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“Algo hay” es el nombre de un poemario y uno de los primeros antecedentes que vinculan a Trujillo con Paraguay. Este libro publicado en 2020 es una antología donde se reunió el trabajo de escritores paraguayos y uruguayos, bajo la selección de nuestro compatriota Javier Viveros, y que incluye “Bosques donde antes no había nada”, obra de Trujillo.
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Para el también periodista claramente “algo hay” a la hora de pensar en “fortalecer” no solo los vínculos entre ambos países sino también entre todos los países de la región. Por ello Trujillo vino a fines de junio a visitar sitios como la Biblioteca Solar de Artigas en Curuguaty, la Biblioteca Nacional del Paraguay, la Escuela del Solar de Artigas en Asunción como también la Academia Paraguaya de la Historia.
Con todo esto espera seguir entablando amistades a través de la cultura y, mediante eso, articular proyectos que fomenten la lectura y la escritura.
“Existe entre el Uruguay y el Paraguay una cercanía geográfica, pero todavía hay una serie de distancias culturales fuertes, y creo que son muy injustas e ingratas para ambos países. En ese sentido Uruguay todavía tiene una deuda educativa y cultural para con el Paraguay”, empezó diciendo Trujillo el pasado 21 de junio, mismo día que visitó Curuguaty.
Aceptó que en sentidos de integración “hay que dar pasos en muchos sentidos” porque a veces los “impulsos quedan cortos, tienen que ser más consistentes”. Resaltó el trabajo del Mercosur a nivel institucional y de la Embajada de Uruguay en nuestro país con Fernando Sandin Tusso al frente, quien “está llevando una embajada activa”.
Pero tras esta visita aseguró que volvía a Uruguay “con un montón de lindos deberes”. Anticipó que uno de los principales proyectos concretados fue el de traducir autores uruguayos al guaraní, bajo la supervisión de la poeta paraguaya Susy Delgado.
“También estuve en la Escuela del Solar de Artigas que en 2024 cumple 100 años. Quizás ese sea el proyecto cultural más fuerte y más profundo que tuvo el Uruguay con el Paraguay. Un lugar hermosísimo que tiene además una connotación muy fuerte vinculada a Artigas”, indicó.
Por otro lado, en la visita a Curuguaty “hicimos una donación de 50 libros para una pequeña Biblioteca del Solar de Artigas, algo simbólico. Pretendemos capacitar a la bibliotecaria que está allí y darle un poco más de impulso a algo que es como una plantita, si no recibe su gota de agua se marchita”, declaró.
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El rol de una Biblioteca Nacional
“¿Cuál es el rol de una biblioteca estándar y una nacional?” es algo en lo que también profundizó Trujillo para arrojar luz sobre su trabajo al frente de la BNU, donde está desde 2020, a la hora de hablar de la importancia que aún tienen las bibliotecas en esta era digital.
Habló desde su experiencia y precisó que ellos conciben la BNU “como una gran centro cultural, un espacio que debe superar las funciones tradicionales de una biblioteca, que implican inevitablemente la presencia del lector en una sala, en silencio. Ese servicio se mantiene, lejos está de recortar esas funciones básicas, pero inevitablemente una Biblioteca Nacional tiene que ofrecer otros servicios, y las posibilidades que brinda la digitalización, una web atractiva, amigable, uso racional de redes, son imprescindibles. En marzo de 2020 cuando asumimos aplicamos un nuevo plan de comunicación porque consideramos que la BNU no utilizaba su enorme potencial comunicativo”, confesó.
Trujillo revindicó la lectura en papel, pero explicó que “no se puede dar una batalla a ultranza porque inevitablemente el mundo hoy pasa por otros lugares y el acceso de los lectores pasa por otro lugares”.
Entonces ¿cómo formar nuevos lectores? si las nuevas generaciones “nacieron con una tablet bajo el brazo”, como él mismo subraya. “Sin dudas a las nuevas generaciones hay que influir de alguna manera para promover el gusto por la lectura, el espíritu crítico, la creatividad, las ganas de abrir nuevas ventanas a nuevos mundos que son los libros”, sostuvo.
