Nathy Peluso en Madrid o la consagración de una diva

Por Marcel GuinotMadrid, 10 dic (EFE).- Nathy Peluso ha desplegado este sábado todo su arsenal artístico para despedir por todo lo alto la gira de su disco ‘Calambre’, en una actuación poderosa y radioactiva en el Wizink center de Madrid en la que se ha consagrado, con ayuda de una potente escenografía y el talento de los músicos acompañantes, como diva del panorama musical hispano.

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Se equivocan quienes encasillan a la artista argentina en el cajón de sastre de la música urbana, el ambiguo y errático término utilizado por la prensa para englobar, en una misma esfera, géneros y subgéneros como el rap, trap, reggaeton o R&B.

Yerran y lo seguirán haciendo, porque si algo ha demostrado ante las miles de personas que la han acompañado en Madrid es que, de haber una etiqueta acertada para su forma de ser y estar en la música, sería la de diva rapera y salsera.

Una diva rapera y salsera, pero también eléctrica, tanto como sus movimientos y pasos de baile a lo largo de todo el espectáculo.

Reivindicando orgullosa su tradición rapera, entremezclada con el excentricismo y la actitud desafiante que caracteriza su pose pública, la argentina ha repasado temas icónicos de los últimos tiempos, como ‘Buenos Aires’, ‘Mafiosa’ o la recién estrenada ‘Estás buenísimo’.

Mención aparte merece su sesión con su compatriota Bizarrap, el pico viral de su carrera hasta el momento, cuyas frases más conocidas -”una perra, sorprendente, curvilínea y elocuente”- han retumbado en las paredes de un Wizink center prácticamente lleno, previa introducción en forma de ‘remix’ de ‘Candy shop’, buque insignia de 50 Cent y el rap.

También la interpretación de un tema dedicado, implícitamente, a quienes la vieron crecer como rapera cercana al colectivo CraneoMedia; uno de esos que, alcanzada la fama, pareciera que no iba a sonar nunca más: ‘Corashe’.

La argentina ha tenido tiempo de darse un capricho con su versión de la histórica ‘La despedida’ del rey de todos los reggaetoneros, Daddy Yankee, que todo el mundo ha coreado en uno de los momentos más catárticos de la noche.

Nathy Peluso es la misma que repite con rabia “carajo” cuando recuerda a la gente que le pidió que se callase en algún momento; la que bebe un largo trago de ron a palo seco sin torcer el gesto y ofrece un vaso al público; y la que regala rosas a sus fanáticos, aunque esta noche por última vez.

“Llevo años regalando rosas a mi gente y hoy es el último ritual, así que el que se la agarre.. Ay dios mío…”, ha clamado antes de lanzarlas a los presentes, en la última parada de un viaje que ha durado dos años, el tiempo que ha estado de gira con ‘Calambre’.

Tres rosas que, en un viaje hacia la primera fila del público, le han sido devueltas por una seguidora.

Y después de hacer saltar y vibrar a todos en todo momento, y justo antes de ese momento en el que el abatimiento físico enmudece a quienes lo dejan todo en un concierto, Nathy Peluso se ha despedido con su versión de ‘Vivir así es morir de amor’, muriendo de amor todos los presentes -ella incluida- por lo que acababan de vivir.

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