"Mi propósito como músico es el de unir y las guerras separan. Las guerras sacan el ego del mundo, el ego de las personas y la destrucción, la muerte", explica por teléfono Sáinz, quien el próximo 2 de abril ofrecerá un concierto en el teatro Kaufmann de Manhattan, donde interpretará las piezas de su más reciente disco, "El alma de la guitarra española".
Sáinz, de 44 años y quien vive en Nueva York desde 2001, incide también en los peligros de la ideologías: "Esas ideologías son las que nos separan, y la música une, el arte une, porque la música no se expresa en dualidades y la ideología y el ego sí".
Recuerda que cuando a los siete años sintió por primera vez "la magia" de subirse a un escenario en su Rioja natal, quedó marcada para siempre su relación con la música.
Fruto de ese embrujo, se dedicó a tocar "piececitas de niñez" en residencias de ancianos, lo que -declara- sembró la semilla que germinó en 2006 en su proyecto "El Legado de la Música sin Fronteras", a través del que ha actuado para miles de niños en todo el mundo.
Su objetivo: "Buscar un propósito de cambio social y cambiar el mundo a través de la música", comenta el artista, quien reconoce la influencia del concepto de filantropía y la necesidad de "devolver" parte de lo recibido a la comunidad, una idea presente en la cultura estadounidense.
LA PANDEMIA Y EL REGRESO A LAS RAÍCES
Para Sáinz, los dos años de pandemia, sobre todo los siete meses en los que se vio forzado a cancelar todas sus actuaciones por las restricciones, han sido "catárticos".
En ese tiempo, el guitarrista, a quien se ha llegado a comparar con el virtuoso Andrés Segovia, empezó "de forma natural" a ofrecer conciertos en las redes sociales.
"Eso te hace reconectarte, cambiar el ritmo de tu vida, replantearte y pensar, sobre todo, lo que está pasando como ser humano y como músico", apunta.
Pero esos meses, también le recordaron su propósito y le reconectaron con España, donde pudo tocar por primera vez ante un auditorio en vivo.
"Para mí ha sido también un reencuentro con mis raíces, ya que llevaba más de 25 años viviendo fuera de España y también ha sido ese volver a disfrutar y volver a reconectarme con mi voz", cuenta.
Esa catarsis, insiste, le sirvió también para crecer como ser humano.
"El Pablo Sáinz Villegas de ahora es un Pablo en su madurez, que ha pasado y ha explorado sus propios miedos y sus propias dudas, y esa catarsis a través de los años pasados me ha hecho renacer como el ave fénix de mis propias cenizas, para reencontrarme con la certeza de quién soy, de cuál es mi voz, de reforzar mi propósito y abordarlo con más determinación", agrega.
Una determinación, dice, que no es otra que llevar la música a la gente para que "en cada nota vean reflejada la mejor versión de ellos mismos", para "regalar esperanza, empatía e inspiración".
UNA "CATEDRAL MUSICAL" Y UN FESTIVAL
Producto de la pandemia nació "El alma de la guitarra española" y La Rioja Festival, cuya primera edición se celebrará entre el 14 y el 22 de mayo, con él en la inauguración y la soprano Ainhoa Arteta en la clausura.
En su disco, que llevará al escenario de la sala neoyorquina Kaufmann, interpreta trabajos de los grandes de la guitarra clásica, desde Enrique Granados a Joaquín Rodrigo, pasando por Isaac Albéniz y Francisco Tárrega.
"Son las piezas cumbre que han hecho universal la guitarra española y forman parte del imaginario musical de muchísimas personas (...). Son piezas musicales que de niño solía tocar y que en algún momento deseaba grabar porque son como nuestro abecedario, la catedral musical de la guitarra clásica española", explica.
Cada uno de los temas habla de su niñez, su juventud y su madurez y le hacen recordar el "legado, las raíces y la tradición" de maestros como Narciso Yepes y Andrés Segovia, que hicieron la guitarra universal.
Y sobre La Rioja Festival afirma que es un evento que ideó "por y para los riojanos, pero con una vocación internacional de poner a La Rioja en el mapa como un destino cultural de turismo para celebrar todo lo que La Rioja tiene que ofrecer".