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Ella nació el 19 de julio de 1997 en Nueva York. En 2001 se mudó junto con sus padres a la ciudad de Buenos Aires. Con abuelas poetas, una madre bailarina, Mariana León, y un padre músico, Kevin Johansen, creció en un entorno donde la música y el baile ocuparon un lugar predominante.
Tras los álbumes “Fata Morgana” (2019) y “Envoltorio” (2020), ahora está presentando los nuevos sencillos “Paredes”, “Derramada” y “Charco” que formarán parte de su tercer disco, y que presentará el año que viene en grandes festivales para los que fue convocada, como el Lollapalooza y el Quilmes Rock, en Argentina.
En sus anteriores trabajos ya estaba marcada una línea de exploración y autoconocimiento, algo que para Wiranda es esencial a la hora de intentar entender qué nos depara la vida. En este nuevo trayecto, se afirma una vez más inquieta y movida por la curiosidad.
Contó que con el sencillo “Derramada” buscaba correrse de la composición a guitarra y voz e indagar más en el mundo electrónico. “Vengo de producciones lo-fi o bedroom pop, un mundo que amo, pero quería sumergirme en el pop y la electrónica más dura”, confirmó. Asimismo, observó que estas primeras canciones vienen del observar el estado en el que se encontraba, lo que estaba escuchando o incluso la temperatura.
“Quiero encontrarme con algo incierto”, subraya Johansen en dicha canción, por lo que se anima a afirmar que en lo incierto se conoce más. “Hay algo en el hecho de que si no pruebo algo no sé ni qué tan buena soy ni qué tan cómoda me siento, ni si me gusta. Hay algo del mandarse y de encontrarse con lo desconocido que hace conocerse más a uno mismo y entenderse más”, señaló.
Parte de toda experiencia musical es también el concierto en vivo. Al respecto le emociona la idea de los festivales que tiene en puerta y que le tienen “emocionada” y “excitada”, con “ganas de que sea ya”. Destacó que no hay como “ese intercambio con el vivo, con los otros cuerpos que están ahí; sí, esos festivales son muy importantes y creo que es la primera vez que me voy a subir a escenarios tan grandes y con artistas que admiré toda mi vida”, expresó con gratitud.
En el mismo sentido reflexionó también cómo estos momentos son tan fortuitos, ya que por más que ella pueda “controlar” el antes, la lista de canciones, pensar qué va a decir, hay algo incontrolable que es lo que sucede en el momento exacto en que sucede. “Cuando estás ahí te tenés que entregar, tenés que entender que hay otros cuerpos del otro lado y debes volverte permeable a lo que esté pasando. Todo se empieza a desdibujar y rearmar y eso es lo fascinante del vivo”, mencionó.
El factor cinematográfico
“Derramada” salió también con un videoclip dirigido por ella misma junto a su novio Bruno Adamovsky. Al respecto profundizó que ella, como estudió cine, ve “las canciones en imágenes”.
“Pensaba en esta idea de la cantidad de agua que tenemos en el cuerpo, en qué pasaría si las heridas lloran y el color azul se me presentaba mucho. Estoy con estas heridas acuáticas y todo se volvió muy poético. Fue una locura la experiencia de filmar”, señaló, para luego destacar el gran equipo que hizo con Bruno, y cómo el trabajar juntos les sirve para conocerse más.
En ese sentido consideró que vincularse con otras personas es parte de crecer, por lo que “es muy importante encontrar personas que te acompañen y que sean un equipo que te banque cuando por ahí perdés el eje. Es como estar atenta al caminar”, profundizó.
“Siempre fui muy fan del cine”, sostuvo además Wiranda, para quien las imágenes son muy importantes para su proyecto musical. “Me pasa que la danza y el mundo audiovisual son dos patas muy importantes que sostienen a la pata principal que es la música. Siento que todo se termina complementando con todo y por suerte son universos que re pueden fluir y convivir tranquilamente. La imagen me parece súper importante en un proyecto musical. Lo mismo la danza. Creo que la música es movimiento. El cine me ayuda con mis videos y con la imagen que presento”, explicó.
Destacó también el trabajo de producción Percii e Iván Cetkovich, quienes trabajaron en “Derramada”, y la mirada de Paco Leiva, con quien acaba de lanzar “Charco”.
