obra tiene que ser inteligente hacia los dos lados, hablar de lo personal y convertir eso en una verdad universal porque lo que nos pasa a cada uno de nosotros es parte de la historia de la humanidad, a pesar de que uno pueda pensar que es algo pequeñito lo que le pasa a uno. No, esas cosas no son pequeñitas ni le pasan solamente a uno, los sufrimientos, las alegrías, las penas, los anhelos, todas esas cosas que nos pasan son parte de la tragedia/comedia humana entonces hablar con profundidad de eso es hablar de la humanidad como un todo. Después (o antes o al mismo tiempo) está lo social, lo que nos pasa como personas adentro de la sociedad y para mí eso es una responsabilidad al mismo tiempo personal y artística.
-En el plano espiritual profesas el budismo, que justamente piensa en la compasión como valor universal ¿Cuánto nos falta por aprender esto como humanidad?
-Yo creo que hay mucho en juego de eso, si no tuviéramos una dosis interesante de compasión ya nos hubiéramos extinguido, sin lugar a dudas. Confío, no solo confío, creo y me consta en muchos casos que hay empatía, hay cuidado por el otro, hay compasión en el mejor sentido de la palabra y en el más amplio. Por supuesto siempre falta más, particularmente en estos momentos necesitamos urgentemente abordar esa consciencia global de ser ciudadanos y ciudadanas en una comunidad global, en un planeta que necesita de todos nosotros.
-Pienso otra vez en tu último álbum donde tocás temas tan amplios que nos atraviesan a todos ¿Es complejo crear a partir de estos temas urgentes o no te ponés expectativas?
-Sale espontáneamente, no es necesariamente una exigencia, es como si fuera un pedido a mí mismo, como si me hubiera escrito una carta y me hubiera dicho: “che, digamos algo interesante sobre esto que nos preocupa”. Después el resto va por añadidura, es el oficio que uno tiene que cuando se sienta frente a una hoja de papel sabe qué decir y cómo decir y va y lo plasma. Es un poco así de espontáneo, fresco y así yo creo que debiera ser, sería algo así como una responsabilidad sin carga, una responsabilidad tomada jubilosamente, como si alguien muy querido te pide hacer una tarea, de ir a comprar alguna cosa o resolver algún problema. Uno lo hace con todo el amor del mundo y no se convierte en una carga, sino que es un gesto de amor.
-Y con todos estos pensamientos ¿qué te generan los mandatos de la industria de la música, el streaming y la inteligencia artificial de la que ya hablabas?
-Es como un videojuego en realidad, es un mundo de fantasía donde en poco tiempo más van a haber verdaderamente actores virtuales, entidades no humanas que van a empezar a tallar ahí y a hacer música, hacer videos, decir cosas. Es un mundo que en un punto me causa un poco de gracia, me parece un poco risueño, por otro lado me parece manipulativo y al mismo tiempo es inevitable que cuando uno hace música está adentro de la industria, mal que le pese, de alguna manera o de otra. Por más que uno sea independiente, como es mi caso, los canales a través de los cuales muestro mi música son los mismos que todo el mundo, entonces es un juego cuyas reglas uno necesita conocer y tratar de usar de la manera más honesta, eficaz y que menos violente a tus principios.
-Jugar el juego a partir de tus valores.
-Exactamente, dentro de lo posible.
-Hablando de valores pienso en eso que dijiste, que ya no sos el mismo que cuando recién empezabas en pleno rock. Pero ¿hay algunos valores que sigan intactos de aquella época, que sientas que son indispensables para seguir en equilibrio?
-El rock es justamente un gran conector en esa historia. Yo creo que si busco valores perennes en lo que hago desde el principio hay un hilo conductor que es el respeto a rajatabla por el que escucha y nunca subestimar a quien escucha, siempre apelar a sus sentimientos, a su inteligencia, a su sensibilidad y un poco también las ganas de escribir la música que a mí me gustaría que hubiera en el mundo y que no la hay, como decir a mí como oyente ¿qué me gustaría escuchar que alguien haga? Y me gustaría algo así, así y hacerlo. Esa fue la motivación desde el principio, por supuesto que va cambiando porque van cambiando mis gustos con el tiempo y mi modo de hacer, pero esos dos principios yo creo que están inalterables.
