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La fascinante historia, que bien podría estar albergada en uno de los libros que escribió Augusto Roa Bastos, se remonta a los años en los que el escritor vivió en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Parte de estos libros contiene anotaciones y dan cuenta de la investigación que realizó Roa Bastos para “Yo el Supremo”, una de sus novelas más destacadas.
Mirta Roa, hija del escritor, detalló que aproximadamente en el año 1980 cuando vendieron la casa de Buenos Aires y estaban a punto de ir a Venezuela con su madre; su padre les pidió que guarden sus libros y documentos en el departamento que tenía en la capital argentina.
“Él ya estaba en Francia. Fuimos con mi hermano y los acomodamos como si fuera él a venir mañana. Lo pusimos todo en orden y todo lo que era documentos, manuscritos y todo lo pusimos en un placard. Lo liamos con una cinta pensando muy poéticamente que él iba a encontrar sus cosas, iba a abrir y a encontrar todo como lo habíamos dejado”, detalló.
Agregó que en un periodo en que Roa Bastos no estaba produciendo tanta literatura, se endeudó con la agencia literaria con la que trabajaba. “En algún momento decidió entregarle el departamento a la agencia, a cuenta de la deuda y seguramente para recibir el resto. Esta persona que vendió el departamento llevó todos los libros a un depósito, los manuscritos y los originales a Barcelona”, comentó.
Mirta Roa sostuvo que está reconstruyendo la historia a partir de estos libros, que formaron parte de su casa de infancia, y que cree que en algún momento se dejó de pagar el depósito y los libros se subastaron.
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A principios de este mes de julio, la Embajada Paraguaya en Buenos Aires recibió un correo electrónico de carácter urgente en el que Celina Brittez informaba que tenía un lote de libros que perteneció a Augusto Roa Bastos. Rodolfo Serafini, agregado cultural de la embajada, comentó que inmediatamente la llamó por teléfono y, a través de WhatsApp, le envió a Mirta Roa la fotografía de la primera página de uno de los libros que contenía la firma de Roa Bastos, dato que fue rápidamente certificado por la hija del escritor.
“Es una sensación muy extraña y es muy emotivo. Estoy muy agradecida porque encontró una familia, primero muy lectora, y sumamente muy sensible para reconocer que esto tenía un valor. Celina es una mujer joven que se acaba de graduar de socióloga, su papá es antropólogo, su mamá es profesora, los hermanos tocan música”, añadió Mirta Roa.
En señal de agradecimiento, el Centro Cultural de la República El Cabildo le enviará a Celina una medalla conmemorativa del Centenario de Augusto Roa Bastos, así como un certificado de reconocimiento. En tanto, la Fundación Roa Bastos la nombró miembro honoraria.
¿Qué había en las siete cajas?
“Por fin sabemos lo que tenían las siete cajas”, expresó entre risas Mirta Roa, ante la curiosa coincidencia entre las cantidad de cajas en las que vinieron los libros y el título de la famosa película paraguaya, estrenada hace una década.
Justamente entre la colección hay varios libros acerca del cine y, en particular, de la escritura de guiones, oficio que Roa Bastos cultivó escribiendo para la gran pantalla obras como “El trueno entre las hojas” y “La sangre y la semilla”.
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“Augusto Roa Bastos se notaba que tenía un gran conocimiento histórico y al detalle tenía información sobre el doctor Francia, por ejemplo. Todos sus libros apuntados, subrayados, escritos. Se nota que se sumergía mucho en la historia”, destacó Serafini, que tuvo a su cargo traer la colección a Paraguay.
Comentó además que Celina Brittez y su familia entregaron el lote de libros junto a un estricto inventario. “Estaba inventariado, estaba catalogado y esto que está acá estaba en una caja sellada, porque ella quería que esto llegue a Mirta directamente porque consideraba que había documentos que ella tenía que decidir si exhibirlos o no”, agregó Serafini, apuntando a las anotaciones cartas, fotografías y más que se hallaban entre los libros.
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El lote contiene además ediciones de obras de Roa Bastos en idiomas como el portugués y el alemán, así como libros con dedicatorias por parte de otros escritores como los paraguayos Gabriel Casaccia, Carlos Martínez Gamba, el mexicano Carlos Fuentes, la argentina Beatriz Guido, entre otros.