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“Para mí es una alegría enorme volver a Paraguay por varias cosas, primero porque amo la música paraguaya, me fascina, tiene músicas increíbles y una cultura increíble. Me gusta mucho su gente. Siempre me trataron muy bien las veces que fui”, afirmó desde el principio Dellamea, un artista que viene transitando el camino de la música desde hace 24 años.
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Todo empezó en su Resistencia natal. Recordó haber comenzado cuando tenía tan solo 6 años de edad. Un día encontró una guitarra guardada en un armario de su casa. Ese encuentro despertó su curiosidad. Primero el instrumento entró por la vista, pero también llegó ese olor a madera vieja, guardada, a la que pronto él le daría nuevos sonidos. Sus primeros acordes se los enseñó su padre, pero su relación continuó de una forma completamente autodidacta. “Desde el primer momento fue ese mi instrumento y siento que va a ser para siempre”, subrayó.
Su “intuición” fue algo clave para desarrollar su relación con la guitarra, según expresó Marcelo. También el trabajo arduo y las ganas de tocar, hicieron que ya desde muy joven comparta escenario con artistas de la talla de Luis Salinas, Chango Spasiuk, Raúl Barboza, Jorge Fandermole, entre otros, y figuras de la música internacional como Djavan, Scott Henderson, Steve Vai, Chucho Valdés e Ismael Serrano. La música lo llevó a brindar conciertos a Europa, Sudamérica y Estados Unidos, llegando a presentarse en importantes escenarios y festivales.
Unión de caminos
El entorno chaqueño de su infancia hizo que beba de los ritmos folklóricos, pero cuando tenía aproximadamente 15 años empezó a escuchar música argentina “pero de músicos que tienen una formación más amplia”. Así, llegaron a él las propuestas del trío conformado por Lito Vitale, Bernardo Baraj y Lucho González, o de Carlos “Negro” Aguirre, Juan Quintero o Aca Seca Trío.
Fue ahí cuando su raíz folklórica se abrió a otras influencias. “Desde ahí fui escuchando música brasilera, blues, jazz. Una puerta iba abriendo la otra y fui descubriendo un montón de músicas que también me nutren y me influencian mucho, porque yo soy una persona que todo el tiempo está escuchando distintas músicas y siento también que eso se puede reflejar en mi forma de tocar”, comentó.
A la hora de pensar en cómo abordar esas fusiones, indicó que lo más importante “es poder hacerlo con criterio”, conociendo todos los mundos. Si bien podemos verlo tocar jazz, él confirma que su raíz está en la música folklórica.
Pero él observa que esta búsqueda es algo que empieza a darse desde una generación anterior a la de él y ya con todas las que vienen después, porque los músicos “vienen con una apertura muy grande”. Eso “está bueno”, calificó, pero planteó que es imprescindible que “se puedan conservar las raíces y se pueda ir transmitiendo eso a las nuevas generaciones, la música de nuestras tierras, que no nos olvidemos de eso porque hace a nuestra identidad”.
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El apego a las raíces
Tras haber lanzado el disco solista “Calle 11″ vinieron más grabaciones pero con el proyecto de música popular latinoamericana que lleva adelante actualmente: Dos Más Uno, un trío conformado junto a su hermano Hugo Dellamea, guitarrista, director y productor musical; y Ariel Sánchez, percusionista y baterista.
Un álbum homónimo y el último, “Reflejos”, demuestra esa elasticidad sonora y mental de la que habla Marcelo al pensar en abordar la raíz desde diferentes influencias. “Para mí el gran desafío es poner un pie en la tradición y el otro en la vanguardia, y cómo estar en el medio es lo más difícil y a la vez lo más lindo, te presenta un desafío muy atractivo”, enfatizó al respecto.
“Lleva su tiempo poder entender un montón de cosas para poder volcar lo que uno quiere y es un trabajo que venimos haciendo hace 10 años. Es lo que siempre quisimos hacer. Vamos a tocar músicas que tienen 50 años pero a nuestra forma, vamos a aportarle algo nuevo, algo fresco, nosotros somos de otra generación muy distinta de la que compuso esas obras. Pero eso requiere muchos años de estudio de la música, del escuchar, tener apertura, hacer análisis”, abundó.
En ese sentido, para él la creatividad es esencial. “La persona creativa, aunque estudie, nunca va a dejar de ser creativo. El que es creativo por naturaleza lo conserva. Incluso estudiando puede ampliar sus posibilidades. En mi caso siempre fui muy intuitivo pero también siempre me interesó conocer qué toco y cosas exclusivamente relacionadas a la música juntándome con gente que sabía mucho, analizando yo mismo cosas a la hora de tocar el instrumento. Hice como un balance entre lo netamente intuitivo y lo que es teórico, pero es mi forma, cada uno tendrá su forma y no desapruebo ninguna. Lo que sí digo es que está bueno cultivar la intuición, porque puede pasar que hay músicos que estudiaron toda la vida pero hace falta salir a tocar, relacionarte con otros músicos”, reflexionó.
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Ser uno mismo
“Pienso que seguramente ven en mí algo distinto en mi manera de tocar, de interpretar, de cantar”, es lo que pensó acerca de las veces en que grandes nombres se acercaron a él para pedirles o que grabe o que participe de un concierto, o que incluso forme parte de su banda, como pasó con Spasiuk.
