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Chechu tiene vívidos recuerdos de corretear por la carpintería de su abuelo en su natal Formosa. Entre la construcción de guitarras y violines no faltaban las peñas donde sonaba desde folclore, pasando por jazz, hasta tango. Esa conexión con la madera, una génesis de la creación sonora, fue importante y definitivo para la artista.
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Tenía 3 o 4 años cuando recibió su primera guitarra y ya a los 5 subió a un escenario de la mano de su tío, quien le enseñó a tocar “Misty” pero “en una sola cuerda”, según recordó riendo Giménez. Esa vez tuvo “un flash” en el escenario y en el encontrarse con el público.
La experiencia “católica” por cuestiones familiares y culturales no faltó. El coro de la iglesia, no obstante, fue un lugar para que ella desarrolle la ejecución de la guitarra. A los 15 años tuvo su primera banda de covers y no hubo lugar en Formosa donde no hayan tocado.
Luego vino el capítulo de estudiar Psicología en Corrientes, pero se quedaba “peñeando” con sus amigos chamameceros. La música siempre estaba ahí. Dio otro paso yendo a Buenos Aires a estudiar Musicoterapia, camino a entender la conexión entre ese arte y las emociones.
Pero no fue cuando compró un charango por la web “Mercado Libre” que empezó a confirmarse todo. El que le vendió el instrumento había integrado la banda argentina Zimbabwe. Le dijo que necesitaban una chica que tocara la guitarra e hiciera coros. “Ahí empecé a ir de gira y me dí cuenta de que eso era lo que quería hacer”, afirmó.
“El vinilo”
Más adelante, con su iniciativa, alrededor de 2015 inicia un ciclo de música en el barrio de San Telmo. Es ahí donde conoce a Nano Basadoni (guitarra eléctrica) por medio de un amigo que le insistió en que debían cruzarse. “Yo digo que fue amor a primera zapada”, expresó.
Y fue también gracias a otra insistencia, la de Nano, que la chica que hasta el momento cantaba covers entendió que podía y debía expresar sus propias visiones a través de la música. “Él me dice: ‘che, tenés temas tuyos, hacelos’. Ahí fue que se me abrió una puerta, porque siempre fui muy insegura (todavía las tengo a mis inseguridades, las trabajo un montón) y él fue quien me animó a mostrar algo muy mío. Yo antes no le mostraba nada a nadie. Tenía cositas pero no le daba mucha cabida. Ahí empezó todo”, contó.
“Vinilo era mi gato”, explicó entre risas la artista. Esto llegó cuando debían ponerle un nombre al proyecto. Lo eligió porque su gato “era un gran compañero”. “Vinilo viene a ser un sinónimo de compañero para mí. Cualquier persona que sea parte del proyecto forma a ese señor Vinilo. Ese ente”, indicó.
El camino a contar su propia historia
“Tiempo de ver” es el primer álbum largo de Cecilia y el Sr. Vinilo y, al decir de Chechu, tiene muchos componentes personales en la lírica. “Siempre fui muy emocional, de querer investigar y analizar, preguntarme ‘por qué' muchas cosas. Siempre me gustó escuchar. Tenía cuadernos, diarios donde escribía”, refirió sobre sus procesos.
Dio un ejemplo sobre la canción “Escalones rotos” que surgió luego de que haya atravesado un ataque de pánico sin siquiera saberlo, pero componer fue para ella un alivio.
“Hoy le puedo poner un nombre y era un ataque de pánico o de ansiedad. En esos momentos no se hablaba mucho de eso. No tenía nombre para mí. Estaba muy mal, me fui a bañar, me tiraba agua fría, no entendía qué me pasaba, entonces agarro la guitarra y me pongo a tocar temas de Spinetta, porque me gusta mucho, y me pongo a sacar temas para despejarme. Ahí empecé a escribir lo que me pasaba y me salió de una esa canción”, relató.
“Escribo para poder sacar lo que me está sobrando en el cuerpo. Es una forma de bajar la data que a veces nos sobra y que nos abruma un poco. Me salen así las canciones, cuanto tengo un pico de algo, una emoción fuerte. Es una re catarsis”, profundizó.
Sobre el primer álbum, recordó que fue grabado en tres días pero que hoy eligen otra forma de grabar, sacando los nuevos temas como “Lurano” o “Días de soledad” de forma más pausada. “No pienso en la forma de un disco, creo que se está formando de a poco. Le dedicamos otro tiempo para buscar texturas, colores y me gusta mucho más, es más introspectivo me diría”.
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Abrazar los procesos
Para Chechu es importante vivir cada proceso, darle su lugar y entenderlo. Como grupo, incluso, dijo que pasaron por momentos de dudas respecto a seguir o no, pero siempre aparecen señales para continuar. Así, supieron sortear problemas personales, siempre estando seguros de que la música es la guía.
