El baterista Sam Fogarino no obstante afirmó que, en términos musicales, el regreso es menos egocéntrico y más esperanzador. “El hecho de volver a tocar juntos fue como volver a nacer, fue mejor que cualquier droga o la experiencia de besar a cualquier persona, es increíble que eso pueda pasar”, expresó.
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El músico recordó que la agrupación había finalizado en 2019 la gira del disco “Marauder” en Perú. Para marzo de 2020, cuando el mundo comenzaba a hablar de un encierro mundial, él se encontraba en su casa al norte de Georgia, Estados Unidos.
“Yo no dejaba de pensar en qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado varados en algún lugar en otro país, o que estuviésemos planeado irnos de tour, hubiera sido horrible”, comentó.
La experiencia lo hizo sentir afortunado y la música, que desde siempre ha sido su prioridad, tomó un valor aún más fuerte en su vida, pues pese a que disfruta andar en bicicleta y cocinar, lo único que “se hacía cargo de la herida” era la música.
“El hecho de que pudiera seguir haciendo música, la única cosa que quiero hacer, me salvó de volverme loco”, confiesa.
Entre la tristeza y la esperanza
Acostumbrados a ensayar en un cuarto pequeño desde su formación en 1997, para los integrantes de Interpol, entre los que también se encuentran el vocalista Paul Banks y el guitarrista Daniel Kessler, fue todo un reto hacer música a través de correos y archivos digitales.
Y fue de esa forma como la mayoría de las 11 canciones de su próxima producción, “The Other Side of Make‐Believe”, que será develada a mediados de julio, nacieron, entre las que ya se han publicado temas como “Toni”, “Something Changed” y “Fables”, que describe como positivas pero sin caer en la falsedad.
“Son reflexivas, tal vez no son tristes sino un poco en medio, como esperanzadoras. Es como alcanzar la mano de quien ayuda (…) Mucho de lo que escucho en las letras de Paul es esperanza para otras personas, no nada más para él, sus letras han sido más egocéntricas, no en un mal sentido, pero siempre hay un tema en donde él está hablando de su tiempo y creo que finalmente se está moviendo de eso y hablando desde su condición hacia los temas”, asegura.
Veinte años de sueños
Dos décadas atrás Interpol lanzó su primer álbum de estudio, “Turn On the Bright Lights” (2002). En aquel entonces las aspiraciones eran tan altas que la posibilidad de que se convirtieran en realidad le parecían a Sam nulas.
“Miro hacia atrás y me doy cuenta de lo humildes que éramos y pienso en todo lo que queríamos en ese entonces y yo pensaba en que nada de eso iba a pasar porque cuando quieres con tantas ganas algo nada pasa, al contrario, se va, y eso no nos pasó a nosotros", reflexiona.
Según dice, cuando "todo comenzó a suceder" fue cuando tomaron la decisión de venir a México para hacer su primer show, tres años después de su debut: "es difícil pensar en lo que hicimos antes de venir aquí", dice Fogarino del país que llama su "segunda casa".
Fue en unas vacaciones en las playas de Cozumel en las que su instructor de buceo le dijo lo importantes que eran para México y lo urgente que era que se encontraran con su público. Un poco escéptico, Sam sugirió hacer un concierto en el país al resto de la banda (2005) y a su llegada constataron que no se trataba de ninguna exageración.
“Aquí siento que no tengo que explicar a la banda, la gente me la explica a mí, cómo lo sienten, en la mayoría de los lugares de Europa, la gente es ‘cool’ pero no para decirte lo ‘cool que eres para ellos. En México la gente no juega, aquí la gente es honesta”, dice el músico.
El tener la oportunidad de seguir vigentes y haciendo música 20 años después de haber lanzado un álbum tan importante para la historia del rock, solo hace que Fogarino quiera cerciorarse de una cosa: “De que soy un buen hombre, por todo lo que se me ha dado”, dice el baterista.