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Gente encendida, emocionada por ver una vez más al grupo uruguayo La Vela Puerca, era el marco que los recibiría para darse la revancha que no pudieron ni en el ReciclArte, ni en Asunciónico. Si bien la banda visita constantemente el país, cada reencuentro con su público es una renovación de sus votos de amor.
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Una vez que salió a escena la banda encabezada por el Sebastián “El enano” Teysera y Sebastián “Cebolla” Cebreiro, se armó el fiestón. “Va a escampar” y “Sobre la sien” fueron los temas elegidos para empezar este ritual necesario para sus seguidores, quienes cantaron de principio a fin cada palabra de cada canción.
Surfeando las olas del rock, el ska punk, el reggae y ciertos matices de pop, este grupo presenta siempre que viene un sonido impecable, algo que sumado a la alegría que transmiten en escena y una conexión irreprochable, hacen de su propuesta un disfrute asegurado.
“¡No hay mal que por bien no venga!”, exclamó Teysera, para que después “Sin avisar”, “Soldado de plomo”, “La nube” y “Todo el karma”, salieran disparadas como una gran descarga de electricidad pero de las buenas, una descarga que llegaba al público y este lo devolvía, generándose así una comunión impresionante.
“¡Gracias por hacernos sentir en casa siempre!”, expresó luego “Cebolla”, un artista completo que más que cantante, es un performer por completo. En sintonía con el Enano se divierten, viven sus canciones, se desdoblan en el escenario y se entregan a su público.
La emoción solamente crecía y por el espacio y la multitud hubo un par de personas que fueron auxiliadas rápidamente y proveídas de agua. Al ver esto, “Cebolla” pidió que empiecen a repartir agua para el público y a preguntar si estaban todos bien.
Tras este gesto de atención y cuidado, el show siguió con otros temas de su vastísimo repertorio como “Un frasco”, “La madeja”, “La madriguera”, “Polidoro”, “Hoy”, entre muchos otros, haciendo así un recorrido amplio por toda su discografía.
Los vientos, trompeta y saxo, atravesaban con potencia sobrevolando las líneas de las teclas. La batería sostenía con seguridad a toda la estructura musical y, a un costado, bajo y batería conversaban y jugueteaban de manera chispeante, en tanto el Enano se intercambiaba entre una guitarra acústica y eléctrica, para darlo todo.
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“Pedro”, “Sigo creyendo”, “La sin razón”, empezaban a avisar que estaría llegando el final, pero de la marea rockera se pasó a un momento íntimo y muy emocionante. Personas en las primeras filas escuchaban embelesadas, lagrimeaban, otras lloraban con todo, sin reparos. Algunas se abrazaban mientras cantaban. En un ida y vuelta de más amor el Enano entregó “Zafar”, uno de los tantos himnos de La Vela Puerca.
El grueso setlist siguió sin más con “Vuelan palos”, “De atar”, “Y así vivir” y “Llenos de magia”, para dejar luego al Enano con su guitarra y solo una luz que lo atravesaba para hacer “Mi semilla” tras un amague de acabar el show.
Pero el grupo decidió desatar más locura con “Por la ciudad”, “El viejo” y “El profeta”. El adiós parecía definitivo pero la gente no se rendía, hasta que volvieron por última vez para cerrar el pacto con “José sabía”. Minutos después del fin, una pareja también sellaba su pacto con una propuesta de matrimonio en medio de la emoción del fin del concierto. Aplausos, más lágrimas y amor. La Vela Puerca es increíble y sin dudas su público también lo es.