“The Ballad of Darren”, su segundo álbum en 20 años, fue una sorpresa para todos, incluidos los miembros de Blur. “No le dije a nadie que lo estaba escribiendo”, confesó Albarn a la AFP durante una reciente visita a París. Sucedió durante una gira con su otra banda, Gorillaz, en Estados Unidos el año pasado. “Regresé en enero y les dije: ‘Venid al estudio, tengo material’”.
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Presentó a la banda 20 canciones y les dijo que eligieran sus favoritas para el álbum, que saldrá el 21 de julio. “Soy una persona profundamente más triste a mis 50″ años, admite el cantante, entre risas. “Pero está bien, me inclino hacia mi lado triste. No me siento tan lejos de la felicidad. Me siento cómodo con la melancolía”, explica.
De hecho, Albarn admite que su personaje descarado y feliz de la década de 1990 nunca fue un ajuste natural. “Tenía ataques de pánico, de todo”, dijo. “El yoga me ayudó enormemente. Primero fue la heroína, que me saqué de encima hace como 100 años. Y ahora el yoga”, confiesa. “Si lo practico casi todos los días, estoy tranquilo. No entiendo porqué no es enseñado en las escuelas, es absurdo”, dice. Y ahora son los jóvenes los que vienen a los conciertos de Blur. “Es como viajar en el tiempo. El público vuelve a ser joven”, comenta.
Lucha inhumanamente
Albarn siempre fue la más inquieta de las estrellas del llamado “britpop”, explorando nuevos sonidos y estilos en cada álbum. Le aportó fama mundial, pero sigue pensando que le costó ganarse la estima del público de su país.
“Estoy contento, por supuesto, la gente se ha dado cuenta de repente de que existo de nuevo, pero hacía mucho tiempo que no me sentía bienvenido en Inglaterra”, dijo. “No tengo teléfono, pero entiendo el principio. Todos llevamos esta máquina que envía fotos de nosotros mismos, las miramos, las revisamos, fabricamos nuestro propio narcisismo”.
Dice que no le gusta escribir letras. “Lucho enormemente, casi inhumanamente, con mis letras. Siempre hay un mes en el que estoy tratando de terminar la letra de algo... es horrible”.
Perdimos la cabeza
Cuando Blur se tomó una pausa como grupo, en 2003, fue Francia el país que acogió los proyectos experimentales de Albarn, incluida una ópera completa que está planeando presentar en el Lido de París el próximo año.
“La última vez que probé algo así en Inglaterra fue en el Teatro Nacional, y me acabaron forzando a hacer un espectáculo navideño por ‘preocupaciones comerciales’”, dice resoplando.
Albarn guarda hermosos recuerdos de las primeras visitas de Blur a París: noches en el legendario club Bains Douches (“un lugar bastante explícito”, bromea Albarn), y el Refuge des Fondus en Montmartre, famoso por servir su vino en biberones. “Imagínate a un muchacho inglés de 21 años y que te sirvan vino tinto en biberones y queso derretido. ¡Perdimos la cabeza!”.