Tanto “Lurano” como “Días de soledad” y un próximo tema que saldrá llamado “Un mañana” hablan de rupturas en cualquier contexto, de asumir situaciones y de reconocer errores, siempre mirando hacia adelante. Pero según la artista, cada canción le ayuda a sanar.
“Lurano” fue llamada así por la conjunción del planeta Urano con la Luna, siendo ella una persona que gusta de la astrología y de entender el significado de las cosas. En ese sentido, explicó que incluso la parte instrumental fue grabada como si fuera un ritual. Todos sus amigos estuvieron reunidos en el estudio, se pusieron los micrófonos en círculo, apagaron las luces y ellos, descalzos, empezaron a tocar e incluso aullar como lobos. “‘Lurano’ era un ritual de sanación, de despojo”, señaló.
En tanto “Días de soledad” tiene la colaboración del músico argentino Julián Baglietto, quien conformó la banda Huevo, de la cual Chechu era fan.
No sabía cómo y sin conocerle, ella estaba segura que él podría colaborar en la canción. “Yo soy muy de dar por hecho las cosas y quiero concretar”, afirmó con gracia. Fue así que lo abordó por Instagram y entre sus tiempos él accedió de muy buena manera. “Cuando hagamos una presentación mi idea es invitarlo a cantar”, dijo, ya que aún no lo conoce personalmente.
Así, estos temas son para ella parte de un proceso de aprender muchas cosas. “Es un proceso de limpieza espiritual y emocional. Tiene mucho que ver con la oscuridad y el salir a la luz, romper vínculos que estaban a mi alrededor. A veces es difícil verse entera”, pensó.
En ese sentido, agradeció poder estar acompañada de gente que la rodea de amor y contención. Habló de la responsabilidad afectiva y de valorar los procesos con los vínculos. “Se aprende de todo, incluso de lo que no tenés que hacer”, aceptó.
Pero gracias a su esfuerzo y no decaer, a Cecilia y el Sr. Vinilo le llegaron muchas oportunidades de conectar desde sus canciones. El año pasado el grupo se erige como uno de los ganadores de la convocatoria Festival Ciudad Emergente, convocatoria en la que casi no participan, pero tanto su novia como Nano insistieron y terminaron quedando.
Chechu aceptó esa señal y sigue atenta a todo lo que sucede, como cuando al local donde trabaja vendiendo camisas llegó “un señor” que tenía una banda. Él le cuenta que tenía un show y ella le ayuda incluso a elegir una camisa. Era Fer Caloia, baterista de Turf, grupo que estuvo separado por ocho años. “Se separaron cuando estaban por hacer un Luna Park, en la cresta de la ola, no iban a volver nunca más. Ahora volvieron y ya están haciendo giras, todo eso me hizo pensar”, reconoció.
Un nuevo sendero
En este nuevo trayecto todo lo que hacen viene de “pensar bien” en los pasos y en las decisiones, señaló Giménez. La artista pronunció en que hablar y empatizar son cosas fundamentales para trabajar desde la sinceridad.
En este contexto traen un nuevo show pensado desde otra búsqueda sonora y emocional. En dicho marco, Chechu y Nano se presentarán en formato dúo, en un concierto con componentes que mezclan lo acústico y analógico con lo digital, en coproducción con Juan Ignacio Borsato, con el trabajo de Jajo en visuales y Adrián Nenning en sonido en vivo.
Esta gira de tres shows en Paraguay y un toque en Formosa esta noche, producido por Stefy Ramírez y La Vieja es Cool respectivamente, será para ellos un nuevo camino. “Esta gira me da mucha fuerza. Antes estaba con ganas de darle una pausa al proyecto y seguir como solista, porque yo no voy a parar, sé lo que quiero, trabajé mucho para llegar a ser esta persona. Pero la gira ocasionó esto. Moviendo fichas aparecieron otros personajes. Una cosa energética muy loca”, planteó.
Finalmente invitó a la gente a “sentir” con ellos. “Me da mucha intriga, nunca toqué en Paraguay. Siempre compartir las canciones es algo nuevo, muy nutritivo, conocés cosas nuevas de vos, de los otros, ves qué pasa cuando tocas. Que vengan a navegar con nosotros en esta introspección”, concluyó.
El concierto en La Serafina (Eligio Ayala 907) será este viernes 23 y comenzará a las 21:00. El acceso será libre y gratuito. En La Chispa (Estrella e/ Colón y Montevideo) actuará el sábado a las 22:00, como parte del Festival Floreciendo el Asfalto.
Más tarde se presentará en El Bosque de los Artistas (Avda. España c/ Gral. Santos), a las 23:00, donde compartirá escenario con la paraguaya Lucero Sarambí. Entradas anticipadas a G. 30.000 se pueden conseguir al (0982) 224094. En puerta costarán G. 40.000.