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Pasaron unos minutos de las 21:00 cuando las luces se apagaron, ante las insistentes palmas de un público que ya quería que empiece el evento. El telón se corrió y los tonos de la escenografía entre rojo y cobre invadieron la sala. En el medio una gran corona confirmaba de quién se trataba la homenajeada.
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Los músicos, empuñando sus instrumentos, empezaron a arrojar las primeras notas mientras una voz en off nos contaba que en la ciudad de Arroyos y Esteros veía la luz Otilia Ramona Cañete Martínez, conocida luego como Marizza.
La reina, ataviada en un brillante vestido rojo, en composé con las vibrantes emociones de la noche, entró de la mano de la cantante Daisy Lombardo. Marizza tomó asiento en su lugar especial, a un costado del escenario, desde donde fue tanto testigo como protagonista de su propio homenaje. “Serenata suburbana” fue el tema con el Daisy rompió el hielo con una gran calidad interpretativa. “Paraguaya rohayhu” siguió en el repertorio, mientras el público acompañaba aplaudiendo, como agradeciendo las emociones que salían del escenario.
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“¡Bravo, nena!”, felicitó Marizza a una conmovida Daisy, quien brilló desde su entrada. A este comienzo potente le siguió toda la dulzura de Meli Hicks, que entre sonrisas y ojos brillosos agradeció a la homenajeada “en nombre de las mujeres por el camino que nos abriste”. Meli, quien actualmente está al frente del banda Tekove, elevó su voz en este show para ofrecer “Río manso” y “Alma guaraní”, con tanta ternura y respeto que excedió al escenario.
En un vestido largo y blanco, acompañada de su hija aún en sus entrañas, llegó después la maravillosa Susan Zaldívar para hacer “Mi paraguaya” y “Pájaro choguy”. “Gracias por el honor de dejarnos cantarte”, expresó entre reverencias Susan y tras conquistar los vítores y las palmas del público con la sutileza de una voz que sabe cuándo desatar su carácter. Ella maneja las intensidades a su gusto, demostrando la gran intérprete que es.
“Ellas son grandes estrellas. Esto es un lujo para mí y para todos nosotros”, decía Marizza y su público rugía de aprobación, como también agradeciéndole a ella por esta celebración que excedía los límites de la emoción.
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Un vuelo etéreo y tonalidades azules tenía el vestuario de Andrea Valobra, quien acorde a ello ofreció después interpretaciones sublimes, intensas e impresionantes como un mar. Ecléctica, característica de ella, saltó de la amorosa “Mborayhu asy” a una desgarradora versión de “Alfonsina y el mar”, de rodillas al lado de Marizza, como ofrendando su vozarrón en clave de vendaval.
“¡Qué talento hay en nuestro país!”, exclamaba una visiblemente emocionada Marizza entre acto y acto. No podía dejar de comentar y agradecer a cada cantante, y también tomaba de tanto en tanto su micrófono para hacer dúos, ya que si hay música en vivo, el cantar no es algo que ella pueda contener.
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Seguidamente llegó el turno de otra morena, la cautivante y juky Mirta Noemí Talavera, gran representante de nuestra música tradicional paraguaya. “Che kamba resa jajái” y “Mujer de mi tierra” fueron sus tributos musicales en una noche que solamente subía, subía y se superaba. “Hay que hacer un esfuerzo enorme para contener la emoción. Siempre quise parecerme a vos y nunca lo logré”, afirmó con sencillez, con una gran sonrisa, Mirta Noemí.
Como un tornado de ritmo y con su magnética presencia ingresó después Zuni Ramos para pasar de la alegre “A mi Arroyos y Esteros” a la explosiva y seductora “La luna y el toro”. Marizza se puso de pie para acompañar estas versiones que durante toda su carrera han sonado en su voz. Juntas se comieron el escenario y arrasaron, haciendo estallar a la audiencia de alegría. “Todo esto es espontáneo. Yo me estoy muriendo de felicidad”, exclamó la reina morena.
El arpista Marcelo Rojas pasó al frente para entregar “Carreta guy” mientras atrás preparaban micrófonos para el siguiente número. Pero en ese breve tiempo el músico fue un deleite para celebrar a este emblemático instrumento nuestro. Rojas sacó chispas a su arpa, robándose fuertes aplausos de la gente.
