Las aventuras, viajes y letras de Mark Twain

El mundo lo recuerda.

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El éxito definitivo llega en 1876, cuando edita "Las aventuras de Tom Sawyer", obra donde describe la infancia dorada de un niño que vive a orillas del Misisipi.

Ocho años después, la obra se completa en cierto modo con la aparición de "Las aventuras de Huckleberry Finn", cuyo protagonista –al contrario de Sawyer– es un niño miserable que se ve obligado a luchar por su existencia.

El antagonismo e inocencia de Tom y Huck, sin dudas, sirvió para que Twain esbozara "El príncipe y el mendigo", su reconocida novela ambientada en 1547 y que cuenta la historia de Tom Canty y el príncipe Eduardo, dos niños de apariencia física idéntica; sin embargo, uno de ellos es un mendigo que vive con su padre cruel; y el otro es el hijo de Enrique VIII de Inglaterra.


Años después, Twain publica su obra autobiográfica donde narra sus años de piloto fluvial, "Vida en el Misisipi".


Más tarde, en 1889, el escritor edita una sátira de la industrialización acelerada: "Un yanqui en la corte del rey Arturo", obra en la cual el protagonista es trasladado a la Inglaterra medieval para que la industrialice.


El regreso a Sawyer se produce en 1894, con "Tom Sawyer en el extranjero", y en 1896, con "Tom Sawyer, detective".


Pese a que la literatura le dio fama y dinero, el escritor lo perdió en especulaciones y malos negocios; por lo cual decidió presentar conferencias a partir de largas giras, en lugares donde brilló con su talento de narrador.


Su última obra, "Siguiendo el Ecuador", publicada en 1897, narra sus experiencias en las giras. Sin embargo, la muerte de su hija Joan lo afectó de sobremanera. Twain ya no era el mismo escritor de gran humor y vital.


Rodeado de fama y reconocimiento internacional, el gran Mark Twain fallece el 21 de abril de 1910, en Redding, Connecticut.

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