El pensamiento mágico en "Mancuello y la perdiz"

"Mancuello y la perdiz", la conocida novela de Carlos Villagra Marsal, es el décimo título de la Biblioteca Popular de Autores Paraguayos, de El Lector y ABC Color, que se publicará el próximo domingo con el ejemplar de nuestro diario. Es un texto en el que "aflora naturalmente el pensamiento mágico de su autor", de acuerdo con un análisis de Ramiro Domínguez.

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"Por un artilugio simple, el de relatar premonitoriamente el baquiano el extraño fin de las malandanzas de Mancuello, casi al abrirse la narración se ingresa al clima de lo sobrenatural, sin justificaciones ni apuntalamientos; con la espontánea frescura de quien ve llover", asegura Ramiro Domínguez.

Sigue diciendo el referido escritor, pensador y docente respecto a la obra de Villagra Marsal: "otro acierto en la configuración del texto, de mucha apoyatura en la economía de la tradición oral, sería el desenlace, por la contraposición atávica del protagonista-antagonista, con toda la fascinación del componente mágico que no es un atajo casual, sino el clima natural en que se desenvuelve el relato".

Por su parte, Julio César Troche apunta que la imitación consciente del habla popular es sólo uno de los elementos utilizados por Villagra Marsal para reflejar con realismo trascendente una tipología o un arquetipo que tiene su denominación propia en eso tan manido y tan tergiversado de "lo paraguayo".

"Mancuello y la perdiz" ha tenido varias ediciones desde la primera, a mediados de los años sesenta. Despertó comentarios y análisis críticos de intelectuales y escritores paraguayos y extranjeros. Por ejemplo, Francisco Madariaga, el poeta argentino originario de Corrientes, señala respecto de la obra de Villagra Marsal: "Me parece está entre los grandes y escasos libros en los que su autor ha podido, manejando conquistas estéticas del más alto plafond, desentrañar el fondo arcaico del mundo de la campaña pura, casi bárbara aún".

A su vez, el crítico literario Edgar Valdés apunta que Villagra Marsal ha sabido recuperar para el libro el Tempo propio del relato oral, pero rodeando su decir, precisamente, de toda la magia implícita en una captación poética del mundo, fenómeno que sólo suele darse en el niño o en una mente primitiva o prelógica, como suelen decir los antropólogos".

Agrega a continuación que tal clima y tal tempo, "perfectamente logrados, son míticos y de ahí el encanto particular que sustenta esta obra, que indudablemente podría sumarse con todo derecho a la antología más rigurosa que pudiera hacerse a nivel internacional".

El novelista y dramaturgo argentino Ariel Dorfman es sintético y contundente: "Al habernos dado el punto de vista popular, la tradición, la leyenda, nos ha mostrado la sicología de incontinente, rico en mitología y en imaginación, pero que aún no está dispuesto a terminar con Mancuello por su propia cuenta; nos ha mostrado, desde adentro, una gran realidad de América: los que siempre esperan y esperan".

GENESIS DE MANCUELLO

"Mancuello y la perdiz" fue escrita en quince días en Santiago de Chile. Era octubre de 1964. Al año siguiente ganó el concurso del diario La Tribuna de Asunción. El relato que sirve de núcleo a la novela le fue contado a Villagra Marsal por un "contador", un viejo de cabello y barba blancos, en el norteño departamento de San Pedro. El autor cree que la fue reelaborando subconscientemente. Escuchó el compuesto en guaraní poco antes de un largo viaje en 1957, así que la novela fue escrita siete años después.

Villagra Marsal tenía 24 años y el contador, un peón nómade de estancia, superaba los 80. El novelista revive el relato oral y lo describe como "un verdadero ballet verbal". También añadió episodios de otros ámbitos, como el de Santacruz, un famoso asesino de Piribebuy.

Carlos Villagra Marsal reconoce como sus inspiradores técnicos más directos a Hemingway, Guiraldes, Guimaraes Rosa, Rulfo, Mario de Andrade y otros.
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