Nacido el 24 de agosto de 1899, Borges exhibió desde temprana edad una devoción al mundo de las letras que más adelante lo convertiría en un autor universal, con una obra de fuerte identidad que inspiró a numerosas generaciones de escritores y, al mismo tiempo, los mantuvo a una distancia prudencial.
“Es como el sol, no hay que alejarse mucho porque nos da un ligero calor, pero si uno se acerca mucho se quema”, explica a Efe Alejandro Vaccaro, autor de “Borges, vida y literatura", biografía de un personaje con una originalidad cuya magnitud hacía que sus colegas temiesen “caer en la copia”.
La “concisa” prosa de este “ser literario” y una “belleza” en el uso de las palabras que “no se ve en otros escritores” cautivaron a Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade), cargo que Borges también ostentó entre 1950 y 1953. Hasta su muerte en Ginebra (Suiza) en 1986, el célebre narrador construyó un legado imperecedero de cuentos, poemas y ensayos, con obras de referencia como “Ficciones” (1944) y “El Aleph" (1949), aunque no es esa faceta de autor de la que más orgulloso se sentía.
”Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído“, sostuvo Borges. Su amor por la lectura lo empujó a ejercer como bibliotecario de 1937 a 1945 -época en la que ya era conocido por sus creaciones- y le sirvió para convertirse en director de la Biblioteca Nacional Argentina de 1955 a 1974. ”Es muy difícil hablar de un escritor de mediados de siglo (XX) para acá que no haya sentido el impacto de la obra de Borges“, afirma Vaccaro, que cita como ejemplos a Mario Vargas Llosa, Orhan Pamuk y Umberto Eco.
¿Cómo funcionaba la cabeza del argentino?¿Cómo se le ocurrían las inverosímiles situaciones que impregnan sus relatos? Son preguntas que el biógrafo sigue haciéndose después de más de veinte años de investigación de su figura. ”Es muy difícil situarse en esa mente de tanto conocimiento, veía más allá de lo que ven todos“, valora. Uno de los rasgos personales más característicos de Borges es su humor lleno de sarcasmo, una herramienta que, más allá de sus obras, sacó a relucir para comentar algunos de los trabajos de sus contemporáneos.
”‘Cien años de soledad’ es una gran novela, aunque quizás con cincuenta años hubiera sido suficiente “ , apuntó Borges sobre la creación de Gabriel García Márquez. Su posición política, abiertamente antiperonista y conservadora, suscitó polémica y, según Vaccaro, lo mantuvo alejado del otro gran referente de la literatura argentina del siglo XX: Julio Cortázar. Además, su viuda, María Kodama, ha sostenido que el escritor nunca se alzó con el Nobel de Literatura pese a estar nominado en diversas ocasiones por ”cuestiones políticas“.
El escritor se quedó ciego alrededor de 1955 y, al final de su vida, se trasladó a Ginebra por miedo a que los efectos del cáncer que le habían diagnosticado se convirtiesen en un espectáculo para los medios argentinos. Semanas antes de morir, el escritor envió una carta a la Agencia Efe en la que expuso que se sentía ”misteriosamente feliz“ siendo un ”hombre invisible“ en la ciudad suiza.
”Soy un hombre libre. He resuelto quedarme en Ginebra, porque Ginebra corresponde a los años más felices de mi vida. Mi Buenos Aires sigue siendo el de las guitarras, el de las milongas, el de los aljibes, el de los patios. Nada de eso existe ahora. Es una gran ciudad como tantas otras“, expresó en la misiva. Al igual que su inventiva, el legado literario de Borges no conoce límites y, a 120 años de su nacimiento, la ”universalidad" de su obra, según Vaccaro, lo mantiene como un referente global del mundo de las letras.