Los cuentos de Fariña Núñez, en el esplendor del modernismo

"Las vértebras de Pan", el único libro de cuentos que escribió Eloy Fariña Núñez, constituye hoy otro aporte de la Biblioteca Popular de Autores Paraguayos, emprendimiento del diario ABC Color y El Lector.

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Esta edición posibilita poner al alcance de todos el talento singular de Fariña Núñez, uno de nuestros escritores más eruditos por su enorme bagaje cultural y por su amplio conocimiento de los clásicos griegos y latinos.

Esta obra se publicó por primera vez en 1914 en Buenos Aires, ciudad donde se instaló el escritor compatriota en 1905 y desde donde se proyectó culturalmente tras haberse empapado de la corriente modernista que imperaba entonces.

"Las vértebras de Pan" contiene un total de trece cuentos, todos ellos con la innegable marca del modernismo que fue la característica de Fariña Núñez, demostrada en la constante alusión al mundo antiguo, especialmente el griego. Los cuentos incluidos son: "Las vértebras de Pan", "Bucles de oro", "La ceguera de Homero", "La inmortalidad de Horacio", "Claro de luna", "La verdad", "El hierofante de Sais", "El velo de Maya", "La bruja de Itatí", "El Buda celeste", "La respuesta del Oráculo", "La venganza de Virgilio", "La muerte de Pan".

El cuentiario se inicia como la propia trayectoria del modernismo, con "Las vértebras de Pan", relato de una experiencia individual cuya trascendencia se sitúa entre lo mítico y lo sagrado. Tal experiencia sensible y conocible abre el camino del esfuerzo que acaba en el saber universal más absoluto.

Lo que en este primer relato es logro, en "La muerte de Pan" es espera, un aguardar, porque, ¿nacerá el hombre nuevo?, ¿tendrá lugar la nueva Edad de Oro? Las conquistas formales del modernismo ya estaban afirmadas, confirmadas, incluso alentaban vanguardias. Restaban por cumplirse las más importantes, las conquistas humanas, esas que darían a luz al hombre nuevo. "La muerte de Pan" reviste acentos de fúnebre melopea, es una evocación de sombríos pesares en una isla griega ante el inmenso mar glauco.

El oráculo de Delfos había enmudecido, las voces divinas se habían enmudecido también. Solo quedaba el "Inumen arcádico". Junto a él, su fiel fauno, quien no se resigna y alienta a Pan para que emprenda aún "la conquista del mundo". "No quiero, no puedo. Ya no", responde el dios. Y solo los rodea "la angustia humana del dios agonizante", dice el narrador conmovido. ¿Había llegado el fin de lo infinito en medio de un mundo aparentemente sereno, apacible, indiferente?

En el vigesimosexto Diálogo pítico, Plutarco anuncia la muerte de Pan y sobrentiende que algo ocurrirá, que lo reemplazará, y como también en la Cuarta Egloga, donde Virgilio vaticina que a Júpiter sucederá un niño portador de una nueva religión (palabras que muchos han interpretado como un anuncio de la venida de Cristo).
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