En una mezcla de voces impecables, belleza, baile y puesta en escena excelente, llegó el turno de las caacupeñas Las Paraguayas. Con ropas, sombreros, zapatos y hasta esmalte de uñas en rojo, blanco y azul, ellas pasearon a la audiencia por “Ángel de la sierra” y “Che kambá porã”. Los arreglos de voces haciendo armonías demostraron la gran capacidad musical y vocal del sexteto que, como todas sus compañeras, también se llevaron el aplauso sincero de la platea.
“Que las mujeres sean protagonistas” era la idea principal de este show, según confirmó Marizza luego, para recibir una ovación. Acto seguido el escenario recibió a Lizza Bogado, quien ya nos tiene acostumbrados a una pisada escénica firme y contundente. Haciendo temblar el “Ignacio A. Pane”, Bogado presentó “Un solo canto” y estremeció con “Nde resa kuarahy’ãme”. Esta última a pedido de Marizza.
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“Gracias, Marizza, por ser una gran inspiración. La emoción y la química que hay acá es increíble”, expresaba Lizza, confirmando lo que sucedía esa noche única. “Vos abriste tantos caminos para la mujer, porque a nosotras las mujeres siempre nos cuesta mucho más”, manifestó Bogado, pero reconoció que no hay nada mejor que apostar, dedicarse y sacrificarse por lo que uno ama: la música.
Ya totalmente fuera de libreto, Marizza, extasiada agarró el micrófono para hacer con Lizza una selección de polcas como “Mariposa para mí”, “Alfonso Loma” y “Paloma blanca”. Para ese momento las butacas ya no servían como asiento pues no había persona del público que se haya quedado sentada. Risas y lágrimas se veían, brazos en alto y abrazos, y la celebración de un momento de pura felicidad traducida en el público bailando y haciendo que la fiesta no esté sucediendo solo en el escenario.
“No se conoce ningún medicamento que pueda agregar endorfinas. No existen píldoras. Esta noche nuestro cuerpo está largando cualquier cantidad de endorfinas gracias a la música, al canto, al baile y al amor”, es lo que dijo Marizza confirmando lo que pasaba.
Y la gala fue realmente un derroche de endorfinas, energía y pasión, lo que se coronó en parte con la canción “Derroche”, en un arrebato de sensualidad de un dúo entre Marizza y Zuni, quien regresó para este momento candente.
Tras estos minutos de baile y alegría se hicieron presentes los nietos y bisnietos de Marizza, para entregarle una placa de reconocimiento y flores en nombre de toda la familia. La homenajeada aprovechó para felicitar a su nieta Solange quien produjo un show realmente impecable, exacto y sumamente pulcro. Un lujo de producción y una muestra del amor por el arte en la familia.
“Vos no le podes defraudar a alguien que te ama”, decía Marizza hacia el final pensando en su público, para confirmar que eso es lo que ella siempre sintió de parte de todos. Como el concierto se titulaba “A mi manera” no podía faltar esta canción emblemática que representa el modo de vivir de mucha gente y, sin dudas, el de Marizza.
Para este número todas las invitadas se hicieron presentes en el escenario, un escenario privilegiado por recibir a semejantes voces de mujeres con talento y ángel de sobra. La sensibilidad estaba ya a flor de piel y cada palabra modulada, cada frase, se convertía en un himno para cada una.
Abrazadas o de la mano, mirándose unas a otras, dedicándose quizás esta canción tan poderosa y significativa, sin que falten la risas, es como nos hicieron este regalo. En honor a la valentía y el coraje hicieron también “Paraguaya linda”.
La gente quería más y no iba a irse sin escuchar por lo menos un tema más que llegó totalmente fuera del plan. Pero las mujeres no iban a defraudar, como decía Marizza. La “Galopera” recorrió cada rincón del teatro y la gente no paraba de bailar. La música terminó, los aplausos seguían, las mujeres dejaban el escenario donde hasta hace unos segundos dejaron sus corazones.
Este concierto intachable no hubiera sido posible sin que las artistas estén arropadas en una banda excepcional, liderada por nada más y nada menos que el hijo de Marizza: Isidro “Kiko” Llanes. Integraron el grupo, además, Martín González (bandoneón), Silvio Turró (bajo), Chito Escurra (batería), Víctor Hugo Echeverría (guitarra), Derlis Yambay (percusión) y Marcelo Rojas (arpa), músicos de primera y dignos representantes de la música paraguaya.
Así, este no solo fue un homenaje a Marizza sino una fiesta de la música paraguaya y latinoamericana. Un tributo a los afectos, a la familia, a los amigos, a los vínculos que genera con su magia la música. Algo que fue ensalzado en esta ocasión por una reina de la canción y sus princesas.