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En estos tiempos que corren, de desesperanza, donde parece que mucho está realmente perdido y que no hay salida a problemas sociales o políticos, aparece el arte para recordarnos que en él podemos tener un refugio como también un motor que nos impulse a reflexionar para exigir cambios.
En ese contexto reaparece David Portillo, quien en su nuevo trabajo abraza con más fuerza su raíz folclórica pero en el que arriesga también a combinar polcas o guaranias con sonidos electrónicos.
El telón se abrió y junto a David vemos a una sólida banda conformada por Giovanni Primerano (piano), Martín Ortega (guitarra), Víctor Morel (batería) y Jair Galeano (bajo). En coros estaban Alejandro, Laura y Rodrigo, quienes portan con mucho honor el apellido Portillo.
Portillo hizo así del lanzamiento de su nuevo disco una fiesta que abrió con el tema que justamente lo nombra: “Cercano”, una obra que afirma que esa cercanía, intimidad y sinceridad nos definen como personas.
Al inicio se notaron en David esos nervios que, quizás, eran la impresión del cosquilleo por volver a subir a un escenario a defender sus propias obras y a reencontrarse con la magia del vivo. Es normal y lógico que un artista se deje llevar por la emoción. Pero como todo artista, claramente, se fue soltando con el paso de los minutos, entendiendo que el público, los aplausos y gritos eran la mejor contención y él estaba en el lugar correcto.
El transitar de canciones continuó por “Regresar”, tema que abre el nuevo disco y que nos sumerge en la problemática de quienes dejan su país para perseguir un mejor porvenir.
El repertorio también incluyó obras de otros autores como la que siguió: “Mi paraguaya”, de Fernando Rivarola, mientras en una gran pantalla veíamos imágenes alusivas a cada canción, lo que nos envolvía en una experiencia más que musical pues las imágenes evocaban sentimientos asociados a las letras.
“Un viaje al interior”, tema que da nombre al anterior álbum de David, lanzado en 2018 y donde empezó a notarse su compromiso con el folclore pero con su identidad, sonó después. El tema nos invitó a dar ese paseo por el campo, mientras David agradecía y recordaba a su Coronel Oviedo natal.
La gran voz de Lizza Bogado se hizo presente después para entonar el himno “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez y reversionada por emblemáticas voces como las de Mercedes Sosa, Pablo Milanés, Susana Baca, entre muchas otras. Pero en el dúo Bogado-Portillo este tema caló hondo por su conjunción equilibrada entre energía, carácter, ternura y esperanza. Los aplausos no esperaron al final, premiando a ambos en varias ocasiones.
Bogado siguió invitada en escena y presentó su tema propio “Un solo canto”, una obra que celebra a la música y a la unión de voces, algo que estaba sucediendo en ese mismo momento y que fue un regalo para la platea.
Lizza se despidió expresando ser “fan” de los temas de David como también de su compromiso. El artista volvió a adueñarse del escenario para contar con “Solo supe lo que era” su historia de amor y de vida.
“Mombyry guive”, de Mauricio Cardozo Ocampo, fue el preámbulo exacto para el emotivo momento que llegó con “La voz de la tierra”, otro nuevo tema de David para el que invitó a la misma artista que grabó en colaboración: Norma Ávila. Ambos insuflaron de sensibilidad al mensaje del tema que aboga por la salud del planeta que habitamos. “¡Que viva la música, la tierra, la naturaleza y el espíritu que vive dentro de nosotros!”, exclamó al final la cantante.
Como todo el concierto manejó diferentes climas, David nos meció en su voz de un estado a otro, como el carácter íntimo que tuvo más tarde su versión de “Renacer”, letra de Lilia Lavazza y música de Óscar Cardozo Ocampo, acompañado solo por el brillante y profundo piano de Giovanni.
De ese momento de inmersión pasamos a la alegría de lo puramente tradicional, pues David invitó aquí a su hermano Nery Javier a cantar con él, como también al acordeonista Heraldo Vargas y al arpista Víctor Simón González, quien lo acompañaba en sus presentaciones desde que era un niño.
“Quiero hacer la música tradicional con la que empecé en mi natal Coronel Oviedo”, expresó David, para hacer énfasis en que de la mano de fallecido su padre Nery él pudo adentrarse en la música folclórica paraguaya, lo que terminó de definir su personalidad musical.
“Ne ma’ê”, letra Gil Dami Serna y música de Ramón Vargas Colmán, sonó en esta parte, definiendo el sentido alegre del trayecto, para luego pasar a un homenaje al padre de David y Nery Javier. Para su papá Portillo escribió “Che ru”, un sentido recordatorio de la importancia de los vínculos familiares.
Tras las emocionadas palabras de su hermano, quien agradeció a David por esta oportunidad del compartir como también de actuar en un emblemático teatro, llegaría el final con “Hoy es domingo”, un tema que identifica toda la esencia popular y fresca de Portillo.
Pero al retirarse todos los músicos, el público, entusiasmado, exclamó querer otra canción. David volvió, junto a Giovanni, para conceder su bella obra “Guarania de un recuerdo”.
Así David coronó una noche en la que no daba “un simple concierto”, según dijo, ya que volvía a encontrarse con la gente “después de un largo tiempo de silencios y ausencias” y de la manera más especial: presentando nueva música, con la que demuestra que su voz cristalina, poderosa y profunda reafirma su mensaje de ser un comprometido con nuestras raíces pero siempre abrazando el compromiso de contar quiénes somos hoy y qué anhelamos.