Otras anécdotas que recuerda son con el gran guitarrista brasileño Yamandú Costa, a quien admiraba de niño pero el camino les cruzó compartiendo escenario tanto en Europa como en Sudamérica. “Hoy tenemos una relación de amistad y hablamos seguido”, contó; o con el flamenco Niño Josele. “Me lo pude cruzar en un festival en Europa y compartir con él, y así con otros de acá como Raúl Barboza, Chango Spasiuk, así tuve la suerte de cruzarme, conocer y aprender de ellos”.
“Siento que las personas que quieren tocar conmigo o han hecho cosas conmigo es porque vieron algo distinto. Porque yo creo que lo que todo el mundo busca es originalidad al fin y al cabo”, pensó. Al hablar de eso recordó que sintió en un principio tocar muy parecido al gran Luis Salinas, un “maestro” para él.
Eso le pesaba pues quería encontrar su propia forma. “Entonces empecé a escuchar más músicos de todos lados y eso me fue nutriendo para ir encontrándome a mí mismo, que es algo que lleva su tiempo, es una búsqueda constante, no sé si alguna vez se termina esa búsqueda pero está bueno darle importancia a tratar de ser uno mismo cuando estás tocando e interpretando”, remarcó.
Conectarse con la canción
Dellamea recordó una de sus experiencias en Paraguay, en 2009, cuando se presentó con Spasiuk y tuvo un momento para tocar a la gente “Che pykasumí”. Si bien era más joven, el músico planteó que siempre fue una persona que se conectó mucho con las canciones.
“Cuando uno se va haciendo más grande y viviendo más cosas sí tiene todavía más razones para cantar algo. Pero siempre fui una persona que se conectó mucho con las canciones, con las melodías y poesías. Cada canción que canté lo hice porque realmente algo me tocó adentro. Eso se puede sentir y me acuerdo que en esa oportunidad fue increíble lo que pasó. Lo sintieron como un homenaje al Paraguay y me alegró que sea así. Amo esa canción. Se volvió parte de mi repertorio así como “Mis noches sin ti”. Es algo muy lindo cuando la gente te devuelve eso del otro lado”, resaltó.
El gran momento de la guitarra
Sobre sus expectativas del evento en Hohenau, dijo que espera que sea un momento de compartir más que algo estrictamente académico. “Quiero hablarles desde mi punto de vista, contarles cómo yo vivo el instrumento. Más que una clase va a ser una especie de charla porque lo que me interesa es intercambiar información. Va a estar interesante si vienen guitarristas clásicos, que son otro mundo. Ellos tienen muchas horas arriba del instrumento, al igual que yo pero quizás de distintos enfoques. Vamos a hablar de todo, de cosas estrictamente musicales pero también me gusta que hablemos de equipamientos, sensaciones, qué pasa cuando te vas de gira. Estoy abierto a charlar de cualquier cosa”, anticipó.
Asimismo, observó que la guitarra “está en un momento impresionante” en el mundo. Destacó que “la tradición de la guitarra ahí mismo en Paraguay es muy fuerte. Siento que eso va a continuar así, irán cambiando enfoques pero yo creo que está pasando por un muy buen momento”.
Hacia el final, reflexionó que lo más importante que puede cultivar un artista es la humildad. “La gente te quiere si sos humilde, si no, te pueden admirar pero no sé si van a querer compartir algo con vos. Me parece muy importante obviamente lo artístico: tener algo para decir, que haya una historia que contar. Realmente hacerlo porque uno es sincero y no por otra cosa”.
“El arte para mí es fundamental en mi vida, es un sostén, es como una forma de escapar de muchas cosas, de drenar muchas cosas, es algo sagrado, es difícil explicarlo con palabras también. Lo siento como algo indispensable en mi vida que me nutre, me alimenta y me enseña, me ha dado muchas de las cosas que tengo hoy en día”, cerró.
Festival y Campus
Las actividades del Campus de Guitarras se desarrollarán desde el jueves 24 de febrero hasta el domingo 27 en el Parque Manantial de Hohenau, Itapúa. Mientras que los conciertos serán el 24 en el Parque Manantial y el 25 y 26 en el Auditorio de la Agrodinámica con diversos programas que incluyen a los artistas: Marcelo Dellamea, Sebastián Pompilio y Luis Zanazzo desde Argentina.
También estarán Rodrigo Benítez, de Asunción; Favio Rodríguez, de Ciudad del Este, Che Valle Dúo (integrado por Orlando Martínez y Martín Ortega) de Caaguazú y el anfitrión Vito Krüger, de Hohenau.
La noche del 26 de febrero, una de las noches de gala, será también la primera vez que la Orquesta Sinfónica Nacional se presentará en las Colonias Unidas, según destacó el organizador.
Los conciertos, como en todas las ediciones anteriores, tendrán acceso gratuito. Mientras que las charlas, clases y talleres a desarrollarse en el Campus de Guitarras serán impartidas por los maestros anteriormente mencionados. Para participar del Campus pueden contactarse a través de las distintas redes sociales del Festival de Cuerdas o al mail festivaldecuerdas@gmail.com.