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Distintas etapas de nuestra historia nacional se desgranan a través de hechos y personajes que desfilan en las crónicas del autor, quien despliega además de conocimientos históricos, una finísima calidad estética y un estilo literario atractivo, ameno y subyugante.
Hay pasajes conmovedores, otros plenos de humor y picardía, así como subsisten las críticas a costumbres sociales y a consuetudinarios vicios que no han podido ser superados.
Estos son los títulos de las crónicas seleccionadas por Rodríguez Alcalá para esta edición: El mito del mate, El mercado de Asunción, La Virgen Azul de Caacupé, Velorios con música y baile, Cheolos de carnaval, El prodigio de las piedras que estallan, El último baile, Asunción ocupada por las fuerzas aliadas, Chapperon y su equipaje, Los tranvías de mulitas, Etimología de nuestro pyrague y La niña de plata.
LA TRAGEDIA
Uno de los textos más logrados de este libro es el titulado El último baile, donde se hace una semblanza del célebre Club Nacional de mediados del siglo XIX y a través de él se alude con una fuerte simbología a la tragedia que significó la Guerra Grande. El Club Nacional inauguraba sus salones con gran baile de gala el 16 de noviembre del año 1859, el mismo día que, en la esquina frontera, el arquitecto Ravizza daba comienzo a la construcción del Oratorio, pinta Zubizarreta.
A continuación señala: La fiesta resultó suceso memorable en los fastos asuncenos y, desde entonces, el Club Nacional representó la expresión más significativa de aquella sociedad, en alarde de colectividad culta, progresista, mundana, consciente de su propia jerarquía. Su actividad social era intensa, ininterrumpida, compitiendo airosamente con las fiestas oficiales en el viejo palacio de Don Carlos, con las ofrecidas por sus hijos en sus residencias particulares y más tarde con las organizadas en el flamante edificio de la estación del ferrocarril, frente a la sombrosa plaza San Francisco.
Y después, la tragedia: El Club Nacional ofreció su último baile formal en octubre del año 1864, conmemorando el segundo aniversario de gobierno del mariscal Francisco Solano López. Estaba entonces presidido por el coronel Vicente Barrios y era secretario de su comisión directiva el escritor Natalicio Talavera. Después de ese acontecimiento, ya no se bailó. La pesada nube de un destino injusto oscurecía el claro cielo asunceno y su amenaza desatábase ya en lluvia de tragedia. El Club Nacional no clausuró sus instalaciones, pero su vida de relación social limitóse al medro de rutina y a reuniones de damas que trabajaban para la guerra con los salones de fiesta cerrados, vacíos, desolados.
EL PYRAGUE
Una carga de humor e ironía está instalada en la crónica titulada Etimología de nuestro pyrague. Dice Zubizarreta: Sostienen algunos entendidos en la materia que el vocablo pyrague con vigencia actual para designar en guaraní al agente de investigaciones significa textualmente pie peludo, con alusión figurada al silencioso sigilo con que se mueve y espía el agente. Otras personas doctas en etimología guaranítica afirman, en cambio, que la semántica auténtica de la palabra no es otra que pyragueba y designa una especie de calzado de plumas, asegurado a los tobillos por ajorcas, de uso corriente entre los indígenas. Llevaban estos las plumas ceñidas a las piernas, como adorno; las doblaban por debajo de la planta de los pies cuando querían borrar el rastro de sus pisadas.
Páginas escogidas, de Carlos Zubizarreta, es un libro imperdible y constituye un digno y rutilante cierre para la Colección Imaginación y Memorias del Paraguay.
Carlos Zubizarreta nació en Asunción en 1904 y falleció en 1972. Es considerado uno de los grandes prosistas paraguayos, comenzó como poeta y luego se inclinó a la narración. Ha dejado páginas inolvidables del paisaje, el folclore y las costumbres tradicionales del Paraguay en sus conocidos relatos de Acuarelas paraguayas (1940).
Sentía una gran pasión por la historia, especialmente por la etapa de exploración y conquista de los españoles en América que inspira libros de delicada prosa y amena lectura con un interés novelesco más que de cronista. Tal el caso de Capitanes de la aventura (1957), ensayos sobre dos figuras de la conquista: Domingo Martínez de Irala y Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Otras obras suyas son Historia de mi ciudad (1965), Cien vidas paraguayas (1961) y Los grillos de la duda (1966).