En su opinión, hay que saber construir un puente que conecte el pasado, el presente, mirando hacia el futuro. En ese sentido contó un ejemplo muy específico que traduce eso en una acción concreta. Con la BNU restauraron una vieja imprenta uruguaya llamada La Galatea, de 1902. “Se restauró, vuelve a imprimir, letra por letra, y allí se va a publicar una antología de jóvenes poetas uruguayos. Es intentar hacer algo de vanguar con lo más tradicional”, detalló sobre el libro que estará disponible en físico y en digital.
Destacó también a otras instituciones como la Biblioteca País que depende del Plan Ceibal, plan masivo de laptops para niños, “y es la mayor biblioteca digital que tiene el Uruguay, basta entrar y poner el número de cédula y acceder a miles de libros de forma gratuita”, comentó.
“También destacaría el Instituto de Letras que promueve determinados planes en coordinación con la BNU para llegar a la lectura con nuevas generaciones”, añadió.
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¿Escribir para satisfacer?
En su rol como escritor, Valentín habló también sobre el debate de si hay que escribir pensando en un público específico o simplemente dejarse llevar por la inspiración. “Hay novelas que fueron escritas por encargo y son maravillosas, y hay algunas que surgieron de la pura inspiración del escritor y no llegaron a un buen resultado. Al mismo entiendo que el escritor que escribe solamente pensando en un nicho de mercado puede quedar un poco acotado a determinada sensibilidad. En estas épocas en que está tan en debate la libertad me parece fundamental que los creadores puedan escribir con un amplio margen de maniobra y no estén condicionados al tipo de receptor porque eso nunca se sabe”, puntualizó.
Prosiguió con una observación de la actualidad, ya que reconoció que en esta época “se ha potenciado muchísimo el género juvenil” y ahí sí “hay ahí un condicionamiento del mercado”.
“Creo que a partir de J. K. Rowling las reglas de la globalidad y la contabilidad del mundo editorial se alteraron quizá para siempre. “Harry Potter” generó una enorme revolución que luego se trasladó al mundo del cine o a convenciones de fanáticos y demás. Leyó gente en distintos países, contextos y esquemas culturales iniciando a un montón de chicos que luego derivaron a diferentes lugares”, recordó.
Pero allí observó que lo “interesante” fue que “al inicio ella no calculó y ahí estuvo el secreto”. “Creo que lo escribió con sinceridad. Si un escritor logró ese grado de contacto con la gente algo hay ahí”, redondeó.
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Boom digital vs. papel
“Creo que todavía hay un montón de mercados empujando el libro físico en papel”, expuso en otro momento, no sin advertir con sinceridad que no es “experto en mercadeo”.
Siempre desde su experiencia más cercana, explicó que en la BNU tienen herramientas para evaluar a sus lectores y de ahí sale un perfil que se da en distintos lugares del mundo. Pero insistió en que eso no lo usan como un condicionamiento sino para aprender.
“Hay un perfil de lector que básicamente determinantemente es de mujeres en determinadas franjas de edad y nivel cultural y socioeconómico. Eso sucede también en personas que participan de ferias de libros, en convenciones, en personas que quieren pedir autógrafos a los autores o que van a librerías y terminan comprando. Mayoritariamente las mujeres mueven el mundo editorial o al menos el sistema global de editorial”, reconoció.
“Algo hay”, insistió seguidamente y recordando el poemario que forjó su vínculo en papel con nuestro país, cofirmando que siempre queda mucho por aprender de cada cultura y que, esta vez, es importante “conocernos” entre uruguayos y paraguayos.
Apuntó que es un buen augurio el interés de nuestro país por crear estos puentes y esperó poder regresar más seguido para confirmar que lo construido perdura con fortaleza en el tiempo.