Pianodrome o cómo convertir un piano en anfiteatro

Guillermo GarridoEdimburgo (R.Unido), 25 feb (EFE).- Salvan los pianos de las calles de Edimburgo, los cuidan y los miman para ofrecerles una segunda vida. Tim Vicent-Smith y Matt Wright son los padres de la iniciativa Pianodrome, en la que rescatan a estas criaturas de madera y marfil para convertirlas en esculturas e incluso en un anfiteatro.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2037

Vincent-Smith veía cómo en Edimburgo un “sinfín de pianos estaban siendo desechados” en la calle, ya que al considerarse “impracticables e irrecuperables (...) la gente se deshacía de ellos”, explica a EFE Vicent-Smith.

Bajo la premisa de que “ningún piano es basura, sino objetos históricos”, Wright y él ven estos instrumentos “de forma diferente”, así que decidieron reciclarlos en singulares esculturas e incluso un anfiteatro fabricado íntegramente con ellos, el llamado Pianodrome.

“Un teatro circular, con capacidad para cien personas, construido por pianos, desde los tornillos e incluso las teclas negras... es todo pianos”, detalla Vincent-Smith, quien cuenta que ellos mismos actúan en él.

A raíz de ello, han comenzado a recibir ofertas de más gente para donar sus instrumentos porque “no tienen espacio o nadie los toca".

El singular escenario ha logrado cautivar a gente "en todo el mundo", en países como Australia, Israel, España o Francia, donde "mucha gente está interesada en traerlos o construir un pianódromo por sí mismos”.

En la actualidad hay dos de esos recintos en Edimburgo y otro en proceso en la ciudad estadounidense de Charlotte (Carolina del Norte), donde su colega Matt Wright se encuentra para ultimar los detalles.

ECONOMÍA CIRCULAR

En el proceso vieron que muchos pianos “todavía estaban en buenas condiciones”, y con algo de cariño -afinar y arreglar un poco- “están perfectos para volver a la comunidad”, algo que tratan de hacer a través del programa "Adopta un piano".

“Algunas personas vienen y donan el suyo propio”, explica a EFE Shona MacArthur, una de las voluntarias y responsable del programa, así que “ese viejo piano puede ir a una nueva casa.”

De esta forma “en vez de ir al vertedero, va a alguien que busca un piano”, y tras la elección se sugiere una donación a la organización, que depende de la calidad del instrumento elegido, pero suele estar en torno a 50 libras (56 euros), que ayudan a mantener la iniciativa.

“Promovemos una economía circular”, afirma Vincent-Smith.

Pianodrome es un espacio para “compartir la creatividad”, haciendo bueno su lema de que “ningún piano es basura, como ninguna persona es 'amusical'”, dice el músico, para quien “el sonido vino antes que hablar” y la música es “una experiencia fundamental para el ser humano.”

En última instancia, esta comunidad formada alrededor de estas criaturas de madera se alinea con el uso responsable de los recursos, que choca con la concepción existente "desde la Revolución Industrial y colonialismo, de que son ilimitados.”

“Esa idea está llegando a su fin. No podemos seguir destruyendo el medio ambiente de la forma en la que lo hemos estado haciendo”, sostiene.

“Somos una pequeña muestra -dice Vincent-Smith-, pero si esto es lo que puedes hacer con pianos, qué no se podrá hacer con otros recursos”.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...