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La historia de la cerveza en Paraguay es un viaje lleno de sabor y tradición, donde la llegada de los inmigrantes dejó una huella imborrable en la identidad nacional. Aunque hubo momentos duros, como el incendio de una fábrica o la triste decisión de un empresario de poner fin a su vida en su propia cervecería, esta historia brilla por la alegría y las fiestas en las que la cerveza siempre ha sido el alma de la reunión.
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De manera amena en este libro, descubrimos que el gran futbolista Arsenio Erico, el Saltarín Rojo, tenía raíces italianas y cerveceras o que un decreto del gobierno obligó a cambiar de nombre a una cervecería. Estas fábricas eran, además, el epicentro de reuniones llenas de vida, donde los fines de semana se degustaba chopp y se compartían deliciosas comidas.
Pedro Herken, en San Bernardino, comenzó esta costumbre sirviendo una fresca cerveza que él mismo elaboraba, mientras su esposa Catarina cocinaba platos típicos alemanes para los visitantes. A principios del siglo xx, era todo un acontecimiento viajar en vapor desde el Puerto de Asunción hasta la cervecería La Paraguaya en Sajonia, o en tranvía tirado por mulas hasta la fábrica de los hermanos Creydt en Tuyucuá. Eran días de celebración, ocasiones para disfrutar en familia y con amigos.
La cerveza en Paraguay no es solo una bebida; es un lazo que une a las personas, una herencia dorada con un rico acervo que ha conectado a generaciones y que seguirá fluyendo mientras haya memorias que compartir y amigos con quienes brindar.