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Ni él ni Don Johnson aparecen haciendo cameos en la película, y eso es también decisión del director, quien quiso darle a este nuevo producto otro ángulo. "En el 2003 empecé a investigar las actividades de los agentes encubiertos y empecé a preguntarme cómo hacían esos seres humanos para sobrellevar tanta tensión, investigué tanto que terminé obsesionado con la idea", dice Mann, a quien todos sus actores, casi sin excepción, tratan de "obsesivo, serio, perfeccionista y superexigente".
"Cuando comenzamos a filmar, se acabó la diversión", reconoció Foxx, aunque el actor tuvo otros motivos para ponerse serio. Cuando la acción los trasladó al peor barrio de Santo Domingo, en República Dominicana, que hace las veces de Haití, hubo tiros de verdad, y ni la protección del ejército dominicano le alcanzó a Foxx, quien quiso volverse rápido a Miami. Todavía faltaban unas escenas en la Triple Frontera y tampoco quiso bajar hasta ahí. Farrell dice que él no hubiera tenido inconvenientes en quedarse en la no tan estable América Latina, pero al final una violenta escena a filmarse en Ciudad del Este terminó rodándose en la más segura Florida.
Todo salió bien y hasta el intendente de Ciudad del Este fue invitado a viajar a Los Angeles a presenciar la glamorosa premiére.
Español, guaraní, libanés, Mann se asombra de los idiomas que escuchó en el lugar. Si Ciudad del Este es una Babel en miniatura, también lo fue el set del filme. Para interpretar a Crockett, un detective supuestamente nacido en Atlanta, Mann contrató a un irlandés a quien hubo que trabajarle el acento para que suene sureño. En el rol de la cubana de origen chino que lo deslumbra, aún siendo jefa de la banda que quiere infiltrar, el director eligió a una actriz china, Gong Li, que no habla español ni inglés.