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El escenario era la sala de su casa. Su hermano tocaba una batería imaginaria hecha de ollas y ella cantaba con su micrófono de palo de escoba. El público era una familia que supo entender desde el comienzo que la pequeña Rosana Allende amaba la música. “Mi mamá es de esas personas que no puede estar en silencio si suena música y yo soy igual que ella”, confesó Ross, ya siendo “la primera música profesional de la familia”, entre risas.
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Por la influencia de su hermano, quien grababa discos en el cyber o imprimía las letras y las traía a la casa, escuchó bandas como U2, Keane e incluso Metallica, pero en cierto momento llegaron a sus oídos artistas como Gwen Stefani o Fergie. Cuando conoció el poder de estas mujeres del pop dijo “por acá es”.
A Ross le “encantaba” esa sensación de estar al frente, moverse y fluir con la música. “Me gustaba esa sensación de tener la atención del público a través del arte, pero que es muy diferente a querer llamar la atención, porque para mí es algo demasiado apasionante entretener y hacer bien, porque para mí ese es el papel del músico en la sociedad y yo quería ser esa persona”, afirmó.
Nuevos caminos
La música abrió en ella todo un universo, sobre todo para conocerse a sí misma. Así nacen las primeras letras, como una especie de catarsis para verse reflejada en esa lírica. Si bien al comienzo no se animaba a explorar, entendió que probando era la forma de afilar su escritura.
“Las primeras canciones que empecé a escribir fueron cuando tenía 16. Eran súper inocentes y tranquilas, a medida que fue pasando el tiempo me apasioné, quería expresar todo con más palabras, que sea más poético o que rime mejor, fui puliendo, al punto que hoy yo creo que soy más escritora de música que cantante; la escritura es mi herramienta principal”, aseguró.
En el año 2019 se lanza oficialmente como Ross con el tema original “Vértigo”, irrumpiendo así en la escena encarnacena como una voz femenina que contaba sus propias historias. Más adelante vienen otros sencillos como “Horas intensas”, “Doce Ocho” y “Bay City”, todas desde el comienzo firmadas en conjunto con su productor First Paraguayan on the Moon. Detrás de este nombre, para Ross hay un consejero y amigo llamado Carlos Dentice, otro músico también de su ciudad, que fue para ella clave en todo su proceso.
“Carlu fue el complemento perfecto de lo que yo era en ese momento y de lo que soy ahora también”, afirmó sobre una persona que supo entenderla desde el principio. “Él supo manejar el hecho de que yo era una mujer que estaba empezando en esto, con todas mis inseguridades. Me hizo sentir realmente segura, me dio el espacio que necesitaba y la comunicación. Entendimos que apuntábamos a lo mismo y fuimos probando con los primeros sencillos, después queríamos algo más grande”, detalló sobre los antecedentes.
Así, de la mano de su “traductor musical” y la “otra mitad” de su proyecto fueron empezando a dar vida a lo que iba a ser su álbum debut “intro.” a partir de sentimientos muy personales. Por el camino se fueron sumando más personas, como el músico y productor Marcelo Soler, quien eligió sumarse a esta historia y a aportar su visión.
El mundo de Ross
Así, el 19 de mayo de este año sale al mundo el álbum con siete músicas originales y también con colaboraciones con otros artistas como el bajista Chino Corvalán, el pianista Rodrigo Quintás y la rapera (también encarnacena) Soujah, del dúo Kuña Street.
Para Ross este debut es fundamental porque parte de su interior. En ese sentido, el nombre del disco hace alusión tanto a “introducción” como a “introspección” ya que es su carta de presentación a partir de emociones muy reales, algo que ella sabe plasmar en música ya que se considera una persona muy “introvertida”.
“Pienso mucho, reflexiono demasiado, sobrepienso sobre las cosas la mayoría del tiempo”, confesó. Por ejemplo, eso supo volcar en la obra que abre el disco, llamada “prólogo: real”. Se trata de un track donde ella habla y se cuestiona sobre ¿qué es real?.
“A partir de mis 20 empecé a entrar en la crisis de: soy un ser humano, tengo que verme por mí misma, todas estas comodidades que tengo como joven algún día no van a estar y ¿qué es lo que realmente quiero hacer? ¿qué siento? ¿quién yo soy? ¿cuál es mi papel?”, explicó sobre ese proceso que se extiende varios años más donde “todo es bajón, porque te despertás y te das cuenta que muchas cosas no eran como vos pensabas”.
Es ahí cuando ella siente que empezó a dejar de lado las canciones más románticas e idealistas y fue expresando con más crudeza lo que sentía, incluso abrazando las inseguridades, heridas y dudas. “Pensaba: no estoy muy segura de qué estoy haciendo acá, para dónde voy ni qué sueño, más todavía teniendo un sueño como el que yo tengo; te preguntás ¿realmente voy a llegar a algún lado?”, se sinceró.
