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El viernes 4 el Teatro de las Américas se vistió de luces de diferentes colores y de instrumentos por todo el escenario para recibir a la gente que asistió al encuentro vívido con las canciones de “Corazón mediterráneo”.
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Cuando pasaron minutos de las 21:00, una orquesta salió volando por los parlantes para dar paso a Víctor Riveros quien, micrófono en mano, entró caminando y cantando para tomar su lugar en el medio del escenario. Con “Patria abierta” abría el concierto de presentación de su quinto álbum de estudio “Corazón mediterráneo”.
Como dice la canción, que hay que “caminar sereno y enfrentar los miedos”, así ingresó Riveros a escena, con un andar sereno y llevándose por delante cualquier miedo, ya que para armar un disco y presentarlo hay que sacarse miedos de encima.
El público, que casi llenó el teatro, aplaudió con intensa emoción al cantante que se mostró muy agradecido. Explicó que dicho tema lo cantó solo ya que la grabación la realizó la Orquesta Sinfónica Nacional. “Imaginemos volando por el espacio a los miembros de la OSN”, dijo entre risas, para dar gracias también a su participación en el álbum.
“Estoy feliz de compartir con ustedes este material así que disfrutemos”, manifestó luego para dar paso a su maravillosa banda conformada por Sergio Cuquejo en teclados, Juan Pablo Giménez en bajo eléctrico, Luis Chaparro en batería y percusión, y Seseu Duarte en acordeón.
El show siguió con la tierna “De la tierra”, donde Víctor cuenta una historia inspirada en la niñez de su madre. La calidez y claridad del acordeón con una línea protagonista, logra transmitir ese sincero homenaje a los sueños de quien dio vida al artista.
De este melódico tributo el show dio un salto a la rítmica “Contraseñas”, un tema que indaga en la tecnología y que aprovecha para reflexionar sobre la instantaneidad de las cosas. El crepitar del fuego se hizo presente, seguidamente, en “Pyhare tatypype”, una bella y pícara canción que en el disco Víctor comparte con Melissa Hicks.
Cuando la música crece en compañía
A medida que las emociones iban creciendo también Víctor se iba soltando, es que presentar en sociedad un nuevo trabajo que es parte de su sentir y sus sueños, es tremenda ocasión. Por suerte, el artista tenía el abrazo de sus pares para saber que este evento era su fiesta y le correspondía disfrutar.
En este marco llegó su querida amiga de tantos años, la gran cantante Lidia González. La alquimia entre la cristalina y sentida voz de Víctor y el vozarrón de Lidia resultó en un excelente dúo para “Días de paz” y “La llave”. Recordaron también sus días juntos en la banda Síntesis, donde empezaron a dar sus primeros pasos en la música. Es realmente hermoso verlos más vigentes que nunca.
En este tramo se incorporó también el arpista Sixto Corbalán, quien dotó de su excelencia a las canciones y tuvo su momento para presentar una obra propia: “Brisas del Este”, porque de eso se trataba también este concierto, del demostrar que compartiendo es cuando todos crecen.
“Me encanta la música de Víctor, tiene algo especial que la hace singular, entonces la hago parte mía también”, dijo en ese momento Sixto, quien aprovechó para felicitar al artista por el nacimiento de un nuevo álbum.
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Más tarde llegó el tiempo de invitar a otro amigo y colega. Fue así que ingresó Nino Rodríguez a sumar su voz cómplice en temas como “Guerra Guasu rire” y “Tambor Kamba Kua”. Con estas dos canciones, Riveros demuestra también su línea de pensamiento y su compromiso con temas sensibles. Pensar en la Guerra Grande y qué nos dejo más allá “de los dolores que produjo” o apreciar la rica cultura afro que habita en Paraguay, son así temas que le interesan y sobre los que nos canta.
Tras los aplausos que llegaban con energía, Nino dio gracias y contó a la gente que Víctor es para él como un mentor en su camino por la música. La alegría de la unión era tan palpable que traspasaba del escenario al público, que se veía igualmente emocionado.
Canciones para ser vividas
La noche también acogió canciones que no eran del nuevo trabajo, ya que claramente Víctor tiene una trayectoria que incluye más creaciones. Así llegaron obras como “Mbarakapupe”, “Flores para José Asunción” y “Paraguay rembe’y”, donde Víctor dejó volar a una banda que destiló maestría en cada solo. El artista los miraba con una mezcla de emoción y gratitud que representaba un placer ver.
Volviendo al nuevo álbum llegaron “Momentos” y “Corazón mediterráneo”, que la gente supo disfrutar y recibir con buenos oídos.
Pero como todo tiene un fin, este último tema marcaba el cierre de un impecable concierto. Aunque la gente, levantada de sus asientos y con las palmas en alto, pidió más. Fue así que Riveros invitó a cantar el coro del tema que da nombre al disco, en lo que fue el cierre de una gran fiesta de la música.
Así se cristalizó ese espíritu de cantar todos juntos, y la felicidad, el amor, y la amistad sobre lo que Víctor también tanto canta, quedaron retumbando en el aire y de seguro acompañando a cada uno de vuelta a sus hogares, con renovadas energías tras una gran muestra de pasión y compromiso por la música.