Las circunstancias que le tocó vivir, en el torbellino político de finales de los sesenta y principios de los setenta, marcaron el periplo de Silva (1945-2016) y de esas novelas, limitadas a una única publicación en Argentina que ahora se dispone a resucitar la editorial Arandurã.
Además de esas obras el material incluye una novela inédita de Silva, quien en las anteriores se había caracterizado por un humor corrosivo como carga de profundidad contra el régimen autoritario de su país y también contra el mesianismo de cierta izquierda de la época.Asimismo, el proyecto contempla una biografía que aporte luz sobre un escritor que, con solo 25 años, estaba destinado a formar parte del parnaso de la nueva narrativa latinoamericana.
”Se le puede incluir ahí, o se le incluía, porque quedó en el olvido”, dijo a Efe el investigador Mariano Montero, a cargo de la edición literaria, que incluye la poesía de Silva.
A esa marginación pudo contribuir el silencio literario en el que se sumió Silva tras esas dos novelas, en el periplo comprendido desde su salida de Argentina, su exilio en Holanda y su regreso a Asunción, donde murió en 2016.”Es la gran pregunta (ese silencio), uno solo puede especular, hacer conjeturas. En muchos sentidos el mismo Lincoln es un enigma”, indicó Montero.
REBELIÓN DESPUES
La primera novela de Silva fue publicada en 1970 en Buenos Aires, en la editorial Tiempo Contemporáneo, lo que supuso una especie de consagración para un joven escritor que había abandonado unos meses el Paraguay del dictador Alfredo Stroessner.
Rebelion después narra el desconcierto de un personaje encarcelado sin haber tenido ningún compromiso político, uno de los principales temas de Silva, una situación kafkiana tratada con una de sus marcas de fábrica.
”Una de las características de sus dos novelas es su humor negro, y en Rebelión después incluso en relación con el uso de la tortura, como la picana eléctrica (..) Es una denuncia pero sin llegar al panfleto, es la primera denuncia del hecho de la tortura en Paraguay”, dijo Montero.
Tras esa novela, Silva fue saludado por la crítica como el complemento de los dos escritores paraguayos entonces con más prestigio, Augusto Roa Bastos y Gabriel Cassaccia.
Lo que se reforzaría con la aparición, en noviembre de 1975, de General, General, publicada en Crisis, la editorial que dirigía en Buenos Aires Eduardo Galeano.
Benedicto Sanabria, el protagonista, es el líder de una revolución que se apoya en una tribu indígena de Paraguay, un chamán marxista que instruye a sus acólitos en el materialismo histórico y desde un mesianismo que es la diana de los dardos de Silva.
”Es una critica corrosiva a una revolución de izquierda que se siente llamada a salvar a la humanidad”, dice Montero, quien recordó que la novela se gestó en “Buenos Aires en pleno auge de organizaciones guerrilleras como montoneros”.
No obstante, la repercusión de General, General quedó difuminada por el golpe militar en Argentina, en marzo de 1976.
EXILIO Y SILENCIO
A meses de publicarse Silva toma parte como jurado del Premio Casa de las Américas. A su regreso de Cuba se encuentra con la asonada de la Junta Militar y se dispone a seguir el camino del exilio.
Silva obtiene un visado a través de una universidad holandesa,, el inicio de su larga etapa de refugiado en ese país.Publica dos libros de poesía y se dedica a la cátedra de literatura y lengua en guaraní que le es adjudicada por la Universidad de Leiyden.
En 1989, un golpe militar derroca al dictador Stroessner, pero Silva no regresa a Paraguay hasta 2005.
Desde Asunción realiza algunas colaboraciones en la prensa local y en 2007 publica “Sortilegio que supuso nuestro apoteosis”, su poético canto del cisne.
”Se murió en Asunción, olvidadísimo, ningún diario paraguayo publicó la noticia de su muerte”, observó Montero.
En su rastreo de cara a la reedición, Montero se entrevistó con la hermana del escritor, Lilia Angélica Silva, radicada en Argentina y también escritora.
Esta le reveló la existencia de una manuscrito en su poder, una novela mecanografiada por Silva en Holanda a mitad de los ochenta que atendería al título de “Patria, qué burdel.
Una novela que de momento es una incógnita, como lo son para generaciones de lectores sus dos anteriores, buscadas como una aguja en un pajar por los buenos aficionados en las librerías de viejo de Buenos Aires donde quedarían algunos ejemplares.