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Afuera un frío y una leve llovizna conformaban el paisaje de la noche asuncena. Un clima que se transformaba en su opuesto automáticamente al cruzar las puertas del teatro, donde la gente empezaba a llegar y, entre saludos, abrazos, se disponía a esperar el momento de “ver de nuevo” a la artista mexicana quien vino en el marco de una gira que eligió llamar “Vernos de nuevo”.
Esto para ella tenía su propio significado, ya que estuvo en un periodo de no realizar más giras y no plantear un disco propio con música nueva, a excepción del que sacó en 2019 pero que correspondía a una obra de teatro, “La enamorada”, que protagonizó en Buenos Aires. Mientras que para nuestro país tenía también su significado personal, para quienes la vieron las primeras veces este sería un esperado reencuentro, pero además sería una primera vez para los que fueron descubriendo su música después.
Pero antes, como preámbulo, una gran carga emotiva fue la que tenía contenida la telonera, la cantante nivaclé Bianca Orqueda, quien arremetió con el sonido único de su voz, con sonrisas, con sus historias y por supuesto con sus canciones. Ella mezcla el español con su lengua nivaclé, y en canciones que oscilan entre la balada y el pop, sorprende.
Hizo temas que ya lanzó en plataformas como “¿Dónde estás? (Talhov’e)”, “Duele (Oitej)”, “Ni más ni menos (Isesh’in)”, entre otros, alternando con historias de su comunidad en el Chaco, pidiendo respeto a su pueblo ancestral, recordando a su madre y abuelas, para finalizar su presentación haciendo su homenaje a Venegas con su versión de “Me voy” y una parte de la canción traducida al nivaclé, algo que hizo explotar al público quien la despidió con fuertes aplausos.
Julieta: ternura y fuerza
Unos quince minutos después de las 21:00 pasaron cuando las luces se volvieron a apagar y el telón empezó a abrirse muy lentamente, sin querer o de manera intencional, aportando más ansiedad a la espera. “Ilusión”, de su álbum en vivo MTV Unplugged grabado en 2008, fue la canción elegida para empezar esta travesía, con Julieta sentada detrás de un gran piano de cola al costado izquierdo del escenario.
Así descubrimos también que venía en un formato trío que fue fundamental, ya que ella no necesitó “apoyarse” en los músicos como una protagonista, sino que para ella era algo natural el ensamble en el que cada parte era importante. Panky Malissia en batería, octapad y programaciones y Belén López en contrabajo deslumbraron con su solidez.
¡”Han pasado muchas vidas Asunción!”, exclamó Venegas al finalizar esta canción y pensando en todo el tiempo que pasó y en cuánto podemos cambiar todos en tantos años. “Despedida” y “Bien o mal”, continuaron en el repertorio, mechado con palabras de una Julieta Venegas muy comunicativa y graciosa, ya que dijo que durante la noche compartiría varias de sus teorías.
Antes de hacer “Los momentos”, explicó que el tema fue inspirado por el poema “Lo perdido”, de Jorge Luis Borges, y que tiene como concepto central el miedo y todo lo que perdemos por sentir eso. “Bien dramática”, dijo por ella misma y el público rió en conjunto.
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El momento del acordeón llegó con “Original” y “Ese camino” y fue muy celebrado por la gente, ya que ella saca a relucir su virtuosismo y su relación con un instrumento que ella bien supo insertar en el “mainstream” del pop latino. Luego se calzó una guitarra, que sonó luego de superar problemas técnicos que ella supo hacer pasar con su gracia, para hacer “Debajo de mi lengua”, sobre las palabras que decimos y que no decimos. “Algo está cambiando” sonó luego, con la gente de gran coro.
Después vino uno de sus temas más nuevos y que formará parte de su nuevo disco. Se trata de la canción “Caminar sola”, que según contó nació luego de una noche en que estaba de fiesta con amigas, al verse con miedo de volver sola caminando por las calles de la ciudad. Ella retrató esa frustración y enojo en una música que se vale de la potencia de la percusión, el contrabajo y un piano punzante. “No puede ser”, dijo ella sobre el hecho de que el miedo esté presente en una mujer por volver a su casa a la hora que sea.
“Ya conocerán”, en una increíble versión en piano muy diferente a la grabación original, “Amores platónicos” y “Dos soledades”, continuaron después retratando la facilidad de Julieta para hablarnos y cantarnos de corazones rotos e ilusiones, nostalgia y soledad, temas comunes en casi todas sus canciones pero que ella afirma son inherentes al ser humano.
Nuevamente en el plano de reversiones, algo que es destacable porque dio un ropaje nuevo a muchas canciones con arreglos distintos, llegó “Lento”, en clave de jazz orquestal. Con la gente encendida hizo después “Eres para mí”, para estrenar en Asunción otro tema nuevo: “Mismo amor”, donde Julieta sentada al piano se movía al son de un electropop contagiante.
El único cover de la noche llegó cuando ella se calzó un ukelele, en el tramo “mexicanísimo” de la noche. “Canta, canta, canta”, del compositor mexicano José Alfredo Jiménez, y que ella enseñó para que la gente la acompañe. “Las canciones despechadas son terapéuticas”, bromeó sobre el tema del que habla la canción.
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“Mis muertos”, grabado para el disco de la obra “La enamorada”, vino después en uno de los momentos más emotivos, ya que allí ella agradece por la vida de todas las personas que ya no están y que han significado algo importante. El tramo final se daría con varios hits como “Me voy”, “Andar conmigo” y “El presente”, que el público demostró conocer palabra por palabra.
La despedida se dio pero correctamente para cumplir y regresar al estridente pedido de “¡otra, otra, otra!”. Julieta se sentó al piano y concedió un deseo, ya que alguien del público gritó insistentemente en varios tramos por una canción. Era “Mujeres”, y qué privilegiados fuimos porque explicó que no estaba incluida en la lista. Pero pareció tan oportuno porque el tema habla de que la mujer solo debe ser linda y sumisa.
Allí ella contó que el movimiento feminista de México la inspiró mucho y que no puede ser que sigan habiendo acosos, abusos, desapariciones o asesinatos de mujeres, por lo que cantó por todas ellas, ante el aplauso obviamente más fuerte de todas las mujeres de la sala.
Por todo lo alto el final se dio con la famosísima “Limón y sal”, para luego reunirse al medio con Panky y Belén y recibir la ovación de un público que disfrutó y agradeció cada canción. Saludando a quienes estaban más lejos, con los brazos en alto y con sonrisas, fue como salieron los tres del escenario, mientras las luces volvían a prenderse y el clima dentro del teatro nos hizo olvidar que estamos en invierno.
Así se fue Julieta, luego de una presencia para nada impostada ni exagerada, sino de una sencillez si se quiere hasta inocente, porque ella solo quiere mostrar su música y compartir los sentimientos. Su talento desbordante ya es la consecuencia y la excusa de demostrarnos su lucidez interpretativa y compositiva, que sabe compartir con sus colegas en el escenario, con quienes se divirtió y logró tocar los miles de corazones presentes.