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GUADALAJARA, México (EFE, por Isabel Reviejo). La ganadora del Premio Cervantes 2018 también habló sobre la huella del exilio.
La poeta uruguaya, ganadora también del premio FIL en Lenguas Romances de este año, hizo referencia a sus comienzos como escritora, los cuales fueron -refirió- "de la manera más normal".
"Sin duda, muchos saben cómo ocurre eso. Uno lee algo que le fascina, se le ocurre que es fácil y que puede intentar hacer algo parecido", aunque luego se da cuenta "tres o cuatro días después" de que el texto elaborado no es lo suficientemente bueno y lo rompe, relató.
Para quienes estén dispuestos a empezar, Vitale recomendó "que lean todo lo que les caiga en la mano", dado que si uno solo lee lo que le gusta, tenderá a imitarlo.
También abogó por las relecturas: "Creo que toda la literatura merece el respeto de que se lea más de una vez, porque no siempre estamos en condiciones de recibir, de estar atentos a todo lo que un escritor está intentando dar en un cuento, una novela, un poema, lo que sea".
Hablando de su paso por México, donde estuvo por más de una década después de que se instalara en su país una dictadura militar, Vitale indicó que muchas veces "cuando uno habla del exilio parece que está hablando de una enfermedad".
Salir exiliado del país significa "cortar lazos" con el lugar de origen, con el pasado y con los amigos "con la esperanza de que las causas del exilio desaparezcan de inmediato" y así regresar.
"Pero nunca, nunca, nunca se regresa a la misma ciudad, ni nunca el que regresa a la ciudad vuelve a ser el mismo", sentenció la escritora. En su caso, su experiencia en México, donde llegó con su esposo, fue "perfecta, impecable, gratificante en todos los aspectos". Y más tarde, "regresé sintiendo que en mi país soy una exiliada de México", aseguró.
Eso, apuntó, es "muy natural": "A uno le faltan cosas esenciales a las que sabe que no tiene derecho, porque se las han prestado por un periodo más o menos largo. Uno se lleva la gratitud dentro y vive de esa gratitud, de ese amor".
En tono de broma, Vitale también recordó cómo fue su primer e infructuoso intento de venir a México. Cuando ya le tocaba inscribirse en la universidad, acudió, junto con una amiga, a la embajada de México, porque en Montevideo no había facultad de Humanidades y ella quería estudiar una carrera relacionada con las letras. Pronto las dos fueron disuadidas por un funcionario que "con mucha gracia y mucha tolerancia" las fue poniendo "en su lugar".
"Entramos llenas de ilusión y salimos arrastrando una cola metafórica y con las orejas gachas", bromeó la autora, quien acabó entonces inscribiéndose en la carrera de Derecho.
Interrogada por sus lecturas favoritas de juventud, Vitale mencionó a Julio Verne, del que destacó el libro "La isla misteriosa". "En mi época me parecía un escritor fascinante. Era una revelación del mundo que no conocía, una manera muy científica de crear el mundo", expuso.
Pese a su pasión por él, consideró que a día de hoy, por las modas, Verne "ha caído un poco", al igual que Emilio Salgari, al cual leyó "no cuando tenía que haberlo leído, sino muchos años después" para saber el porqué de su fama.
Una de las últimas preguntas que le hicieron a la veterana autora, de 95 años, fue si estaba satisfecha con todo lo que había hecho en su vida; una idea que Vitale se apresuró a rechazar. "El día que uno se satisface con lo que hizo, echa la manta en el suelo y se harta a dormir. Y para eso hay tiempo", zanjó.