En una conferencia de prensa relativa al Concierto de Año Nuevo, Barenboim afirmó que “el mundo está olvidando un poco la importancia de la música”, expresando su preocupación por la enseñanza de esta disciplina artística en los colegios.
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"Hay que recordar al mundo que la música es una de las actividades más importantes", afirmó el director, quien confió que espera que el Concierto de este año "inspire" a los políticos a pensar sobre "la importancia de la necesidad espiritual de la música para la población" y "no sólo por el coronavirus, sino en general".
Barenboim aseguró sentirse privilegiado por poder dirigir este concierto por tercera vez, tras los de 2009 y 2014, incluso con las restricciones por la covid que han obligado a reducir el aforo a 1.000 personas, todas en el patio de butacas, presente en la sala, 500 menos de las previstas hasta ahora.
Todos los asistentes deberán tener la pauta completa de vacunación (al menos dos dosis) y mostrar un test PCR de menos de 48 horas de antigüedad, además de llevar una mascarilla FFP2 durante todo el recital.
El mismo sistema se aplica al ensayo general, que se celebrará hoy, y al recital que se celebra el 31, que tienen el mismo programa que el de Año Nuevo.
Las entradas de quienes no puedan acudir por esas limitaciones serán válidas para el concierto de 2023.
“La música debe disfrutarse en directo”
"Mil personas no es ideal, pero es más que soportable", dijo Barenboim, quien aseguró sentirse muy afortunado de tener público porque "la música debe disfrutarse en directo".
"Esto va a ser muy especial en estos tiempos difíciles", reconoció. El pianista y director admitió que todas esas restricciones suponen una exigencia extra para el público, pero también recordó que para los músicos es mucho trabajo.
"Para que la música suene sin esfuerzo, hay mucho trabajo por parte de todos. De los que tocan la música y los que la escuchan", sentenció.
En el recital en la Salada Dorada del Musikverein los valses y polkas de la familia Strauss serán un año más los protagonistas del concierto que más audiencia reúne cada año a través de la retransmisión televisiva y radiofónica a casi un centenar de países.
Quince piezas aparecen en el programa oficial, seis de ellas nunca interpretadas en este tradicional recital, sin contar con el ineludible vals “Danubio Azul” y la “Marcha Radetzky”, que cierran cada año el concierto.
Además de obras de Johann, Josef y Eduard Strauss, en el concierto del 1 de enero habrá espacio esta vez para los compositores Carl Michael Ziehrer y Joseph Hellmesberger.
Baraenboim, que el año que viene cumplirá 80 años, lleva más de cinco décadas colaborando estrechamente con la Filarmónica de Viena, primero como pianista y luego en el atril.