-¿Y siempre abrazaste a la música con seguridad o hubo momentos de dudas?
-Sí, zozobra hay siempre, dudas sobre el valor que pueda tener algo, sobre la calidad que pueda tener algo, sobre si algo se pudo haber hecho mejor o no, sobre si algo está listo para publicar o no, a pesar de que en los últimos años siento que tengo una certeza más visceral sobre las cosas, me doy cuenta más rápidamente y de una manera más instintiva cuando algo está listo y cuando algo está bien por el momento, siempre es bien por el momento. Sé que cuando escucho algo dentro de 5 o 10 años tal vez diga “mmm esto me hubiera gustado hacerlo de x manera”, lo que pasa es que voy a estar viendo con la cabeza de dentro de 10 años, pero el tema es que si hoy es lo mejor que puedo hacer, listo, suficiente, ya está para publicarse y lo voy a defender, entre comillas, porque es en lo que yo creo ahora. Por supuesto está siempre la posibilidad abierta de decir más adelante “hoy no pienso tan así” o “hoy pienso que esa idea se puede extender de tal o cual manera”. Esa es la maravillosa mutación que hacemos todas las personas y está bueno mantenerla abierta, incluso en la obra artística. Ahora, eso de volver sobre la obra y querer reescribirla más adelante porque no sé qué se le ocurrió a uno no me parece que tenga tanto valor. Creo que hay que poder bancarse la parada y decir: “en 2022 dije esto e hice esto y para ese momento estaba perfecto, ahora en 2028 hago esto otro y está bien”.
-Ser siempre el reflejo del presente de uno mismo.
-Exacto. Sabiendo que uno va mutando.
-Y en este camino ¿qué tan importante son la sorpresa y el asombro constantes?
-Para mí muy importante. Yo soy un tipo curioso e inquieto y necesito estímulos nuevos, me gusta buscar nuevos paisajes, nuevos horizontes y desafiarme a mí mismo, encontrar cosas nuevas. Un poco estoy todo el tiempo alimentando esa curiosidad, es algo que me mantiene vivo y que me mantiene interesado en vivir. En cuanto a lo artístico lo mismo, decir “¡guau! no pensé que iba a hacer esto”.
-Y ¿qué sentís que te falta por hacer, de qué tenés ganas?
-Uh, de todo, muchas cosas. Ni podría empezar a definir pero el arte es un mundo inmensamente rico, lleno de posibilidades y uno puede todo el tiempo sorprenderse a sí mismo y es un camino hermoso.
-Finalmente traigo la portada del último álbum a conversación, donde vemos a Adán y Eva con cascos de astronautas, como enfrascados. Volviendo a lo que decíamos al comienzo ¿acaso no nos estamos mirando lo suficiente y mirando también al otro?
-Sí, exactamente, un poco esa es la idea de la carátula del disco porque somos una especie que ya viaja al espacio y sueña con llegar a las estrellas y en algún momento lo vamos a lograr, seguramente, pero al mismo tiempo estamos jugando una ruleta rusa con nuestra subsistencia y con la de las demás especies, tratando al planeta como si fuera una fuente de recursos inagotables, cosa que no es. Por eso está Adán jugando al yoyó con el mundo colgando de un hilo y Eva lo tiene en la mano como una manzana que cuando se cansa lo puede tirar al piso. Los cascos de astronauta detrás de los cuales no se les ve la cara es nuestra falta de presencia, valga la redundancia, en el momento presente, nuestra falta de toma de responsabilidad por lo que estamos haciendo.
-Hay mucho por hacer aún.
-Totalmente.
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Cabe resaltar que la Orquesta Únicos, creada para esta ocasión con integrantes de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Edgar Ferrer, acompañará tanto a Purahéi Soul como a Pedro Aznar en diferentes segmentos, para unirse al final en una colaboración.
Todavía quedan en venta entradas en www.tuti.com.py con precios desde G. 150.000.