La producción estadounidense se proyectaba fuera de concurso, pero sirvió para desplegar sobre la primera alfombra roja a buena parte del equipo de los Coen, capitaneado por Clooney y completado por Swinton, de nuevo jugando con su imagen andrógina, además de Josh Brolin, Channing Tatum y Alden Ehrenreich.
No acudieron a la cita berlinesa Scarlett Johansson ni Frances McDormand, asimismo en el abultado elenco de ese filme, donde los Coen destripan el Hollywood de los 50 y la caza de brujas, desde su característico sentido del humor y buenas dosis de ternura.
Sus ausencias las compensó Amal, en tirantes y de negro riguroso, como su mediático marido, y la actriz estadounidense Meryl Streep, que eligió para la ocasión un vestido largo de estampado de piel de serpiente.
Streep, presidenta del jurado de la Berlinale, deberá entregar su Oso de Oro el próximo sábado 20, entre las 18 aspirantes a competición.
Sobre los 36 metros de largo que, según la organización, mide la alfombra roja, se vio asimismo al activista chino Ai Weiwei, quien se encuentra en Berlín para impulsar un proyecto cinematográfico sobre los refugiados, como los acogidos en el antiguo aeropuerto de Tempelhof de la capital alemana.
La inmigración es el eje temático de la presente Berlinale, por decisión de su director, Dieter Kosslick, quien al margen de cine espectáculo, como ¡Salve, César!, quiere presentar películas comprometidas y de alto contenido político, de acuerdo a la tradición de ese festival.
Clooney explicó, en la conferencia de prensa anterior a la gala de la noche, que mañana quiere reunirse con la canciller Angela Merkel, con el propósito de abordar con la líder alemana cuestiones algo más serias que el mero cine, entre ellas la acogida de refugiados.