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Según Rivarola Matto, esta novela "tiene encanto, cualidad preciosa y poco frecuente en la literatura". Agrega además que el autor, dramaturgo y periodista se lanza a la narrativa "con total desparpajo, llevándose todo por delante".
Siguiendo con el análisis del inolvidable Juan Bautista, "Función patronal" está muy cerca de la corriente popular de nuestra literatura, pero ya fuera de su cauce. El lenguaje está lejos de ser pulido, literario, pero se adapta a su objeto. No emplea los giros del castellano popular, sino el idioma de los diarios, de las radios, de los discursos políticos y de circunstancia, lleno de frases hechas, enumeraciones, repeticiones y hasta vulgaridades. "Con este desafinado instrumento -continúa- el autor consigue crear un clima de irrealidad, que induce a pensar que el pueblito en cuestión donde se desarrolla la novela, cuyo nombre no aparece en ningún lado, extiende sus límites hasta abarcar el Paraguay entero".
UNA METAFORA
La novela nos cuenta lo ocurrido en un pueblo de campaña en la semana que precede a la función del santo patrono.
No se distrae en la descripción de las escenas pintorescas que suelen amenizar las funciones patronales. En rigor, el pueblo "nos parece un poco raro, imposible -dice Rivarola Matto-, y así tiene que ser, porque no existe. O, mejor dicho, solo existe en la novela". Añade el escritor y analista: "Es una caricatura, una metáfora, que sugiere una realidad más amplia, más profunda, más compleja".
En la obra se enfrentan dos corrientes de opinión agrupadas en torno a dos equipos de fútbol: el Sport Fariña y el Porvenir; el primero, dirigido por Ña Pastorita Gamarra y el segundo, bajo la presidencia de Tío Ra. La rivalidad no se reduce a la emulación deportiva, sino que abarca todos los capítulos de la vida del pueblo.
A través de las tribulaciones de una pintoresca galería de personajes, se van descubriendo las causas del antagonismo, que no son tan mezquinas e insignificantes como aparecen a primera vista.
En el curso del relato se interpolan episodios que parecieran no tener nada que ver con el argumento principal, como son, entre otros, la historia del loco al que no le entran balas y el payesero que no podía morir.
Sin embargo, son como indagaciones, como incursiones en las profundidades, que nos dan indicios del sentido de la obra. El loco lanza una tremenda acusación y aterradoras amenazas dirigidas al fondo de la conciencia de sus interlocutores. El payesero insinúa, a través de su propio drama, que el pueblo sigue vivo solamente por un capricho de la muerte, que se hace la distraída.
LOS SIMBOLOS EN LA OBRA
El pueblo que describe González Delvalle en su novela "Función patronal" no está muerto. Los motivos que le dan vida y dinamismo parecen insignificantes. Un partido de fútbol, la llegada de Mary, la prostituta, las indiscreciones del compuestero, la absurda muerte de Rigó, el privilegio de vestir a San Lorenzo para la fiesta patronal, los globos de Tío Ra, lo mantienen en constante agitación.
El Tío Ra ha reemplazado el espejo de su peluquería por un pizarrón, en que denuncia los abusos de las autoridades, movidas, a su vez, por los tejemanejes de Ña Pastorita. Los argumentos y el lenguaje que se esgrimen en las disputas tienen un trasfondo satírico directo, que los hace trascender la anécdota.
En cuanto a Tío Ra, empecinado en enviar globos a otros mundos, consigue elevarse por encima de todas las limitaciones, miserias y derrotas, con un acto que tiene la sugerencia del símbolo.
Según el testimonio de Juan Bautista Rivarola Matto, escrita en 1980, "Función patronal" es un valioso documento de nuestra realidad vital y de la proyección misma en la literatura paraguaya, "a la que creemos en camino de convertirse en una de las más ricas y originales de América".
Finaliza diciendo Juan Bautista que la literatura paraguaya "es una palanca poderosa para la resurrección moral de nuestro pueblo".