Esa “maraña” de pensamientos, dijo que tuvo mucho más fuerza durante la pandemia, donde forzadamente por el encierro también se encerró más en ella misma. “Fue un momento bastante depresivo para mí porque dejé de hacer música, ya no podía ver a Carlu, componer virtualmente no era lo mismo entonces creía que ahí estaba el stop”, dijo.
Pero en ese proceso empezaron a brotar sus primeras canciones, ya que trataba de darse ánimo pensando también en la gente. Allí fue que se dio cuenta que no había nada mejor que buscar generar también eso mismo en otras personas. “Ahí empecé a escribir “intro.”, por ejemplo “Tengo que seguir”, “ro-fi”, temas súper personales pero que a la vez buscan conectar con la gente, porque para mí el mayor logro es cuando la gente me dice: esto que dice tal tema me re identifica”, señaló.
Así nace el álbum, desde la calma tras la desesperación. “Tratamos de crear un concepto muy personal que viene muy bien después de la pandemia, porque creo que la gente se volvió más reflexiva”, pensó Ross.
Soltando cargas
“Para mí el sueño es tan grande y tan fuerte que a veces digo: quisiera no tener este sueño porque qué difícil es”, pensó de todos modos con una gran sonrisa. En ese sentido, observó que está aprendiendo en el proceso a “no tener tantas expectativas” con todo lo que hace.
“Es un proceso bastante complicado si sos una persona que hace esto con mucho significado y esperando mucho”, dijo con mucha honestidad. Todo le está enseñando así a dejar de mirar todo el tiempo las reproducciones o de estar pendiente de quién compartía su música.
En medio de esa “tormenta mental”, Marcelo Soler le sienta para explicar que tenía que parar de pensar en eso. “Me dijo ‘tranquilizate’ y que esta aplicación de Spotify para artistas la saque de mi celular porque me iba a volver loca. Él, Carlu y mi amiga Kuki todo el tiempo me hacían entender que a su tiempo todo llega”, afirmó.
Al respecto, pensó que si “uno pasa solo momentos así, pueden ser muy complicados, por eso estoy súper agradecida de esta familia, porque si no sabés manejar te puede llevar a un bajón por todo lo que uno espera”.
Allí pensó en que ella es “una artista chica de Encarnación que acaba de llegar acá y a veces parece que eso se me olvida. Pensaba: todo el mundo en Encarnación me escucha ¿por qué acá no? Y ahí te das cuenta que la realidad es que acá nadie te conoce, tenés que trabajar desde abajo como allá, pasás por todo eso y llegás a este punto donde estoy ahora que es: está todo bien”, evaluó.
Creciendo de forma colectiva
Ahora que las cosas se empiezan a acomodar también todo el camino se construye orgánicamente, ya que por ejemplo Ross tendrá sus dos primeras presentaciones desde que lanzó el álbum.
Este sábado 22 actuará en la fiesta autogestiva Pum Clack en el Espacio La Brava (la ubicación se comparte escribiendo en Instagram @pumclack), con entradas a G. 25.000. Allí sonarán DJ sets de Marcelo Soler y Everdura, y cantará Ross junto a Kuña Street y Miguel Narváez.
En tanto, el próximo domingo 30 será parte del “Festivalito para los amigos” junto a las cantantes Sari Carri y Merce, en el bar Territorio de Las Mercedes. Entradas a G. 25.000.
“Justamente en estos últimos días estuve hablando con tantos artistas de acá, juntándome, programando y me dí cuenta que tampoco estoy sola, eso es lo más genial. Y surgen estos espacios honestos, autogestionados, súper reales. Me junté hace poco con Sari y Merce y fue una experiencia increíble, empezamos a hablar cada una como mujer de su proceso de trabajo, cada una con su independencia musical y creo que estoy yendo por un muy buen camino”, señaló.
Para Ross ahora el proceso es crecer “paso a paso”. “Voy aprendiendo mucho porque todo lo que estoy haciendo acá son primeras veces para mí, desde hacer la gira de medios, presentar mi álbum, conocer gente, irme a conocer lugares para conocer gente no solo cuando tengo que tocar. Puedo hacer las cosas bien o mal pero de eso se trata, estoy aprendiendo”, subrayó.
“Estoy muy orgullosa”, pensó al hacer una evaluación de todo lo que hizo hasta ahora y de cómo fue capaz de “canalizar con la música lo que realmente pasa por mi cabeza”. Gracias a ello, planteó que también se permite más de “disfrutar del presente”, algo que si bien dijo que “a veces es demasiado es complicado” vale la pena “cuando estás ahí, cantando”.
Ross dijo que cuando escucha música pasa algo que no puede explicar. “Es como una felicidad muy grande. Es sentirte en tu momento más cómodo, donde podés ser vos”, pensó la joven artista quien entendió que con la música es realmente ella misma. “En la música puedo expresarme, bailando o cantando, ahí está lo que realmente quiero demostrar, lo que realmente siento, cantando con toda la alegría del mundo o llorando con un tema súper triste”, cerró.