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Hay varios ingredientes que hicieron de esta una atractiva y disfrutable gala. Desde el notable talento de esta generación de cantantes líricos interpretando y pisando el escenario con solidez, hasta la evidente emoción y el notable amor puesto en este concierto, ya que la alegría que irradiaban por estar ahí, mostrando a la gente lo que saben hacer, era contagiante.
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En esta ocasión se presentaron seis cantantes: Evelyn Carreras, Lorena Gómez, Ana Benítez, José Mongelós, Carlos Lezcano y Juan Ángel Monzón. Con esta variedad y número, lo maravilloso fue poder evidenciar cómo cada uno tiene componentes que los diferencian y hacen únicos, desde los colores de la voz y las personalidades.
Pero sobre todo, algo que hizo coronar esta propuesta, también dirigida por Willian Aguayo y Juan Carlos Dos Santos, fue el hecho de que el repertorio estuvo conformado por varias de las piezas más desafiantes de las óperas más afamadas e interpretadas en el mundo, y si de estas obras han podido salir todos airosos es porque están a la altura de dicho desafío y mucho más.
Un abanico de colores y sentires
La gala empezó apropiadamente con una obertura, específicamente de la ópera “Don Giovanni”, de Mozart, ya para introducirnos al movilizante mundo operístico. Dentro de la misma obra siguió el dúo “Ma qual mai s’offre oh Dei”, a cargo de la soprano Lorena Gómez y el tenor Carlos Lezcano, quienes abrieron el camino de calidad por el que transitaría todo el concierto.
Gómez volvió en otras ocasiones para “Casta Diva”, aria grandiosa de la ópera “Norma” (Vincenzo Bellini), conocida por su dificultad técnica y la exigencia de compromiso emocional; y “O mio babbino caro”, otra aria pero de “Gianni Schicchi” (Giacomo Puccini y Giovacchino Forzano). Romance, tristeza absoluta, drama. Todo eso supo condensar Gómez en dos interpretaciones que conmovieron hasta lo más profundo.
Carlos Lezcano, por su parte, tuvo a su cargo “Una furtiva lacrima”, romanza de la ópera “L’elisir d’amore” (Gaetano Donizetti). El cantante, quien está próximo a cursar un masterado en el Liceu de Barcelona, se destacó con su su participación dotando a su canto de extrema ternura y melancolía, algo que sin dudas tocó corazones.
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Al escenario llegó también José Mongelós, un paraguayo que desde hace mucho tiempo viene abogando por la difusión del canto lírico y la ópera en el país, pero que también entiende de la formación en el exterior para estar punta a punta con otros países.
Él hizo “Recondita armonia”, de gran demanda vocal, y la desoladora “E lucevan le stelle”, ambas arias para tenor de la ópera “Tosca” (Giacomo Puccini). Mongelós resolvió estas piezas con maestría, haciendo notar que su constante estudio lo lleva a sonar cada vez mejor.
Pero sus ganas de desplegar la ópera por el mundo no terminan ahí, ya que en esta ocasión vivenciamos su debut como director de orquesta. Su chispeante pasión al cantar la trasladó a la batuta, conduciendo con notable pericia la obertura de “Carmen” (Bizet), y de esa misma obra al barítono Juan Ángel Monzón con “Votre toast” o “La canción del toreador”, haciendo de la canción un placer de interpretación, ya que logra trasladar el sentir glorioso a cada paso que da, y con el emotivo “Prologo”, de “Pagliacci” (Ruggero Leoncavallo).
Anteriormente Monzón hizo la hoy muy popular aria “Largo al factotum”, de la ópera “El barbero de Sevilla” (Rossini). La complejidad técnica y la comicidad confluyeron en su voz con suma facilidad.
Mongelós también dirigió a la OSN mientras Evelyn Carreras se robó la escena con “Un bel di vedremo”, de “Madama Butterfly” (Puccini) y “Sì, mi chiamano Mimi”, de “La Bohème” (Puccini). Esta intérprete vive el canto con todo su cuerpo. Al entrar se roba todas las miradas y al abrir la boca y mostrar cómo domina el torrente vocal que tiene, conquista cada aplauso y encandila. A dúo con Mongelós hicieron la romántica “O soave fanciulla”, de la misma obra, llevándose una ovación de la gente.
Una participación fugaz pero realmente muy buena la tuvo Ana Benítez, soprano que está formándose en Rusia, y que trajo su cuota de talento a esta gala con la canción del personaje Olga, de la ópera “Rusalka”, del ruso Aleksandr Dargomyzhski.
Con el público extasiado, evidentemente contento por tener a estas voces en el escenario dando todo de sí, se acercaba el final. José Mongelós expandió su fuerza con “Nessum Dorma” (”Turandot”, Puccini) y luego, a cargo de todos los cantantes a excepción de Ana, hicieron la celebratoria “Brindisi”, de “La Traviata” (Verdi) y la infaltable canción “‘O sole mio” (Capurro-Di Capua).
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Este recorrido por arias, romanzas y canciones demostró así que el canto lírico tiene calidad y mucho potencial. Estos artistas, en sus diferentes trayectorias y carreras, están sembrando también semillas para inspirar a futuros cantantes. Si bien en Paraguay puede ser un camino sinuoso para esta escena, siempre hay brillo al subir al escenario y recibir el aplauso de la gente. Ojalá haya más galas para conocer a talentos y se siga apostando por la ópera.