La gira “El vicio de cantar. Serrat 1966-2022″, con la que el cantante dice adiós a los escenarios, zarpa desde la Gran Manzana con una maleta cargada de recuerdos que “va a hacer complicado el control de las emociones”, tal como reconoció el propio artista cuando anunció su despedida.
El primer recital de este prolongado adiós de nueve meses y 70 conciertos tendrá lugar en el Beacon Theater de Nueva York, con las entradas agotadas.
El mismo lugar donde ya vendió todas las localidades hace tres años, a un público principalmente de comunidades de América Latina, que no dejó de aplaudirle durante más de dos horas.
Nadie podía imaginar en aquel momento la que se le venía encima al mundo: una pandemia que ahogó el canto de Serrat y sus giras y le convenció de que lo mejor era despedirse.
Su último concierto fue el 12 febrero de 2020 en el Wizink Center de Madrid, donde actuó junto a su amigo y compañero Joaquín Sabina.
Después llegó la pandemia y a Serrat no le gustó sentirse "despedido por una plaga", así que, en cuanto vio la posibilidad de volver a los escenarios, optó por organizar una gira ambiciosa y visitar a los millones de personas que conforman su público, para expresarles su gratitud.
Serrat tiene miles de amores en cada puerto, los de sus seguidores, y ha decidido despedirse de todos ellos personalmente, empezando por los puertos americanos.
La relación de Serrat con el continente americano es larga e intensa y empezó hace 52 años cuando un joven Joan Manuel Serrat de 25 años, que ya era famoso en España, se dio a conocer en Iberoamérica con su canción "Penélope", ganadora el IV Festival Internacional de Cançao de Río de Janeiro.
En la gira que siguió a este éxito, el flechazo entre Serrat y el público fue instantáneo, sobre todo en Argentina, Uruguay y Chile, país en el que debutó en el Teatro Municipal de Santiago, en un concierto que transmitió en directo la Televisión Nacional de Chile.
Con México la relación se fortaleció poco después, cuando la dictadura franquista emitió una orden de búsqueda y captura contra Serrat, y los mexicanos le acogieron con los brazos abiertos, como habían hecho antes con los refugiados españoles republicanos.
En aquellos años, el catalán recorrió América cantando y dejándose influenciar por grandes poetas latinoamericanos como Pablo Neruda, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, al que dedicó su disco "El sur también existe".
También versionó a lo largo de su carrera a Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui y Víctor Jara, y fue crítico con las dictaduras americanas, como la de Pinochet, que le negó la entrada a Chile en 1988.
No es de extrañar, pues, que la gira que empieza mañana tenga cinco conciertos en México, dos en Ciudad de México y otros tres en Puebla, Guadalajara y Monterrey, y pase antes por Miami (EE.UU), San Juan (Puerto Rico) y Santo Domingo, y después por Colombia, donde las entradas ya están agotadas tanto en Bogotá como en Medellín, así como por Costa Rica, Chile, Uruguay y Argentina, con cuatro fechas en Buenos Aires.
Si su corazón aguanta tantas emociones, después Serrat recorrerá España y acabará en su ciudad natal, Barcelona, con dos conciertos en los que va a ser difícil contener las lágrimas, aunque el artista ha prometido dar muchas alegrías y luchar para que “a la gente no se le caiga la sonrisa de los labios”.