Los fuertes vientos, la intensa lluvia y la niebla acogieron a la familia real británica en Wellington en el inicio de una gira de tres semanas por Nueva Zelanda y Australia.
El bebé, que este lunes hizo una de sus escasas apariciones en público desde su nacimiento, sólo estará presente en algunos actos, informaron los servicios de la residencia de sus padres, Kensington Palace.
Jorge pasará la mayor parte del tiempo resguardado de las miradas, cuidado por su niñera española.
El pequeño príncipe se convertirá algún día en jefe de Estado de Nueva Zelanda y Australia, si estos dos países no cambian para entonces su estatuto de monarquía constitucional por el de república.
Catalina, de 32 años, vestida con un abrigo rojo con grandes botones y un pequeño sombrero, visita también por primera vez Nueva Zelanda y Australia. En cambio, Guillermo ya ha visitado estos dos países en varias ocasiones.
La primera fue en 1983, cuando tenía nueve meses, en compañía de sus padres Carlos y Diana. Su último viaje a esta región fue en 2011.
En 2012 la pareja, que se casó el año anterior, viajó a Singapur, Malasia, las islas Salomón y Tuvalu, en representación de la reina Isabel II para las celebraciones de sus bodas de diamante.
Los duques de Cambridge tendrán una apretada agenda con las reuniones y los compromisos habituales pero también obras de beneficencia, homenajes a la cultura indígena local y ceremonias conmemorativas.
“No creo que su entusiasmo en venir a Nueva Zelanda se haya visto afectado por el hecho de que todos nos mojamos en la pista”, afirmó el primer ministro John Key (conservador) a los periodistas.
“Creo que les va a fascinar la nación (1/8)...(3/8) espero que disfruten mucho de su estadía”, agregó.
Es uno de los primeros viajes del príncipe Jorge, tercero en la línea de sucesión al trono, y que ha sido visto en público pocas veces desde su nacimiento, el 22 de julio del año pasado.
Guillermo fue recibido con el tradicional desafío maorí de temibles guerreros tatuados y armados con lanzas que lanzaron una hoja a sus pies mientras proferían su grito de batalla.
El príncipe respondió levantando la hoja, mostrando simbólicamente que era un amigo, y luego tanto él como Catalina participaron en la ceremonia del hongi, que consiste en frotarse la nariz con los ancianos maoríes.
Catalina, que jamás había visitado antes Nueva Zelanda y Australia, habló con los guerreros vestidos con sus trajes tradicionales y les dijo que la ceremonia indígena de bienvenida fue “genial”.
A pesar de que la familia real goza de gran respeto entre la población neozelandesa, la visita de los príncipes relanza el debate sobre el futuro de la monarquía en Nueva Zelanda, una antigua colonia británica que se convirtió en Estado soberano en 1947.
John Key cree que es poco probable un cambio “pronto” porque la monarquía goza de un “apoyo fuerte” en su país.
Pero Don McKinnon, antiguo viceprimer ministro, también conservador, considera que es “inevitable” que el país se convierta en república, según unas declaraciones realizadas el pasado fin de semana.
La pareja real tomará un día de descanso el martes y luego Jorge podría jugar con un grupo de bebés neozelandeses el miércoles. Durante su estadía en Nueva Zelanda, sus padres podrían subir a un yate y participar en la regata de la Copa del América.