La importancia del cine documental para Paraguay

“En la actualidad hay pocos documentales en el Paraguay, aunque en los últimos años el número creció, como consecuencia de un movimiento general del renacer cultural del país”, opina Laurence Graffin-Vène, quien en esta nota expresa su opinión sobre el movimiento cultural en nuestro país y sobre todo el de la producción audiovisual.

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“La existencia de una actividad de creación de documentales es aún más importante para una sociedad que se informa más que todo a través de los medios audiovisuales. Además, brinda un elemento potente de testimonio a través del sonido y de la imagen, dándole al público esta impresión de una presencia auténtica”, manifiesta la señora Vène, quien trabajó en periodismo durante varios años.

“El documental permite a una sociedad interrogar su memoria, reflexionar sobre su historia y poner los hechos en perspectiva. Ayuda a forjar o a fortalecer una identidad. Muestra un país, una sociedad, un problema en un momento dado, a veces se remonta en el tiempo, como lo hace la película Cándido López, los campos de batalla, a propósito de la Guerra Grande. Citando una época más reciente, no existe todavía a mi parecer ningún documental que trate directamente la dictadura, excepto una película muy corta de Eric Fisher”, dice.

“Un documental puede pasear al espectador a través de un país con sus tradiciones, sus paisajes, sus regiones más distantes. También le presenta un espejo para que se mire a sí mismo. La película Los paraguayos muestra la complejidad de la sociedad paraguaya, su apego a la tierra, la importancia de su historia. A reflexionar sobre sus problemas, el documental ayuda a la democracia del país”, añade.
“Creo que esa cualidad muy especial del cine documental, que es conocerse mejor y cuestionarse, es útil para el Paraguay”, explica.

“Al cabo de casi tres años de estancia, creo que conozco un poco mejor este país, muy rico en historia, en imágenes, en personajes; me parece un verdadero tesoro para realizadores de documentales. El Paraguay es una país de emociones fuertes, de contrastes violentos, que están como ocultos bajo una tapa”, manifiesta.

“Hice hace poco un viaje al interior y una imagen me chocó: a unos metros de distancia, una choza de indígenas mbya y un monumental silo de soja. Otra imagen: una carreta tirada por bueyes y a tan sólo algunos kilómetros, surgiendo en el cielo encima de un inmenso campo labrado, una gran máquina pareciéndose a un enorme insecto, cuyas rampas de esparcimiento, como patas erguidas encima de la carretera, esparcen pesticidas. Ahí hay un enfrentamiento brutal entre dos civilizaciones: la que evoca la película Hamaca paraguaya, y de cierta manera el documental Tierra Roja: una cultura antigua, la de los nativos, que expresan con lucidez su visión de una sobreexplotación de la tierra. Una cultura con profundas raíces, la de los pequeños campesinos paraguayos, con sus limitaciones en el área de la eficencia económica, pero también con el valor de su tradición mantenida y de su preservación del empleo. Y, por otro lado, una modernidad venida de la globalización, que transforma muy rápidamente el Paraguay en otro país. Este tema no es folclórico, ni antropológico, es una actualidad que merece ser mostrada, con sus implicancias y sin tomar partido. Otro tema que me parece extraordinario porque permite contar la aventura singular de niños paraguayos de todos las clases sociales, y a quienes a veces de este modo se salvaron del aburrimiento o incluso de la delincuencia gracias a la magia de la música: es la historia de Sonidos de la tierra”, explica.

Añade: “En un poco más de cuatro años, más de 2.000 niños, en 65 grupos repartidos en todo el país, han aprendido a tocar un instrumento de música, y los más talentosos van a tocar o seguir aprendiendo en el extranjero”.

Proyección internacional
“La última razón por la cual es importante el documental para el Paraguay, es internacional: el documental permite hacerse conocer en el extranjero, tener intercambios y situarse mejor, en un mundo en que muchos pueblos se enfrentan a los mismos desafíos. Cuando la película de ficción Hamaca paraguaya se presentó en el Festival de Cannes, el diario Liberation le dedicó una página completa, laudatoria, y acotaba que esa película les permitía a los franceses descubrir un país que no conocían. Hasta habló, refiriéndose al Paraguay de un ‘vacío geopolítico’. Desde hace poco, unos documentales llegan a Francia para colmar ese vacío: El portón de los sueños, de Hugo Gamarra; Los paraguayos, de Marcelo Martinessi, y Ogwa, de Ricardo Alvarez y Silvana Nuovo, estuvieron o van a ser presentados en Francia este año”, manifiesta.
Los medios para existir
“No cabe lugar a dudas de que es importante la creación documental para el Paraguay, pero el problema es saber cuáles son los medios disponibles. En Francia, hay toda una vida del documental, desde el reportaje que se incluye en un ‘magazine’ hasta el documental de creación, lo que significa que hay varias maneras de expresarse y que existe un verdadero semillero de periodistas y realizadores entre quienes pueden surgir los autores de documentales de creación. Aunque no realicemos un documental que va a ser proyectado en las salas de cine del país o en el circuito internacional, lo que es bastante excepcional, uno puede realizar documentales para la televisión: existen espacios de difusión en los canales; existe también un sistema social francés llamado ‘el régimen de los intermitentes’ que aunque se redujo mucho en los últimos años, les permite a los equipos tener recursos entre dos rodajes. También en Francia, por otra parte, varios mecanismos pueden actuar en el financiamiento de los documentales: pueden ser completamente financiados por el programa de un canal, pero, en general, si se trata de una película de cierta duración, su director va a acudir a varias fuentes de financiamiento: puede haber también otro canal, que se compromete a difundirlo más tarde y hacia otro tipo de público. Y también tenemos el Centro Nacional del Cine, fondo alimentado por los impuestos (las tasas sobre las entradas de cine, sobre los recursos de la televisión, y sobre las ventas de vídeo y dvd): ese fondo financiará la película hasta cierto nivel; hay también una ayuda europea para la creación cinematográfica. Por otro lado, los canales franceses de televisión tienen que dedicar cierta parte de su tiempo de emisión y de sus recursos a la creación, ya se trate de ficción o de documentales. Si no lo hacen tienen que pagar una tasa. Existe también en el Centro Nacional de la Cinematografía un fondo cuyo fin es apoyar las producciones en los países del Sur: ese fondo fue el que apoyó la creación de Hamaca Paraguaya”, asegura.
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