“Volver a producir con Percii e Iván me encanta y también estoy abierta a producir con otras personas”, resaltó, recordando que cuando le escribió Evar pensó que, al haber él trabajado con artistas como Dillom o Saramalacara y viniendo del mundo del trap, le hizo dudar. “Pero dije que sí, re conectamos y salió una canción que me tiene enamorada”, confesó.
Además, al estar lanzando sencillos dijo que está explorando el mundo fuera del un álbum conceptual, por más que ella sea muy de planificar todo. “Ahora siento que las canciones son mundos internos independientes entre sí, pero sí van a terminar en un disco”, reafirmó.
La evolución
Cuando hizo “Fata Morgana” estaba dejando la facultad de cine pues estaba en “ese momento de descubrirme y ver qué pasa”. Con “Envoltorio” hay “un crecimiento, maduración, mutación” porque al nacer en pandemia “la pausa y el encierro hicieron que fuera un proceso rápido e intenso”. Por lo que “Derramada” es “la puerta a este nuevo mundo”.
Ella siente cambios desde que empezó a mostrar su propia música, ya que antes tuvo oportunidad de grabar las canciones de su padre junto con él. En 2004 lanzaron su primer colaboración: “Everything Is (Falling into place)”. En 2016 grabaron en conjunto la canción “Es como el día” y en 2018, Miranda dirigió el videoclip de la canción “Tiene Algo (interesting little thing)”.
Pero ahora ella se siente segura con su propia voz, ya que la siente diferente desde dónde la colocaba hasta cómo cantaba. En cuanto a las letras pensó que hay algo “muy lindo” en cómo “podés volver a visitar algo estático que queda para siempre. Hay algo de eso que es increíble, el poder volver, sentir otra cosa. Veo un cambio inevitable del crecer. Ahora voy armando un caminito de una búsqueda mía y espero que sea infinita”, indicó.
Ecosistema artístico
Wiranda afirmó que inevitablemente sería artista, pero eso era algo que ella debía descubrir. En ese sentido agradece que sus padres nunca hayan ejercido presión ni nada parecido. “Siempre digo que admiro a los artistas que vienen de padres abogados o médicos, fueron como los rebeldes de la casa”, dijo entre risas. Expresó que lo de ella fue “1+1: madre bailarina y padre músico”.
Pero también sus abuelas son parte de su linaje artístico. “Ambas murieron cuando yo era chica, entonces pienso que construí estas heroínas que nunca conocí tanto. Me quedé con esta idea de mujeres fuertes, madres solteras ambas, muy feministas, escritoras y siento su influencia al escribir”, consideró pues vive inspirada por las historias que conoce de ellas.
“Siempre voy a estar agradecida a mis padres que me permitieron la búsqueda propia de entender lo que quería hacer y la naturalidad de todo. Yo en ningún momento me cuestioné si sería música y que iba a ir a decirles, porque fue todo muy natural, siempre supe que iba a ser música, nunca lo puse en duda”, añadió.
Ese camino donde la música era un componente natural se dio también porque para ella era como un juego todo. “Para mí era un juego hacer canciones y tocar la guitarra con mi papá. Está bueno que no se pierda la idea de juego, pero hay que comprometerse y entender porqué hacés lo que hacés”, sentenció.
Además, pensando en la inevitable figura de sus padres artistas, también reconoció no sentirse influenciada por estilos ni géneros. “Hay una esencia sí porque es mi padre, crecí escuchándolo y creo que algo tiene que haber, pero sí, tenemos búsquedas re diferentes y eso es re interesante, y gracias a ellos nunca tuve presión de pensar en si la gente espera algo de mí”, mencionó.
Nacida en Nueva York, vivió allí tres años de su vida y luego vino a Buenos Aires, y siempre miró y admiró la forma de trabajar de sus padres, quienes trabajaban a la par de buscar cumplir con su pasión, lo que a ella le enseñó el valor del esfuerzo. “Uno va mamando eso y entiende que hay que esforzarse y que si en paralelo hay que hacer otras cosas hacerlo igual para lograr el fin que es hacer lo que te apasiona”.