Wilkins ha comenzado con fuerza. Su saxofón alto ha inundado el escenario desde el arranque de un concierto muy variado que ha viajado por muchas sensibilidades y ha dado espacio a sus acompañantes Micah Thomas, al piano; Matt Brewer, al contrabajo; y a Kweku Sumbry, a la batería.
Todos han sabido transmitir lo que ha propuesto este joven virtuoso que ha tocado todos los temas de su último disco, “The 7th Hand”, que incorpora a los músicos según avanza un proyecto cargado de conexión e improvisación, incluso continuación de su disco “Omega”, nombrado álbum de jazz número 1 por The New York Times.
Han sonado piezas como “Emanation”, “Don’t Break” o “Shadow”, donde el trance musical ha sido constante y se ha puesto de manifiesto el sello “Blue Note”.
La influencia de la música negra se ha hecho notar en los tonos gospel que han aparecido en una puesta en escena sobria, más propia de una leyenda del saxo, que de un joven que oposita para alcanzar los sillones de los grandes maestros.
“Lift” ha sido sencillamente mágico. Tan espectacular como extenso. Los casi 20 minutos de duración han sido una demostración de poderío sin apenas esfuerzo en el que el saxo de Wilkins ha cobrado vida y no ha dejado impasible a nadie.
Ha sido un debut que no se olvidará y es que la más de media entrada de Mendizorroza se ha volcado reconociendo el trabajo de Immanuel Wilkins al finalizar, pero el de Philadelphia ha vuelto a escena para culminar con un bis con “Grace and Mercy”, el único tema que ha sonado su afamado proyecto “Omega”, aunque el público más apresurado ya había abandonado la sala.
Brad Mehldau y el trío que lidera con su piano, ha sido el primero en aparecer en escena, en un concierto que se ha retrasado quince minutos por una fuerte granizada que ha arreciado en Vitoria y ha causado problemas en los accesos de un instalación que ha vibrado con el jazz del estadounidense por los cuatro costados.
Sin apenas mirarse, el contrabajo de Larry Grenadier y la batería de Jeff Ballard han seguido los pasos de un concierto que ha variado improvisación y formalismo puro, pero con una gran transmisión durante los 90 minutos que ha durado la primera actuación en Mendizorroza.
Avalado por más de 30 discos y otros tantos como acompañante, para Mehldau no es ningún secreto subirse a un escenario y derrochar el talento que atesora.
La delicadeza con la que los tres artistas han interpretado cada pieza ha sido reconocida por un público que se ha quedado con ganas de más, a pesar de que no ha sido la primera vez que el de Jacksonville pisaba las tablas de este mismo escenario.
Swing, soul, blues y hasta el jazz más clásico son algunos de los estilos que se han podido disfrutar en una puesta en escena cálida y muy técnica.
Entre sus temas más balsámicos y electrizantes han circulado Larry Grenadier abrazado a su contrabajo y Jeff Ballard amarrado a sus baquetas, que han gozado de sus momentos solitarios en algunos pasajes.
“Since I fell for you” ha puesto una guinda perfecta a un pastel jugoso, sin alardes, sin florituras iniciales, pero con un gusto exquisito. El tema ha ido creciendo, como el concierto, y ha concluido con un una serie de improvisaciones que han arrancado los aplausos de una grada, en pie, que ha obligado a salir de nuevo a un trío mágico.
El regalo final ha sido un bis de puro jazz, cargado de velocidad donde cada uno de ellos han puesto toda la carne en el asador.
Por la tarde, el Teatro Principal ha sido testigo de una soberbia cuarta jornada con Samora Pinderhughes, compositor, pianista, vocalista, cineasta y artista multidisciplinar, llamado a brillar con el resto de estrellas del jazz.
Para este viernes, le tocará el turno a Melissa Aldana, programada en lugar de The Bad Plus, tras suspender su gira europea y después dará paso al soul y al jazz de Kandace Springs, única con su voz.
Antes, en el Teatro se podrá disfrutar con el contrabajista catalán Manel Fortià y su grupo Libérica.