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Esta tercera y última gala estuvo enfocada en conjuntos folclóricos tradicionales, aquellos que continúan el legado de grandes artistas manteniendo viva una forma tanto de cantar como de ejecutar el arpa, con un repertorio de obras que sobreviven al paso del tiempo como símbolo de nuestra identidad.
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La primera propuesta en subir a escena, minutos después de las 18:30, fue la de Alberto Benítez y su grupo Secuencias, quienes hicieron resonar por todo el Municipal obras como “Asunción”, “Silbido nocturno”, “Punteada okara”, “Merceditas”, entre otras, desatando enseguida el acompañamiento de la gente con las palmas al compás.
La arpista y compositora María Belén Cristaldo Alvarenga subió luego a escena para arrojar su virtuosismo, carisma y gracia en piezas como “Jazmín pokoví”, “Panambí verá”, “Chiní” y más, acompañada de la guitarrista Naomi Benítez.
La noche continuó con la presencia de Víctor Simón y Los Ribereños Paraguayos, quienes recibieron silbidos y fuertes aplausos de fiesta al son de obras tanto paraguayas e internacionales, tales como “Che paraguay”, “La malagueña” y “El mariachi”, en los que desplegaron todo su encanto.
Después fue el turno de Elías Balbuena “El bordonero de oro” y el Dúo Quiñónez-Ayala, quienes despertaron sentimientos de nostalgia y alegría con temas como “Tu ausencia”, “Hasypeteiko che rechaga’u”, y otros.
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La tradición viva de México llegó más adelante con los únicos invitados internacionales de la noche: el emblemático conjunto Tlen Huicani, oriundo de Xalapa, Veracruz, encabezado por su fundador, el arpista Alberto de la Rosa, quien está desde la primera conformación del grupo en 1973.
Engalanados en coloridos ponchos y con sendos instrumentos como el arpa jarocha, guitarrón y jarana, los artistas ofrecieron un recorrido por ritmos tradicionales de su país como también creaciones más actuales, al son de “La bamba” o “Ni contigo, ni sin ti”. Tampoco dejaron pasar la oportunidad para homenajear a nuestro país con su interpretación de “De México a Paraguay”.
El final estuvo a cargo de Desi Larrosa y su grupo Los Ídolos Legendarios de Piribebuy, quienes elevaron la máxima expresión de folclore tierra adentro, interpretando composiciones como “Te añoro Piribebuy”, “Reservista Itá”, “Taiconte che añomi”, entre otras, con el acompañamiento de las palmas a rabiar de un público emocionado y encendido.
Así terminó la tercera noche de un festival que demostró, una vez más, los diferentes senderos que recorre el arpa y cómo un instrumento puede ser la simbología de la diversidad. En sus cuerdas han sonado estilos tan ricos como el jazz, la polca paraguaya, la guarania, el son jarocho, entre muchos otros.
Esta quinceava edición puso en la vitrina, una vez más, a un instrumento que significa mucho, pues más allá de lo que logra con los sonidos que ofrece, es también sinónimo de hermandad, de celebrar lo que nos une, de disfrutar la música y el talento de quienes la ejecutan.
El arpa es también todo lo que sucede alrededor de ella, es un lugar donde no existen fronteras geográficas que nos dividan, es un puente de conexión con el amor a la música como principal cimiento.