Un colorido violín de latas de gaseosas, una tabla de skate como bajo y un timbal hecho con bidones plásticos suenan en perfecta armonía. Es la Música del Reciclaje, un proyecto que busca dar “segundas oportunidades” tanto a los residuos como a niños desfavorecidos de la capital española.
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“Yo vivía en chabolas (viviendas precarias)” y “la verdad es que conocer la orquesta me ha abierto mucho mundo (...) Yo nunca había salido de mi barrio, yo nunca había ido ni al centro de Madrid”, cuenta a la AFP Cristina Vázquez, quien con 18 años es concertino de la orquesta: primer violín y segunda al mando después del director.
“Estoy muy feliz, porque a mí me ha cambiado la vida muchísimo” , afirma la joven de largo cabello negro, ojos claros y tez morena, quien no muy convencida ingresó a los 12 años, ya que era parte de su currículo escolar en el humilde barrio de Vallecas. Ahora ni se plantea dejar la orquesta.
“Yo no sé si voy a ser música profesional (...) pero lo que quiero es seguir dando clases a los niños más pequeños” en la orquesta, dice, en referencia a la tarea que ejercen los más veteranos. “Te enorgullece un montón a la hora de que una niña pequeña venga y te diga: ‘De mayor quiero ser como tú’” .
“Escape” a los problemas
A Luis Miguel ‘Luismi’ Muñoz, la orquesta le permitió encarrilar su adolescencia en un barrio como Vallecas, de alta deserción y absentismo escolar. “En vez de juntarme con los amigos, yo sentía que me daba más escuchar música, tocarla, y poco a poco ya lo he tomado como una manera de vivir” , dice este alto joven de 18 años, con el pelo corto y decolorado, para quien pertenecer a la orquesta “es estar con tu familia, haciendo lo que más te gusta” .
La música “ha sido mi escape de los problemas de la vida”, explica Luismi, quien dice verse en unos años como profesor “de los chiquitines” en la orquesta y “percusionista flamenco” profesional.
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Tras un parón por la pandemia del covid-19, la orquesta tenía previsto ofrecer un concierto este jueves en Madrid, pero ante la escalada de contagios, la organización lo postergó hasta el próximo año.
Trampolín a una carrera musical
Este proyecto social de la oenegé medioambiental Ecoembes se inspira en la orquesta de Cateura de Paraguay, en la que niños pobres fabrican instrumentos con basura de un vertedero al lado del cual viven. Han dado conciertos por el mundo, incluido en Madrid.
En 2014, Ecoembes trajo a Madrid a la orquesta de Cateura y se preguntó: “¿Por qué no aquí? Problemas sociales y problemas económicos los tenemos mucho más cerca”, recuerda el argentino Víctor Gil, director de la Música del Reciclaje, creada ese año.
El primer concierto vino apenas cuatro meses después y “los chicos no podían pasar de cuatro notas más o menos tocadas” , señala Gil, quien en un reciente ensayo en Vallecas tocaba su “tabla de skate-bajo” mientras animaba a los jóvenes a mantener el ritmo animado de una pieza.
Hoy, luego de haber tocado en varias ciudades de España, “ya tenemos cuatro chicos que están estudiando becados, en escuelas de música oficiales y en conservatorios públicos” , se alegra.
Actualmente, más de 100 niños de Vallecas y de casas de acogida de la oenegé Aldeas Infantiles reciben clases de música dentro del proyecto.
El luthier es Fernando Solar, tercera generación de una familia de fabricantes de instrumentos, quien con latas, cubiertos, cajas de madera y partes de instrumentos desahuciados fabrica violines, guitarras y violonchelos, buscando que sean lo más reales posible, para que “no frenen” a los niños en su aprendizaje musical.
Soler quiere retomar los talleres sobre su oficio que daba a los jóvenes, suspendidos por la pandemia, ya que el objetivo es “que el luthier del reciclaje en un futuro sea uno de ellos”.